Feria

Juventud con ganas de triunfar

  • La preparación, esfuerzo, entrega y sacrificio de unos jóvenes que han elegido la difícil profesión del toreo deben ser un referente para toda una nueva generación que se prepara para afrontar el futuro

Recuerdo con enorme cariño una película que vi con mis hijos en su más tierna infancia. Trapito, éste era su nombre, era un pequeño muñeco de trapo cuya misión en la vida era servir como espantapájaros. Cualquiera pensaría en la escasa importancia de su función en la vida, pero a mí me impactó la ilusión con que Trapito afrontaba cada día, convencido de su utilidad para defender la cosecha. Como la de aquel espantapájaros, la ilusión es uno de los tesoros más valiosos que cualquier ser humano puede tener en su vida. Llenos de ella, muchos jóvenes deciden cambiar diversión y juegos en su tiempo de ocio por una vida de entrenamiento, preparación, entrega y sacrificio para triunfar un día en el difícil mundo de los toros.

Los tres jóvenes novilleros que ayer actuaron en el coso almeriense son un claro ejemplo de desbordante ilusión por llegar a lo más alto en el oficio que han escogido. Muchos lo intentan y muy pocos lo consiguen, porque el valor y las ganas son imprescindibles pero no ofrecen ninguna garantía de conseguirlo. En esta importante labor de preparación de los futuros espadas destacan las escuelas taurinas como la que en Almería dirige desde este año el diestro Ruiz Manuel, que ayer presenció la corrida en el tendido 3, mientras uno de los miembros de su cuadrilla, Juan Gimeno Mora, contempló el festejo en la grada junto a su hermano Antonio.

Como cada año, la novillada no consigue llenar más de media plaza, pero el público que asistió lo hizo con ganas de pasarlo bien y en muchos momentos pudo disfrutar de algunos fragmentos de la lidia con la maestría de quien lleva muchos más años en el oficio. Los abanicos no dejaron de airear una tarde bastante más calurosa que la del domingo. El calor obligó a los miembros de Cruz Roja a actuar ante una lipotimia, con evacuación del afectado aunque sin mayores consecuencias. Su presencia en la plaza nos hace sentir una completa tranquilidad. María José Cabrera y Juani Morales ponen cada tarde su profesionalidad, como el resto de sus compañeros, al servicio de los espectadores, y además lo hacen derrochando simpatía y la misma ilusión con la que Trapito veía amanecer cada día para intentar hacer felices a los demás.

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