Feria

65º aniversario de su muerte MANOLETE

Españolito que vienes al mundo,

te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón

PARA el bando vencedor de la cruel e incivil guerra esta terminó el 1º de abril de 1939. Pero no era cierto. España seguía desangrándose con miles de hombres y mujeres huidos por cualquier frontera, despojados de sus carreras y ocupaciones laborales de trabajo, encerrados en miserables cárceles o, lo que es peor, ejecutados y abandonados en anónimas cunetas. En ese clima de obsceno triunfalismo y de abatimiento y negrura para la gran mayoría, el españolito de a pie tenía en los toros, la música popular y el cinematógrafo (el fútbol vendría después) las más cercanas vías de escape a sus penas. Ello justifica el sentimiento generalizado de drama nacional al conocerse la muerte de Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete" en la plaza de Linares, al ser corneado por Islero, un toro del mítico hierro de Miura, en la tarde del 28 de agosto de 1947.

Manuel Rodríguez "Manolete" en estado gravísimo. Con esta escueta y rotunda frase finalizaba EAJ 60 Radio Almería su programación nocturna correspondiente al citado 28 de agosto. Lacónica, al estilo castrense imperante. La gente se fue a la cama temiendo lo peor tras escuchar a la emisora local y los "partes" de Radio Nacional. La inmediatez de las ondas, a pesar de los escasos "arradios" disponibles, se extendió con celeridad. Decir gravísimo -habitual en los azules telegramas con grandes letras negras- era anunciar muerte segura. La oscura premonición se confirmaría en la madrugada siguiente. El Monstruo del toreo, el cordobés que alivió con su arte y valor los amargos años de posguerra, no iba a figurar nunca jamás en un cartel de postín. Si España entera se levantó conmocionada, en Almería cayó como un mazazo, no en vano su presencia en el coso de la Avda. de Vílches era esperada ansiosamente al día siguiente, en tarde sudorosa de Feria. Sin embargo Yugo, diario oficial de Falange Española, debido quizá a la premura del cierre en sus talleres, se mostraba un tanto esperanzado:

Las últimas noticias que recibimos son las de que dentro de la gravedad, el diestro cordobés ha reaccionado algo y no es tan desesperado su estado como en un principio se creía.

Desgraciadamente, a la mañanera hora en que el periódico salía a la calle, una ambulancia de Cruz Roja se disponía a trasladar a Manolete en fúnebre cortejo a Córdoba.

Árbol familiar

Hijo de Dª Angustias Sánchez Martínez y de su segundo matrimonio con el modesto torero Manuel Rodríguez "Manolete" (en primeras nupcias estuvo casada con Rafael Molina Martínez "Lagartijo chico"; esponsales del que nacieron dos hijas: Dolores y Angustias), era hermano de padre y madre de Ángela, Teresa y Soledad. Manolete era hijo, sobrino-nieto, tío y primo de toreros. Los apelativos de Pepete -su abuelo, muerto igualmente en las astas de un miura-, Manolete, Pachón, Bebé chico, Sabañón, Cantimplas, Mancheguito, Manene, Lagartijo chico, Palitos o Sánchez Saco son patrimonio del abigarrado árbol genealógico. Dª Angustias lo parió en la madrugada del 4 de julio de 1917, en plenas calorinas de Córdoba la llana. Su padre, del que quedó huérfano a temprana edad y del que heredó nombre civil y sobrenombre profesional, no pudo enorgullecerse de la continuidad dinástica.

Acaba de finalizar la guerra, en la que Manuel fue alistado en el arma de Artillería -aunque no llegó a prestar el servicio militar por "estrecho de pecho"-, y solo le faltaban dos días para cumplir 22 años cuando se doctoró en La Maestranza sevillana: Manuel Jiménez "Chicuelo" de padrino y Gitanillo (Rafael) de Triana como testigo. Ante los más de tres mil paisanos desplazados para vitorearle, Manolete se entretuvo en cortar las dos orejas al toro con el que conseguiría la borla del doctorado. Por razones obvias, el régimen no permitió que Mirador, negro zaíno de Clemente Tassara, primero de su lote y triunfo, adoptara como es norma en las ganaderías el nombre de la vaca que lo llevó en el vientre, Comunista. Régimen que a decir de muchos lo protegía, gozando de las bendiciones de Franco, máxime tras el manipulado y desenfocado incidente protagonizado a cuenta de la bandera española, republicana o "nacional", en México DF ("… Y vio la bandera morada y no dijo otra cosa: "me gustaría que estuviera la de hoy de España"). Motivo por el cual determinado sector le tildó de torero afecto, algo que no es en cierto sino que se adaptó, como tantos otros toreros, a las circunstancias políticas y sociales en que le correspondió vivir. Baste decir a modo de corolario que Manolete, en su relativamente corta trayectoria artística y vital, mató un total de 36 novilladas y 509 corridas de toros.

Ocho años de alternativa bastaron para que los públicos de España, Portugal y América lo proclamaran número uno indiscutible del escalafón. La gran masa de aficionados se rindió a su particular concepción de la lidia: serio, vertical y solemne. Sencillo y elegante, titular de una acusadísima personalidad. Estoqueador por derecho y arriba, valiente y honesto, sin concesiones ni alivio, a pesar de las acusaciones de que en ocasiones exigió el toro chico, sin edad ni trapío. Extenderse en su biografía sería reproducir (el consabido cortar y pegar) artículos y notas profusamente recogidas de hemerotecas y enciclopedias; hasta el punto de que muy posiblemente ha sido el torero que, junto a Joselito y Belmonte, más literatura ha generado. A los que como un servidor -con solo dos años cuando ocurrió la tragedia- no alcanzamos a admirarle, es recomendable el acceso a su lectura para así, amén de entender mejor una España en blanco y negro, tener conocimiento aproximado de su toreo y de la época que protagonizó.

Al igual que las figuras que le antecedieron, el ser humano se funde en perfecta simbiosis con el diestro. La afición ya tenía al ídolo convertido en mito. Mito elevado a la categoría de leyenda por mor de su muerte y de las circunstancias que la rodearon. Murió como un valiente, en una plaza de pueblo y estoqueando a un toro de Miura ¿se puede pedir más?, Rafael Vega "Gitanillo de Triana", estrechamente unido por lazos de amistad a nuestro personaje, se sinceraba en dolorosa entrevista concedida en el hotel La Perla a Juan Martínez Martín "Volapie". Proseguía: A Manolete le ha matado su pundonor, su hombría y la pureza y honradez con la que se entregaba en todo lo que realizaba ante los toros… La última y autorizada versión de los hechos (con una apostilla un tanto sorprendente) corresponde a Luis Miguel Dominguín: Le mató el público, porque era un torero extraordinario, de gran honradez profesional, con mucha personalidad y con mucho valor… Manolete no conocía el toro y eso también le mató. Por su jerarquía, él tenía que conocer mucho más al toro, sus condiciones y dificultades.

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