Crónicas de Feria

Patronazgo de la Virgen del Mar

  • Corría febrero de 1805 cuando reunido el Concejo municipal aprobó por unanimidad conceder a la Virgen del Mar el honorífico título de patrona de Almería, Huércal, Viator y sus arrabales

Grabado de la Virgen del Mar.

Grabado de la Virgen del Mar.

Medio milenio y dos décadas atrás se sitúa la presencia de la Virgen del Mar en la aún no constituida provincia. A conocer en detalle su entronización oficial dedicamos esta crónica; amén de otras cuestiones de interés sobre la advocación mariana, escasamente difundidas, que abordaremos en la contraportada de los habituales cuadernillos de Feria en Diario de Almeria. Iniciamos el relato. Una fría mañana, la del 21 de diciembre de 1502, el vigía Andrés de Jaén -del antiguo Cuerpo de Inválidos- avistó sobre la playa próxima a la atalaya defensiva de Torre García, en el paraje de El Alquián, un brillante objeto depositado por las olas. Con sorpresa comprobó que se trataba de un mediano madero de nogal tallado con la efigie de una Virgen. A partir de ese momento el icono “venido por la mar” fue bautizado, como no podía ser de distinta manera, con el nombre de María Santísima de la Mar.

Tardanza en proclamarla

Pese a la tradicional devoción que despertaba en el común del pueblo llano, tres siglos tuvieron que transcurrir para que la imagen policromada depositada por las mareas en las arenas alquianeras fuese proclamada oficialmente co-Patrona capitalina y arrabalera. Tardanza a la que acaso no fuese ajena la gélida acogida que tuvo en sus inicios por parte del cabildo catedralicio, en ausencia de obispo titular. Además existía un escollo en apariencia insalvable: desde el siglo XVII Almería ya lo tenía en la figura de San Indalecio y “según el decreto de 23 de marzo de 1630 del Papa Urbano VIII, no podía haber dos patronos”. Definitivamente, a comienzos del XIX, el Consistorio tomó la iniciativa refrendada a renglón seguido por el Vaticano. Suficientemente tratado el tema por estudiosos cívico religiosos, merece ser rescatado del olvido. Aunque previamente debemos consignar que en sesión plenaria celebrada en diciembre de 1738, presidida por Blas de Guzmán y refrendada en acta por el secretario Jesús Diego López, decidieron proclamar Patrona local a la Virgen del Mar en gracias a los beneficios que la ciudad había obtenido por su intercesión frente a diferentes catástrofes naturales.

Penas y calamidades

Almería seguía sufriendo calamidades sin cuento: epidemias, sequías, inundaciones o plagas de langosta, que unidas al aislamiento geográfico y desidia de sus dirigentes, la tenía postrada en la miseria moral, física y económica. Los últimos terremotos de 1804 castigaron con dureza a la provincia; sin embargo en la capital, aunque se sintieron intensamente, sólo hubo que lamentar daños materiales.

Desde el siglo XVIII el ‘varón apostólico’ San Indalecio ostentaba el patronato de Almería

Como consecuencia de todo ello, nuevamente el Concejo y Regimiento de la Ciudad se reunió el 16 de febrero de 1805 acordando tramitar la proclamación de la Virgen del Mar como Patrona de Almería, Buércal (sic), Viator y sus arrabales:

“Por lo que a su parte toca, elegirla por su Patrona, y a efecto de obtener la declaración de la Silla Apostólica y de prestar todas las diligencias necesarias a dicho fin, comisionó ampliamente a los Sres. D. Antonio María Puche, Caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos Tercero, con voz y voto de preeminencia en su Iltre. Ayuntamiento; y a D. Andrés Doucet de los Ríos Zarzosa, Capitán de Infantería retirado al Estado Mayor de esta Plaza, ambos Regidores perpetuos de esta misma Ciudad”. El expediente se trasladó a Roma no sin antes procederse, por edicto, a convocar un “cabildo abierto” entre la población civil, a celebrar en las casas consistoriales por parroquias y en días diferentes. En 1805 el padrón vecinal contabilizaba 13.700 habitantes de derecho.

Plebiscito popular

El antiguo legajo 363 (Archivo Municipal “Adela Alcocer” (AMAL), da debida cuenta del procedimiento seguido en cuanto a la consulta popular llevada a efecto. En este y en actas catedralicias se basó Tapia Garrido en su obra “Virgen del Mar” (1987). A él sigo, economizado en el farragoso lenguaje administrativo:

El día 24 (febrero, 1805) a las diez de la mañana se reunieron los vecinos de las parroquias del Sagrario y San Pedro; se les informó de lo que se trataba, comenzó la votación y “cuando el número de votos por el patronato de esta Ciudad en favor de la Santísima Virgen María con el título del Mar ascendía a trescientos ochenta y cinco, los demás vecinos concurrentes la aclamaron en pública y alta voz por su Patrona... En el día veinticinco siguiente, y a la hora señalada por los edictos, se continuó la diligencia de la elección por los vecinos de las Parroquias de Santiago y San Sebastián, y ascendiendo a cuatrocientos noventa y tres el número de votos para el Patronato de esta Ciudad en favor de la expresada Stma. Virgen con el título del Mar, los demás concurrentes hicieron igual aclamación que el día anterior.

Comenzando la centuria decimonónica, era corregidor y jefe Político el marqués de Aigremont

Con fecha seis del corriente (marzo) se dirigieron asimismo edictos convocatorios a los vecinos de los arrabales de Viator y Huércal, citando a los de aquel para la mañana, y a los de éste para la tarde del domingo diez del mismo, en cuyo día se presentaron los Sres. D. Andrés Doucet de los Ríos Zarzosa y D. Juan Ángel Pérez Percebal, por ausencia este último del Sr. D. Antonio María Puche, y continuando las diligencias de la elección resultaron doscientos setenta y siete votos en Viator, y doscientos ochenta y tres en Huércal”.

Propuesta a Roma

El cabildo de la seo se mostró conforme, salvo la incompatible dualidad patronal referida. No obstante, y dado que había casos anteriores que sentaban jurisprudencia favorable, los canónigos mostraron su aquiescencia, dando “su consentimiento perfecto, absoluto y tan amplio como por Derecho se requería a la elección efectuada, sin perjuicio del Patronato del Señor San Indalecio”. El obispo Mier y Campillo lo rubricó igualmente, remitiéndolo a la Sagrada Congregación de Ritos. De todas las actuaciones tuvo conocimiento el Real Consejo Supremo de Castilla y la Chancillería de Granada.

Somos conscientes del abigarramiento de fechas y nombres pero debemos proseguir en aras del rigor historiográfico. En mayo de 1806 el papa Pío VII aprobó el Patronato y firmó cuatro Breves Pontificios: uno declarando a la Virgen del Mar oficialmente Patrona, y los restantes concediendo indulgencias y jubileos. Catedral y Ayuntamiento recepcionaron en junio y julio la prolija documentación. Y a partir de aquí comenzaron los fastos públicos. Almería se vistió de gala... y ello pese a que aún no disponían de Feria con cedida que gozar. Finalmente, es oportuno hacer constar que antes de su institución reglada ya en el Censo de Soler (1803) se demandaba la “necesidad de una Feria por ocho días, que principiase el 23 de julio...”.

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