La empresa Almendras de Almería prevé gestionar casi 12.000 toneladas de producto

Nada más entrar a las instalaciones de Almendras de Almería, se escucha el rumor ensordecedor de la maquinaria que quita la cáscara, pela y repela el producto estrella de la temporada. Basta una hora para dejar sin rastro alguno de piel a 2.000 kilos de almendra y, al cabo del día, se parten 100.000 kilos.

No hay tiempo que perder. La campaña empezó el 3 de agosto y por delante quedan aún casi tres meses de incesante trabajo. Todo debe estar listo para su principal consumidor: la industria agroalimentaria o, más concretamente, para los fabricantes de turrones, mantecados y polvorones, que hacen su particular agosto en los meses de invierno.

Este año las cifras se prevén "buenas" para la comercializadora de frutos secos. Javier Vergara, co-propietario y gerente de la firma ubicada en Gérgal, estima que se "pelarán entre 10 y 12 millones de kilos de almendra". La climatología ha jugado en su favor, ya que además de haber exceso de producción, la calidad del producto ha aumentado.

En cuanto a los precios, se están cotizando en torno a los 2 euros y los 2,40 en pepita, dependiendo de la variedad de la que se trate (Comuna, Marcona y Desmayos).

Si se habla del precio en cáscara, la cosa cambia. Se compra a unos 0,35 ó 0,40 euros, aunque en el caso de la almendra ecológica, el coste se incrementa bastante, llegando a los 0,50 ó 0,60 euros. "Es más cara que la otra, la convencional, aunque hay mucho menos, sólo un 10% del total que movemos", explica el gerente.

Respecto al eterno problema, la competencia extranjera, Vergara afirma que "se sigue notando" la influencia estadounidense. "California tiene precios muy bajos, y nos hacen daño, aunque nuestros productos tienen su público por la mayor calidad".

La firma abrió sus puertas en 2001 y, desde entonces, ha proporcionado sus servicios a agricultores de toda la provincia de Almería, Granada e incluso de zonas más distantes, como Albacete.

Su cuota de mercado principal es el mercado nacional, y sus clientes más asiduos, Estepa y Jijona, grandes consumidores de frutos secos debido a su industria principal: los dulces navideños.

Además, apuestan por el medio ambiente y la optimización de los productos. "Vendemos los restos de cáscara a empresas de carbones" y otras que las utilizan como biomasa. Su precio comercial es escaso (0,06 euros), pero su valor medioambiental no tiene precio.