Finanzas

Bares y tiendas de alimentos: aliciente frente a la Almería Vaciada

Juan, encargado del bar de Laroya, brinda con Antonio, José Gabriel y Julio, tres clientes y amigos. Juan, encargado del bar de Laroya, brinda con Antonio, José Gabriel y Julio, tres clientes y amigos.

Juan, encargado del bar de Laroya, brinda con Antonio, José Gabriel y Julio, tres clientes y amigos. / Rafael González (Laroya)

La lucha de la Almería Vaciada para quitarse ese sambenito es constante. Las maletas de los vecinos, llenas de añoranza, que abandonaron sus pueblos años ha en busca de una vida supuestamente mejor en la gran ciudad, se convirtieron en una espada de Damocles que pendía sobre la supervivencia de muchos municipios pequeños del interior de la provincia.

Despoblación, vecinos cada vez más envejecidos, mano de obra que empezó a escasear y, por lo tanto, números deficitarios para los pequeños comercios. Una pescadilla que se mordía la cola y que poco antes de arrancársela, se ha dado cuenta que es suya y ha decidido curarse las heridas provocadas.

Y es que el pueblo vuelve a ser atractivo, se ha convertido en el mejor refugio frente al estrés de la ciudad. Tantísimos años de emigración vecinal y ahora el interior de la provincia que se convierte en receptor de urbanitas deseosos de que no haya cobertura y poder así descansar del totum revolutum mental que suponen las urbes.

De un tiempo a esta tarde, sobre todo después del confinamiento de 2020 por la COVID-19, el turismo rural ha cogido auge, lo que obliga a los municipios a prepararse para que sus calles vuelvan a escuchar el jolgorio habitual de décadas pasadas, sobre todo con las risas de los más pequeños. Hace falta que una mano de pintura a las calles, un buen alumbrado, reparar las señales oxidadas... Pero sobre todo, hay algo que no puede faltar: un bar y una tienda de alimentación.

Las administraciones lo saben. El bar es el corazón de un pueblo: es un rincón social para el vecino en su día a día y un atractivo para el turista. ¡Qué decir de un pequeño comercio donde comprar lo básico para un fin de semana de escapada! La provincia se ha puesto manos a la obra para que la Almería Vaciada vuelva a latir en torno a una partida de dominó al frescor de la caída del sol.

Bar ‘Museo la Almazara de Laroya’

En torno al mediodía, Juan está tranquilo. Se hizo cargo del bar de Laroya en las hogueras de San Juan y ya tiene bien estructurada su rutina: desayunos no tan tempranos como en la capital, una buena ronda de tapas y comidas al mediodía, y las algunas cenas principalmente para la gente que viene de fuera.

Está preparando la comida para este miércoles, que no se presenta demasiado bullicioso. O ese cree. “Los fines de semana sí que tengo un buen número de clientes, durante la semana es tranquilo, pero con un buen reguero”, indica mientras cuelga el jamón y corta finas lonchas para las tapas, entras las que habría que destacar la carne en sala, la costilla de orza, los montaditos, las tostas de ajoblanco... Todo casero y con el sabor añejo y saludable que dan los productos elaborados en los pueblos.

Juan sirve unos refrescos a Carmen, Rosalía y Serafina. Juan sirve unos refrescos a Carmen, Rosalía y Serafina.

Juan sirve unos refrescos a Carmen, Rosalía y Serafina. / Rafael González (Laroya)

Tres vecinas primeros, cuatro vecinos después, un ciclista de Macael necesitado de un buen tentempié para recargar energías... Al final, el bar que se le llena en un segundo y la cerveza coge protagonismo.

“El bar se ha convertido en el centro de reunión para los vecinos y son muchos los turistas que vienen aquí y ya tienen un sitio para comer o para tomar un simple refresco. Es imagen para Laroya”, explican las concejalas Rosalía Marín y Serafina Ruiz, que no dudan en echar una mano a Juan si lo necesita. El local, además, es una preciosidad. Se trata de una antigua almazara, rehabilitada por el Ayuntamiento, y que cede su explotación laboral, en este caso a este vecino nacido en la cortijada Estella, que conoce bien la hostelería tras trabajar como camarero. “Estoy encantado aquí. Es un estilo de vida diferente al que tienes en una ciudad, mis clientes son mis amigos, el pueblo está rodeado de naturaleza, no hay estrés... Todo”, dice Juan que si, por ejemplo, tiene que ayudar al panadero del pueblo con algunos encargados, lo hace sin pensárselo.

