Flamenco en Feria: de la Plaza Vieja a la Alcazaba
Feria de Almería 2025
Quiero vivir en la Almedina / porque me gusta a mi oír / la campana de La Vela / cuando me voy a dormir"
Traje de flamenca, ¿liso o con lunares?
Entre pastilla para la artrosis y pinchazo de insulina, lo más viejos del lugar aún recordamos aquellos muy publicitados saraos artísticos que la Comisión de Festejos municipal organizaba en el patio de armas (cristiano) de la Alcazaba. O las más ostentosas y elitistas cenas de gala en la lonja de la torre de la Vela, bajo la campana que dicen se fundió añadiendo dos o tres monedas de oro carolingias. En los anales de la intrahistoria local quedó signada la ocasión (1969) en que Maribel Fraga, hija del todopoderoso ministro de Información y Turismo, fue nombrada Reina de las Fiestas, escoltada por su corte de damas convenientemente ataviadas y de jovencitos de “buenas familias” embutidos en smoking. Entró del brazo del alcalde Paco Gómez Angulo y tuvo que “tragarse” el plúmbeo discurso de Luis María Ansón, director de ABC y mantenedor de dichos ágapes. Estos, los pudientes, tenían en cambio la oportunidad de que por unas pesetillas el “gorrilla” autorizado aparcara su coche en La Hoya, en el espacioso solar que hoy ocupan las gacelas y otros ungulados de la reserva subsahariana. Al concluir el espectáculo los subían hasta la mínima explanada que da acceso al tercer recinto. O bien era el mismo chófer del “señorico” quien realizaba la tarea.
Con bastantes lustros menos nos instalamos en 1967, en el agosteño día 21 en el que fuimos afortunados asistentes al 1º Festival de Cante Jondo. En la Plaza Vieja, ya que la Alcazaba estaba en obras, algo habitual desde Abderramán III al siglo XXI. Con un cartel de lujo: Fosforito, Chocolate, Menese, Luis Caballero, Antonio Ranchal, Juan Habichuela, Ricardo Miño y el baile de Trini España (con el cante atrás de Curro Fernández). Tales son los precios ¿populares? que rigieron en taquilla, según sector: de 50 a 140 de las antiguas pesetas. El lleno fue absoluto. Habichuela acompañó a los tres primeros y Miño a la pareja restantes.
Nomadeo lesivo
A pesar de mi crónica carencia económica, el año anterior había ganado un pastizal como extra en la película ”Comando perdido (Los Centuriones)”, rodada en La Chanca, Plaza Vieja (subida a Las Perchas), campamento Álvarez de Sotomayor o Cuevas de los Medinas por un elenco no menos postinero: Claudia Cardinale, Anthony Quin, Maurice Ronet y Alain Delon. Por aquellas calendas finiquitaba mi servicio militar -como voluntario- en el Rgmto. Nápoles nº 24.
Al año siguiente el Consistorio tuvo la brillante idea de poner en marcha un certamen específico dedicado a la Guitarra. Iniciativa que de haber tenido continuidad habría marcado un antes y después del instrumento cuya paternidad corresponde, como es bien sabido, a nuestro ilustre paisano cañaero Antonio de Torres Jurado. Pero después de cuatro ediciones se suspendió abruptamente. El 16 de agosto de 1968 en el tablado de la Plaza Vieja tomaron asiento Manuel Cano, Paco de Lucía y Víctor Monge “Serranito” (sustituto de Sabicas, quien no pudo desplazarse desde Nueva a York tras sufrir un accidente automovilístico). En la siguiente repitieron cartel. Mientras que en las de 1969-1970) el genio de Algeciras se convirtió en protagonista único.
En las posteriores ya nos subimos a la Alcazaba, en la que desde los años cincuenta venían programándose los muy demandados Festivales de España. En ellos, el baile y la danza española estuvieron presentes con los ballets de Mario Escudero, Rafael de Córdova (con v), Pilar López, Antonio Ruiz y Rosario, Lucero Tena, Marienma, Merche Esmeralda, Antonio Gades, etc., etc. Sin embargo, “el marco incomparable” no resultó tan incomparable para el concejal de Cultura, Esteban Telesforo Rodríguez -encuadrado en un Partido Popular que acababa de ganar las elecciones municipales- quien dictó la sentencia de la Alcazaba: “Esto es cosa de los socialistas y no los llevamos de aquí” (entonces en la Junta gobernaba mandaba el PSOE, su responsable) . Comenzaba así un vergonzoso nomadeo para el arte declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. De acá para acullá al igual que los feriantes o la espuerta de los garbanzos: Plaza Vieja de nuevo, Parque, Caseta Popular en el Muelle y la Térmica, adosado al Cable Inglés, plaza de toros, un patio de cemento del colegio La Salle o la plaza y claustro de la Catedral. El más noble y singular recinto, junto a la fortaleza, de cuantos lo han acogido.
Nos resta el Auditorio Municipal “Maestro Padilla”, inaugurado por la reina emérita, Dª Sofia, el 7 de mayo de 1992. Para la solemne efeméride contó con Orquesta Sinfónica de Sevilla y del pianista vasco Joaquín Achúcarro. Le sucedió el ballet de Víctor Ullate y remató el mes con la presencia estelar de la bailaora Cristina Hoyos, coreografiando la lorquiana “Yerma”. Dos meses después sería Mario Maya quien presentase “Tres Movimientos Flamencos”. No obstante, debimos esperare a 1994 para que por vez primera el Festival (XXVIII), conducido por Pedro Peña, ocupara el moderno edificio.
De tan azacaneado periplo festivalero -al que en una docena de veces me cupo el honor de presentar- doy detallada cuenta (valga una pizca de autobombo a modo de determinados escribidores de “memorias”) en mi trilogía "Historia del Flamenco en Almería" (IEA, 2020). Es obligado subrayar que durante una década gozó de su mejor organización y atractivo merced a la empresa Cultyart, gerenciada por el paisano Alejandro Reyes.
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