FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA | APUNTES PARA UNA PELÍCULA DE ATRACOS | CRÍTICA

El director en su laberinto

Una imagen de 'Apuntes para una película de atracos'.

Una imagen de 'Apuntes para una película de atracos'.

Le ha venido muy bien a Elías León Siminiani pasar por la negociación del encargo televisivo (El caso Asunta, muy bien resuelto) para atemperar los excesos de discursividad subjetiva que hicieron de Mapa un filme demasiado ensimismado e incluso exasperante en su condición reflexiva y auto-ficcional.

Y esa relajación se deja notar en estos Apuntes para una película de atracos que se acercan al butronero Carlos I.G., alias ‘Robin Hood de Vallecas’, famoso por sus atracos a bancos desde las alcantarillas y su captura en 2013, como sujeto de fascinación por el género de robos al tiempo que co-autor de un proyecto que vuelve a poner boca arriba los mecanismos de construcción del texto (no cabe ya distinguir entre documental o ficción), la gestión del tiempo y la primera persona de la enunciación como estrategias para seguir hablando de uno mismo, los intereses, dudas e interrogantes en tanto que cineasta e individuo.

Siminiani se mueve entre el homenaje cinéfilo (por su película desfilan fragmentos de gloriosos policiacos españoles o franceses), el recorte de la crónica de sucesos y la reconstrucción performativa de los hechos, entre la auto-exposición, siempre en el límite del pudor, con todo aquello que hace referencia a su pareja y a la inminente paternidad, y un saludable sentido humor que libera todos los elementos a un cuestionamiento constante, incluso antes de que lo haga el espectador: ¿cuál es el límite de una colaboración creativa con el propio sujeto de interés?, ¿cómo se gestiona la cuestión de clase en una relación de estas características?, ¿cómo aproximarse al otro sin explotarlo, sin ser condescendiente o caer en la caricatura?

Son estas algunas cuestiones que afloran y se entremezclan en este filme híbrido que se mueve entre la superficie, el espejo y el subsuelo, entre el autorretrato del cineasta en su laberinto y el reconocimiento a los ladrones de otros tiempos cuyas vidas, conflictos edípicos y hazañas corren el riesgo de amarillear en las páginas de un viejo periódico.