Si el encargado está contento, sus clientes mucho más. Carmen Franco, por ejemplo, vecina laroyana que emigró a París de pequeña y que estos días está en su pueblo, recuerda que de chica había otro bares que cerraron. “Era necesario contar con uno. Yo me vengo aquí por las tardes, me relajo y aprovecho para escribir unas postales y enviar a Francia”, apunta antes de decir risueña que había festejado sus 65 años hace unos días en el bar. “Fue una gran sorpresa, brindamos con champán”.

Manuel Fernández, ciclista del CC ‘Sin Limites’, de Fines, repone fuerzas tras subir a la Tetica de Bacares. Manuel Fernández, ciclista del CC ‘Sin Limites’, de Fines, repone fuerzas tras subir a la Tetica de Bacares.

Manuel Fernández, ciclista del CC ‘Sin Limites’, de Fines, repone fuerzas tras subir a la Tetica de Bacares. / Rafael González (Laroya)

Manuel Membrives, Antonio Garrido, Juan Sobrino, José Gabriel Salas y Julio Sánchez están de tertulia. “El bar es nuestro punto de encuentro, aquí no sólo nos tomamos algo y nos refrescamos ahora con los calores del verano, sino que también nos ponemos al día y nos echamos nuestras partidas de subastao, dominó, ajedrez...”, señalan destacando a Juan Sobrino como uno de las grandes figuras de las partidas vespertinas, que forman parte de la cultura popular de cualquier pueblo.

Nuevo supermercado en El Higueral (Tíjola)

Como no sólo de bares vive el hombre, para una población pequeña, caso de una pedanía, también es muy importante tener una tienda de alimentación. Bien lo saben en El Higueral, núcleo urbano tijoleño separado por 8 kilómetros. Hasta diciembre de 2019 no contaba con un supermercado donde comprar, lo que obligaba a los vecinos a coger el coche e ir a Tíjola u otros municipios cercanos. Y eso los que tenían vehículos, puesto que otros habitantes no disponen de vehículo, por lo que tenían que ir de polizones con amigos o familia, o usar el servicio de taxi.

Dotar a la pedanía de un supermercado ha sido una de las prioridades de José Juan Martínez como alcalde de Tíjola. Para hacerlo realidad, el Ayuntamiento cedió un local de forma gratuita y se comprometió a contribuir a sufragar los gastos de suministro al pequeño empresario local que se hiciera con la tienda. Rafael Espinosa, propietario de un lugar comercial en Tíjola, fue quien se puso al frente y ha hecho más cómoda la vida a los vecinos y a los visitantes que cada fin de semana recibe el núcleo urbano.

Enriqueta, Mari Cruz, Fernanda y Lola pasan por caja para pagar la pequeña pero imprescindible compra. Enriqueta, Mari Cruz, Fernanda y Lola pasan por caja para pagar la pequeña pero imprescindible compra.

Enriqueta, Mari Cruz, Fernanda y Lola pasan por caja para pagar la pequeña pero imprescindible compra. / Rafael González (Tíjola)

“Era un compromiso que teníamos con los vecinos, porque sabíamos que necesitaban este pequeño lugar comercial donde comprar productos alimenticios para la comida o, por ejemplo, de higiene, explican el alcalde y Carmen Martínez, concejala pedanea de La Higuera.

No hay mejor forma de comprobar que eso es así que visitando el pequeño supermercado. Diez minutos pasan de las una y media del mediodía, hora de cierre de la tienda. Enriqueta Fernández, José Pérez, Lola Castillo y las hermanas Mari Cruz y Fernanda Herrero, pagan la compra antes de marcharse a casa para comer y protegerse del intenso calor del miércoles. Todos vecinos, que o bien viven el año entero en la pedanía o pasan el verano en la misma.

El pensamiento, eso sí, es el mismo en todos ellos: “Nos hacía mucha falta un negocio así, le da vida a nuestro pueblo”, dicen prácticamente al unísono mientras esperan pacientemente a que la cajera vaya marcando los códigos de barra para cobrar. No son compras muy grandes la que han hecho esta mañana, un bote de legumbres, un par de cajas de galletas, media docena de huevos, pasta de dientes y, por supuesto, pan casero buenísimo de Tíjola que cada mañana suben hasta la localidad. Todos ellos productos imprescindibles, que se convertía en un tormento conseguirlos cuando había que desplazarse hasta Tíjola. “O incluso a Serón íbamos a veces”, dicen en la fila. “Yo no tengo ni coche, a mí me costaba más todavía cuando tenía que irse fuera”, dice bondadoso José, muy agradecido al alcalde por el afán puesto en sus legislaturas para que El Higueral tenga cada día más servicios.

