Feria

La mendiga que fue rejoneadora

  • La infortunada Rosita Pérez Lerma nació en el páramo leonés durante la incivil Guerra y falleció en el "metro" suburbano de Madrid. Atrás quedaba una intensa biografía concluida en tragedia

JUANITO -le alentaba el escritor de luengas y canas barbas don Ramón del Valle Inclán-: eres genial. Solo te falta morir en la plaza". Juan Belmonte, porque del Pasmo de Triana se trataba, le contestó a su rendido admirador, sin conciencia exacta del disparato consejo, "se hará lo que se pueda, don Ramón, se hará lo que se pueda… ". Bien está como frase para una antología del anecdotario taurino, pero un torero, banderillero, rejoneador o monosabio debe morir en su cama, a ser posible de vejez y rodeado de familiares y amigos. Lo demás es literatura. Zarandeada por circunstancias adversas, la otrora feliz Rosa Pérez Lerma vivió mendigando sus últimos años. Acogida a la caridad de instituciones públicas y vecinos del centro de Madrid, en los alrededores de la Puerta del Sol.

En plena guerra, la lona raída de un circo ambulante le sirvió de cuna (11 de octubre de 1937) en Santa María del Páramo, villa principal de la gélida comarca leonesa, situada entonces en la llamada "zona nacional". Sus padres, Enrique y Carolina, junto a la hermana de aquel, se anunciaban como Los Henry, trío de "perchistas" (equilibristas) de renombre en el mundo circense. La profesión les hizo recorrer media España, Marruecos y Portugal; mientras que Rosita pasaba al cuidado familiar en Corcubión (Lugo) hasta que se establecieron en Valencia.

Aquí prendió su vocación artística. Tras ganar, con el sobrenombre de Rosalind O´Hara, un concurso de aspirantes a actrices de la pantalla convocado por la revista Radiocinema, ingresó en la compañía teatral de José Tamayo, donde tuvo de compañero (Edipo, Los intereses creados) a Francisco Rabal; alternando las tablas con pequeños papeles cinematográficos (Ursus). Previo a desfilar de modelo con una casa de alta costura valenciana, tuvo su primer contacto taurino al iniciarse -en el coso levantino- en los rudimentos del toreo a caballo. Con el carnet profesional del Sindicato del Espectáculo en su poder marchó a Segovia para proseguir la enseñanza de manos del rejoneador Cándido López Chaves y Josechu Pérez de Mendoza. El ciclo formativo se cierra en la capital malacitana con Francisco Mancebo "Centauro de Málaga". Con el de pareja participa en diversas novilladas durante las temporadas 1961/62, destacando su triunfo en Atarfe (Granada): orejas, rabo y salida a hombros en compañía de Manuel Benítez "El Cordobés".

Con cometidos dispares, en tres ocasiones giró visita a Almería: enrolada en el Circo Cortés (1952) y en el rodaje (1971) de Las Petroleras, película protagonizada por Brigitte Bardot y Claudia Cardinale, a las que dobló en escenas de riesgo y sustituyó a otras amazonas. La tercera, ya en su faceta taurina, fue de rejoneadora. En la novillada del 8 de agosto de 1961 hizo el paseíllo con Mancebo (ninguno de los dos lucieron virtudes apreciables), Pedrito Muñoz y el paisano Juanito Gimeno, quien hacía su presentación formal en el coso de Vílches.

Guapa y simpática, se malcasó con un individuo que la introdujo en ambientes rayanos con la delincuencia. Tuvo tres hijos y recaló finalmente, sola, en Madrid. Adicta al alcohol y en la más absoluta indigencia, su deterioro físico hizo irreconocible la prestancia y belleza de antaño.

La noche del 5 de febrero de 1990 sufrió un fatal accidente al rodar por las escaleras de acceso al metro de Callao. Certificado su fallecimiento sin posibilidad de identificación, la Beneficencia del ayuntamiento madrileño procedió a darle sepultura en el cementerio Sur de Carabanchel.

El suceso de la mendiga llegó fortuitamente a conocimiento del programa "Documentos TV", de Televisión Española.

Con el nombre de Caso 112 (número de identificación forense) en 59 minutos la redacción resume -después de arduas investigaciones y el testimonio de la familia- la biografía de Rosa Pérez Lerma "Rosita Lerma": artista circense, modelo de pasarela, actriz de cine y teatro y rejoneadora. Ya en el ocaso de su vida, convertida en un juguete roto, el cruel destino se ensañó con la desventurada.

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