Restauración

Conoce a los dos jóvenes almerienses promesas de la alta cocina

  • Los dos finalistas están impacientes por recibir las bases para preparar el plato que impresione a los jueces en la final

Juan José Grande y Francisco Ramón Gómez ante el rótulo de CPIFP Almeraya

Juan José Grande y Francisco Ramón Gómez ante el rótulo de CPIFP Almeraya

Una buena formación siempre ha sido el punto de partida para conseguir un ‘buen empleo’, el cual según quien y según la época se ha definido de una u otra manera. No obstante, lo que siempre ha mantenido su definición, y ha sido el ingrediente que algunos no sabían que tenían, es el ‘talento’, el cual a estos dos almerienses no les falta.

Juan José Grande Berenguer y Francisco Ramón Gómez Guerrero son dos estudiantes de cocina del CPIFP Almeraya de Almería y dos de los diez finalistas del concurso de Promesas de Le Cordon Bleu Madrid, al que se han presentado cocineros menores de 25 años de toda España. Los finalistas lucharán por una beca de 23.000 euros que supone conseguir el primer puesto y que servirá para estudiar en la escuela de cocina madrileña. El segundo puesto será premiado con 8.500 euros para el mismo cometido.

Ambos llegaron a la recta final del concurso gracias a la creatividad con la que adornaron el plato propuesto en las bases del concurso: una aiguillete de dorada y un ravioli vegetal tanto por dentro como por fuera de libre elección. Tanto Juan José como Francisco Ramón lo tuvieron claro que el mejor añadido para la base estipulada era lo que produce la huerta almeriense, por eso no dudaron en tomar productos provenientes de las huertas de amigos y familiares y convertirlos en la esencia que diferencia al plato de alta cocina que les llevó a la final. Además, usar productos de la zona favorecía a la puntuación del plato.

A Francisco Ramón Gómez no solo le ha cambiado la vida el concurso, sino también la cocina, que empezó a estudiar hace ya cuatro años. “Estaba en un momento turbio de mi vida, y decidí estudiar cocina porque realmente me gustaba desde pequeño. Me hice la pregunta de ‘¿Por qué no?’, y yo mismo me respondí que nunca era tarde y empecé”, cuenta el finalista.

"Me pregunté: ¿Por qué no? y yo mismo me respondí que nunca era tarde para empezar ”, Francisco Ramón Gómez

Por su parte, Juan José Grande siempre ha estado ligado a la restauración: “Mi padre ha sido camarero durante toda su vida, y mi abuelo, Juan José Berenguer Amat, ha tenido varios locales de restauración. El interés por la cocina emana desde mis raíces. Además, durante mi época de la educación secundaria no era muy buen estudiante, decidí probar la cocina y me cambió para bien”, recuerda el joven cocinero. Además, el amor por la cocina de este finalista ha hecho que lleve mucho tiempo detrás de este mismo concurso: “Cuando estudiaba el grado medio yo ya me quería presentar, pero no me veía igual de capacitado que ahora. Cuando empecé a estudiar el grado superior, tenía muy claro que al segundo año me iba a presentar”, comenta Juan José Grande.

A pesar de que los dos están contentos y orgullosos de haber llegado a la final, saben que no deben dormirse en los laureles y es que los dos finalistas ya esperan impacientes las bases para preparar el plato que impresione a los jueces en la final. Ambos tienen las expectativas muy altas respecto al concurso de Promesas, y dan a entender que hay muy buena relación entre ellos. “Tenemos una competencia sana”, afirma Juan José Grande. “Para mí sería un orgullo pero sobre todo, un sueño ganar el concurso. Pero ante todo, quiero que el premio se quede en Almería, ya sea por mí o por mi compañero”, dice el finalista.

"Siempre he estado ligado a la cocina. Mi interés emana desde mis raíces”, Juan José Grande

Tanto Juan José Grande como Francisco Ramón Gómez, han destacado lo importante que es dar nombre a la tierra de la que vienen. Además de usar productos de Almería, “Que por algo nos llaman la huerta de Europa”, como dice Juan José Grande, para la preparación del plato que les llevó a la final, Juan José Grande se propuso simular una roca del desierto de Tabernas en su creación. Para ello, hizo un bizcocho aéreo, al que acompañó con una guarnición de tomate cherry asado. “Así le di altura al plato e intenté simular una roca para darle nombre al desierto de Tabernas”, dice Francisco Ramón Gómez.

Los dos promesas almerienses de la alta cocina son ejemplo de que un mal momento en la vida puede suponer un punto de inflexión para lanzar una carrera. El esfuerzo que han demostrado les ha llevado a obtener un reconocimiento que es un buen apoyo para el mundo laboral, porque como ha dicho Juan José Grande: “He descubierto un oficio que es muy sacrificado. La cocina me ha dado mucho, me da y espero que me siga dando en el futuro porque ya se ha convertido en un estilo de vida que quiero seguir”, concluye.

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