Lucha biológica

'Biofábricas’ de enemigos naturales para invernaderos

  • La empresa almeriense Agrobío es pionera en introducir mejoras genéticas de sus ‘bichos buenos’, que luchan contra las plagas agrícolas de forma eficaz

Suelta de ORIcontrol Cold en pimiento.

Suelta de ORIcontrol Cold en pimiento. / D. A.

Decir de cualquier empresa (de cualquier ámbito) que es pionera en algo y que ha desarrollado un avance novedoso que funciona y ayuda a sus clientes a cumplir con sus objetivos es un atributo de altísimo valor añadido. Los beneficios de ello los conoce bien Agrobío, la firma de biosoluciones para la agricultura con base en Almería que fue la primera en desarrollar Orius mejorados genéticamente para adaptarse a nuevas plagas y resistencias, en su objetivo de acompañar a los agricultores para evitarles pérdidas económicas. Lo hacen, además, con “una visión holística”, planteando el control biológico como un todo y a través de distintas estrategias, tal como explica su responsable del departamento de Desarrollo en Campo de Agrobío, Ana Belén Arévalo.

“No paramos de desarrollar nuevas producciones de enemigos naturales para plagas que están emergiendo, plagas donde hasta ahora no se hacía control biológico”, explica esta profesional de reconocido prestigio, al frente un equipo de 7 personas interconectado con el departamento de investigación de la empresa, que alberga a otros 14 investigadores (“cada uno con un enfoque y una perspectiva distinta, algo que suma mucho”, asegura) . “Por ejemplo, en cochinilla se está avanzando un montón, o con los auxiliares normales, que estamos haciendo mejora genética”, resalta. De hecho, Agrobío lleva ya más de una década de colaboración enfocada al Orius con la Universidad de Cartagena, gracias a lo que han obtenido “unas líneas de individuos mejorados genéticamente que son seleccionados para condiciones extremas”.

Los productos Oricontrol Cold y Plus están siendo todo un éxito y van a formar parte de las estrategias de control del trip parvispinus. Se trata de una de las principales preocupaciones actualmente de los agricultores almerienses, después de que llegara, parece que para quedarse, hace un par de años tras estar instalado previamente en el campo murciano.

El peligro del trip parvispinus

La clave para el trip parvispinus, según Ana Belén Arévalo, lo que están recomendando a los agricultores, es “adelantarse mucho con estrategias de suelta de ácaros de alimentación sobre la planta, igual que se hace sobre el pepino, para intentar establecer buenas poblaciones y que Orius también pueda establecerse rápido e intentar frenar el desarrollo de la plaga, que en ningún momento haga daño. El parvispinus, con muy poquita presencia ya produce un problema en ápice, en fruto… y lo que interesa es que no lleguemos a tener poblaciones numerosas para que no se extienda por el cultivo y genere pérdidas económicas. El objetivo es tener siempre buenas poblaciones de ácaro depredador y de Orius a lo largo de todo el ciclo de cultivo”.

Una de las partes más satisfactorias del trabajo de Ana Belén y de todos sus compañeros es la reacción de los agricultores al comprobar que su apuesta por el control biológico funciona. “En amenazas como el trip, donde ya hay un montón de resistencias contra las materias activas, la protección que mejor funciona es la suelta de enemigos naturales. La confianza de un agricultor la tiene puesta en los ácaros depredadores. Para protegerlos, tampoco pueden utilizar muchas de las herramientas que podrían usar para control de pulgón, porque no todas son compatibles. Al final se van concienciando, buscando estrategias de control biológico en todos los aspectos, no solo contra el trip, también contra araña, pulgón, mosca blanca… una vez que lo hacen bien se suelen ‘enamorar’, les da tranquilidad”. Esa es la visión holística, integral, por la que apuesta Agrobío, también en las fases de investigación y desarrollo de nuevas soluciones.

Sucede de forma similar con la lucha contra otra de las ‘bestias negras’ en los invernaderos: el pulgón. “Nuestra estrategia preventiva del control de los pulgones consiste en establecer buenas poblaciones de depredadores y de parasitoides del pulgón antes de que al cultivo llegue la plaga. Los parasitoides necesitan del pulgón, su huésped, para establecerse. Utilizamos cereales, que intercalamos en el cultivo, para inocular en ellos con un pulgón específico del cereal, dos especies diferentes que nunca van a suponer un problema para el cultivo (solo se quedan en el cereal), y sobre esos pulgones huésped ya sí podemos liberar las avispas que realizan el control de los pulgones claves”, explica Arévalo.

“En función de la especie de pulgón que queremos combatir necesitamos una serie de parasitoides. Y también podemos, cuando la cantidad de pulgón en el cereal es muy numerosa, hacer sueltas de depredadores, que son muy voraces y tienen bastante capacidad de dispersión en el cultivo, pues los machos vuelan. Conseguimos, con las plantas con flor que forman las ‘islas’ y esos cereales, crear una gran cantidad de enemigos naturales que nos van a ayudar con el pulgón plaga cuando aparezca. Es como tener una biofábrica dentro del invernadero”. Y es que “todos los días van naciendo y a lo largo del tiempo se van manteniendo poblaciones interesantes de enemigos naturales, así que cuando aparece el pulgón plaga, ya se encuentra el cultivo protegido”, desvela la investigadora.

Según la responsable de Desarrollo en Campo de Agrobío, “hay que hacerlo así, no esperar a tener un ataque de pulgón y que luego queramos soltar las avispas. Para que las estrategias funcionen hay que diseñarlas mezclando distintos enemigos naturales, que de una manera o de otra creen un control del pulgón diferente, para enfrentarnos a la plaga con precisión. Antes de que haya daño, amenaza y virosis, poder controlarla de forma eficaz y rápida”.

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