Feria

Toros en la Plaza Vieja

  • Es casi imposible establecer la fecha en que por primera vez en la ciudad se enfrentaron toro y hombre Lagartijo y Mazzantini inauguraron en agosto de 1888 la actual plaza

Centurias antes de que, con sendos encierros del duque de Veragüa y conde de La Patilla, Lagartijo y Mazzantini inauguraran en agosto de 1888 la plaza en la luego Avda. de Vílches -por Felipe Vílchez Gómez, político liberal y rico hacendado, presidente de la sociedad constructora-, ya se corrían toros en la Almería cabecera de la Taifa y Provincia. Y no me refiero al coso de Belén que entre las calles Murcia y Gordito abrió sus puertas (antes aún de concluirse) en la primera mitad del siglo XIX. Por cierto, en Los Jardinillos diseñados sobre su solar por Trinidad Cuartara está previsto el pronto descubrimiento de una cerámica que recuerde, entre otras efemérides, al torero sevillano Antonio Carmona "Gordito", quien tantas tardes de gloria brindó en su ruedo.

Es prácticamente imposible establecer la fecha en que por primera vez en la ciudad se enfrentaron toro y hombre, a pie o a caballo (a la antigua usanza), en un espectáculo público. Los insufribles "corta y pega" que en ocasiones, pocas, han abordado el tema, se limitan a malcopiar lo publicado por Tapia Garrido sobre celebraciones en la Plaza Vieja durante los siglos XVII y XVIII. El sacerdote-historiador cita vagamente ciertas actas catedralicias, que, curiosamente, no tienen el correspondiente refrendo en las plenarias del Concejo de la ciudad; estas sí a disposición del investigador (sin embargo, los plagiadores al parecer desconocen la existencia del Archivo Municipal "Adela Alcocer"). Corridas que arrostraban, sus protagonistas, la pena de excomunión prevista en la bula de Pío V "De salutis gregis domini".

Por el Libro de Repartimiento a los repobladores cristianos tras el inicial levantamiento morisco, sabemos de la ya existencia de locales cerrados para el ganado vacuno, aledaños a la plaza del Juego de las Cañas (hoy de La Constitución):

Diósele a Juan de Solaya, de la capitanía de Alonso Osorio… una casilla junto al juego de cañas, que es donde encerraban los toros…

Diósele (a Francisco de Toledo, oficial tejedor de lienzos) unas casas en la collación de Santiago, junto al juego de cañas… que alindan con el corral donde se encierran los toros…

En castillos y recintos amurallados fronterizos o "plazas de guerra" -Almería lo era- la oficialidad de caballería practicaba el alanceo y acoso de reses más o menos bravas como divertimento lúdico y/o adiestramiento militar propio y de la montura. Así se hacía en los de Adra y Las Roquetas y debió ejercerse en la capital, aunque no en el patio de armas de la Alcazaba y sí, presumiblemente, en la extensa "Hoya" que se extiende a sus pies. En sus bancales, regados por el canal de San Indalecio, se alzaban en el siglo XIX los corrales para las reses a lidiar en la cercana Plaza Vieja; bovinos de media casta pastoreados en los Filabres, Alpujarra, Campo de Níjar o Vega capitalina. Así se corrobora en un expediente incoado (1803) al arrendatario Blas Borrás:

… Recordando que dicha Hoya de tierras es la que tiene destinado para pastar toros o novillos en ocasión de regocijos… Poniendo de manifiesto que el año de regocijos con novillos o toros, no correrá dicho arriendo.

En cuanto a la procedencia, hay que recordar la existencia en el municipio de Níjar -de Rodalquilar a Agua Amarga- de dehesas comunales donde traían el ganado (incluido el bravo) a invernar. De la adquisición a una ganadera de Baza da cuenta un acta de enero de 1717:

El señor D. Joseph Marín, Dixo: que en la fiesta de toros que se hicieron a Ntra. Señora del Mar a que asistió esta Ciudad (Ayuntamiento) este pasado año… se mataron dos toros. Y que habiéndolos ajustado con sus señorías, tuvieron de gasto quinientos treinta reales… pagados a Dña. Mª Antonia Segura, vecina de Baza, que tiene arrendado el puesto de (sic) de bacas de Agua Amarga.

Hasta la concesión de la Feria en 1807, las fiestas cívico-religiosas en honor de la co-Patrona de Almería tenían lugar en diciembre-enero, y los festejos taurinos en la plaza Vieja o de san Francisco (san Pedro), alternativamente, incluso se pensó en el solar de la Casa de Expósitos (definitivamente cuartel de La Misericordia). Además del ayuntamiento, en su organización participó el clero local, aunque en ningún caso dieron cuenta del desarrollo de las "corridas" o del nombre de diestros y subalternos intervinientes, solo el dato administrativo. Para la reconstrucción del templo de san Pedro, gravemente afectado por el terremoto de Orán en octubre 1790, el Padre Guardián del convento franciscano, recurrió a los espectáculos taurinos a pesar de la prohibición vigente sobre la lidia de "Toros-Bacas, Novillos de Muerte, ni que se puedan correr enmaromados por las calles". Recomiendan la plaza de San Francisco en lugar del Juego de Cañas, "por causa de la elevación del cerro que la domina, siendo por tanto muy poco el lucro o beneficio que se lograra". El Municipio, vista las estrecheces monetarias del vecindario, aconsejó celebrarlos en Málaga o Granada. Del resultado artístico y económico nunca más supimos. De la actividad taurómaca en tan emblemático espacio urbano, valgan como ejemplo las dos primeras de que tenemos constancia fidedigna gracias a la tesis doctoral (inédita) al profesor Muñoz Buendía. El coste a la hacienda municipal ascendió a 12.118 maravedíes:

En 1562 tienen lugar dos corridas en la plaza del Juego de Cañas, debidamente cerrada por talanqueras y carromatos: el 24 de junio (día de san Juan) y el 15 de agosto, festividad de la Asunción. El ayuntamiento, promotor de ambas, adquiere del escribano del concejo, Francisco de Lorenzana, para cada ocasión, 200 garrochas y 200 púas-clavos al precio de un maravedí/unidad, con la condición de entregar los toros (se entiende que ya muertos) a los moriscos Martín Mohadas y Diego Alaxcar Querito, obligados a dar carne de vaca durante ese año.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios