Guía de Cajamar sobre gestión integrada de plagas en cultivo intensivo de pepino

Un técnico de Nature Choice ofrece las claves: hermeticidad, suelta de swirskii en el momento adecuado y la integración de tratamientos químicos

El pepino es una de las principales hortalizas que cultiva la provincia de Almería, tras el tomate, el pimiento y el calabacín.
El pepino es una de las principales hortalizas que cultiva la provincia de Almería, tras el tomate, el pimiento y el calabacín.
Elio Sancho

23 de febrero 2015 - 01:00

El éxito del control integrado en pepino se basa en cuatro pilares fundamentales: proteger a las plántulas de la virosis tempranas, cuidando la hermeticidad y limitando el acceso de las plagas a las plántulas mediante mantas térmicas y placas cromotrópicas; liberar cuanto antes al Amblyseius swirskii, realizando la suelta entre tres y cinco semanas después de la plantación; integrar adecuadamente los tratamientos fitosanitarios para que no afecten al ácaro depredador, poniendo especial cuidado en los realizados contra mildiu y contra trips; y ayudar al ácaro depredador mediante captura masiva con placas cromotrópicas, y realizando un refuerzo de ácaros en febrero si es necesario.

Esta es una de las principales conclusiones que recoge el documento 'Gestión integrada de plagas en pepino bajo invernadero', que acaba de publicar la Fundación Cajamar, en el marco de su colección de Series Temáticas, sobre proyectos desarrollados en la Estación Experimental Las Palmerillas.

Su autor, Francisco José Salvador Sola, técnico de la SAT Nature Choice, explica que el control de Pseudoperonospora cubensis ha de integrar medidas físicas, culturales y químicas, seleccionando adecuadamente los fungicidas utilizados para maximizar su eficacia y evitar interferir con la población de Amblyseius swirskii. El resto de las plagas pueden ser controladas fácilmente combinando el uso de parasitoides y depredadores con aplicaciones puntuales de químicos compatibles.

Dentro del Poniente almeriense, el pepino holandés ocupa un total de unas 3.500 hectáreas y entre pepino español y francés suman otras 1.500, lo que supone un total de 5.000 hectáreas y, aunque la superficie bajo control integrado no ha dejado de aumentar desde 2007, el método no acaba de asentarse en la zona (50% del total), hasta el punto de que en el último año ha bajado la superficie de pepino donde se utiliza control biológico, en contra de todas las afirmaciones políticamente correctas, procedentes, mayoritariamente, de representantes públicos; además, en una parte importante de esta superficie las sueltas de enemigos naturales son testimoniales, más enfocadas a cumplir los requisitos de clientes y protocolos de calidad voluntarios, que al control efectivo de las plagas. A fin de cuentas, hay que reconocer que el pepino -cultivo de ciclo corto y partenocárpico- no es una planta que resulte atractiva a los organismos de control biológico (OCB), recoge el documento publicado por Cajamar.

A pesar de este dato general, hay quien sí apuesta decididamente por la lucha biológica. En Nature Choice SAT, el control integrado de plagas está totalmente implantado en sus cultivos de pepino, asegura Salvador Sola, que lo cifra en unas 200 hectáreas anuales desde el año 2008, tras los primeros ensayos que realizó durante las campañas de primavera y otoño del 2007. "Nuestro protocolo para el control de las dos plagas clave en la zona (Bemisia tabaci y Frankliniella occidentalis) se basa en el ácaro depredador Amblyseius swirskii, soltado en dosis que oscilan entre 80 y 125 individuos por metro cuadrado y utilizando formulaciones en sobre que colocamos entre la tercera y la quinta semana de cultivo", recoge el documento.

El pepino holandés no es un buen huésped para Bemisia tabaci y el control biológico que realiza sobre ella el swirskii es muy efectivo, por lo que las infestaciones masivas son raras. Además de cuidar la hermeticidad y elegir variedades tolerantes, el uso de mantas térmicas en las primeras semanas y la colocación de trampas cromotrópicas de captura masiva son medidas muy útiles.

Los insecticidas usados son preferentemente adulticidas de contacto -como el piridaben y los jabones potásicos y fosfóricos-, pero también resultan útiles insecticidas sistémicos que permitan la aplicación por riego sin necesidad de retirar las mantas térmicas protectoras -como son los bloqueadores de la alimentación y determinados neonicotinoides-. "Pero hay que contar con que la escasa presencia de Bemisia tabaci -principal presa del swirskii- junto con la ausencia de polen, ralentiza el desarrollo de la poblacióndel ácaro depredador", señala el informe.

Por el contrario, F. occidentalis causa daños directos en la cosecha durante el último tercio del cultivo, coincidiendo con los mejores precios de la campaña. El control biológico de trips requiere poblaciones numerosas de swirskii, pues el ácaro solo depreda el primer estadio larvario y el porcentaje de lances fallidos es elevado, a no ser que los ácaros ataquen las larvas en grupo. Para conseguirlas, los ácaros han de liberarse cuanto antes en el cultivo, a ser posible con anterioridad a la llegada de los primeros adultos de trips invasores.

A partir de ahí es fundamental la correcta integración de los tratamientos químicos, muy fácil en algunas plagas -mosca blanca, pulgón, araña roja...- y, como hemos visto, casi imposible en el caso del trips, recuerda el documento.

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