José Pérez escoge unas legumbres para cocinar. José Pérez escoge unas legumbres para cocinar.

José Pérez escoge unas legumbres para cocinar. / Rafael González (Tíjola)

“Bares sí que tenemos. De hecho, en el Mesón Azahara se comen las mejores chuletillas de cabrito de toda España, te lo digo yo”, asegura José Juan, lo que provoca que muchos domingueros acudan también los fines de semana al núcleo urbano y el ofrecerles buenos servicios se convierta también en necesidad. “Estamos haciendo casas rurales por las cercanías, puesto que nuestra apuesta por el turismo rural es importante ya que cada vez son más la gente de la provincia de Almería o de Murcia que se interesan por pasar una temporada en nuestra zona para desconectar. Por eso, es importantísimo que El Higueral tuviera su propia tienda, es una forma de dar una imagen buena de todo el municipio de Tíjola, que ayuda a que estos turistas corran la voz de lo bien y lo cómodos que han estado”.

Taberna Carreño, de Olula de Castro

Saltando desde el Valle del Almanzora a la Sierra de los Filabres, a algo más de una hora por carretera de montaña, preciosa en estaciones del año más frías y lluviosas, en Olula de Castro hay un ejemplo más de lo importante que es un bar para la Almería Vaciada. Junto al Ayuntamiento y la iglesia, en la plaza, la Taberna Carreño se convierte en el centro neurálgico de los pocos vecinos del municipio, pero cuyo censo veraniego aumenta de forma considerable.

Hace pocas fechas han vivido las fiestas del emigrante de la localidad y el bar se ha encargado de amenizarlas. “Hemos celebrado algunos trofeos, como de truco o de dominó, y se han vivido en el bar”. La que habla es la alcaldesa, Isabel Nieto, que con una pregunta muestra a las claras la importancia de este tipo de negocios para los pueblos pequeños. “¿Y si a un niño pequeño le apetece tomarse un helado y no tenemos bar, ¿qué hace? Al final, es imagen para el pueblo y es un servicio que agrada a las familias que un día marcharon o a las que nos visitan, y que les hace repetir seguro”.

Son pocos los meses, prácticamente se podría contar por semanas, que Isabel lleva en el cargo pero ya está trabajando para mejorar y dotar de los servicios mínimos que una localidad pequeña pero entrañable como Olula de Castro necesita. “Un negocio como la Taberna Carreño es vida para el pueblo. Un negocio o un conjunto de negocios, porque mi deseo es que en el futuro actúe también como tienda y venda productos imprescindibles, para que no haya la necesidad de coger el coche e irse a Gérgal a comprar”, explica la regidora que sabe del tremendo potencial de la zona gracias al turismo rural y del que desean sacar partida.

“Ahora en verano sí hay más gente, pero durante el invierno la gente viene a Olula de Castro a descansar, a hacer rutas de senderismo o a coger su casa rural, encender su chimenea y desconectar. Ellos vienen a estar cómodos, a que le pongan buena comida y pasar unos días agradables. Todo suma. A traernos el pan, viene un panadero desde Abrucena y la idea es que venga algún otro comerciante más. Cuantos más servicios tengamos en el municipio, mejor”, finaliza Isabel a la que se le nota deseosa de trabajar y hacer cosas por su pueblo. Tal es así que después de atender de forma encantadora a Diario de Almería, tuvo que arremangarse la camisa y realizar unas tareas en las pistas polideportivas.

Vecinos de Olula de Castro, disfrutan del cine de verano, de unos juegos de mesa o de una tertulia mientras toman algún refresco en el bar de la localidad. Vecinos de Olula de Castro, disfrutan del cine de verano, de unos juegos de mesa o de una tertulia mientras toman algún refresco en el bar de la localidad.

Vecinos de Olula de Castro, disfrutan del cine de verano, de unos juegos de mesa o de una tertulia mientras toman algún refresco en el bar de la localidad.

Laroya, Olula de Castro y la pedanía de El Higueral son algunos de los tres ejemplos de la Almería Vaciada, que se resisten a dejarse vencer y pugnan recuperar esplendor. Una cerveza, un café, el simple hecho de comprar unos huevos y una barra de pan es algo tan habitual en las grandes ciudades, que uno no aprende a valorarlo hasta que le falta. De ahí el compromiso de Diputación para que en 2027 todos los municipios de la provincia de Almería tengan su bar y su pequeño comercio de alimentación. A la despoblación, al olvido no hay mejor forma de vencerlo que con un brindis y unas tapas del día y eso lo saben bien en los pueblos pequeños.

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