El Laboratorio de Sanidad Vegetal alberga a los médicos de las plantas

Detrás de la calidad de los productos hortofrutícolas se esconde el trabajo de muchos agentes que contribuyen a garantizar las mejores cualidades organolépticas de los mismos. Algunos son más visibles, como los agricultores, pero también hay quienes contribuyen desde ámbitos más desconocidos pero no menos importantes. Y es que gran parte de la 'culpa' del éxito del campo almeriense la tiene el Laboratorio de Producción y Sanidad Vegetal de Almería, integrado en la Red de Laboratorios Agroganaderos de la Consejería de Agricultura y Pesca.

Abierto en 1988, el centro está especializado en la detección de residuos de pesticidas en frutas y hortalizas así como en el análisis y diagnóstico de plagas y enfermedades en fitopatología. Sus servicios son extensibles a cualquier agricultor (siempre a través de su a través de las Agrupaciones de Producción Integrada o API's), alhóndigas y cooperativas, así como a los organismos oficiales (inspectores fitosanitarios o de calidad de las delegaciones provinciales andaluzas). Para ello cuentan con un equipamiento de última generación que se renueva continuamente para estar al paso de los avances que se desarrollan en el sector. Así, destaca la incorporación de una técnica, la PCR Real Time (Polymerase Chain Reaction) o Reacción en Cadena de la Polimerasa consistente en la amplificación de secuencias de ADN in vitro que permiten obtener gran número de copias de un fragmento de ADN de manera que después de esta amplificación resulte mucho más fácil identificar organismos nocivos causantes de una enfermedad. Además, recientemente se ha implementado otro método de detección de residuos de fitosanitarios que permite incorporar 100 materias activas a las 200 existentes en el boletín de resultados de uno de sus análisis, la Cromatografía Líquida de Ultra eficacia o UPLC (sus siglas en inglés). De esta manera a final de año se podrán detectar hasta 350 materias activas en las muestras.

El director del laboratorio, Rafael Lozano Cabello, ha podido constatar de primera mano la "espectacular" transformación que ha vivido la agricultura de la provincia en los últimos años, que "ha pasado de un control de plagas netamente químico a un control integrado donde los organismos de control biológico juegan un papel fundamental, así como el uso de materias activas respetuosas con estos organismos". Como consecuencia han surgido materias activas de nueva generación, bien para adaptarse a los nuevos métodos de cultivo, bien para hacer frente a la aparición de nuevas plagas como la Tuta absoluta, explica. El reciclaje de conocimiento y los avances se imponen también en el día a día del laboratorio. "Consideramos que es nuestra obligación actualizarnos y dar respuesta a las necesidades de la agricultura actual".

La espina dorsal del laboratorio se articula en dos grandes departamentos: el de residuos y el de fitopatología. El departamento de residuos está acreditado por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC) desde 2003 y se dedica a la vigilancia de productos fitosanitarios y de residuos de productos fitosanitarios encuadrados en los programas del Plan Andaluz de Sanidad Vegetal (Pasave).

En este departamento se recepcionan y procesan una media de 2.500 muestras anuales que generan más de 5000 análisis. Todas ellas se analizan por cromatografía líquida y de gases, a los que se añaden una serie de controles internos relacionados con el sistema de calidad del laboratorio.

"Todas las muestras que recepcionamos para ser trabajadas en este departamento son oficiales. Las toman los inspectores fitosanitarios o de calidad de las delegaciones provinciales a las que damos cobertura", precisa Lozano. Cada una debe llegar debidamente identificada con su correspondiente acta y precintada para evitar que haya ningún tipo de alteración desde que el inspector la toma en la explotación o en la comercializadora y hasta que llega al laboratorio. Por su parte, el departamento de fitopatología está dividido, a su vez, en cinco unidades: virus, entomología, biología molecular, hongos y bacterias.

La unidad de virus es "posiblemente la que realiza mayor número de análisis en el laboratorio por la complejidad que conlleva la detección de este tipo de organismos nocivos así como la evolución constante que se da en la agricultura intensiva de alto rendimiento que se realiza en nuestra provincia". Anualmente se recepcionan en torno a unas 2.000 muestras que generan más de 4000 determinaciones y un total de 18.000 análisis.

Solo en 2010 el número total de muestras recibidas a través de API's ha sido de 538, a las que corresponde un número de plantas de 793 y en las que se ha realizado un total de 4.944 análisis. Del total de muestras analizadas lo más destacado es la presencia de CGMMV (Cucumber green mottle mosaic virus) en cultivos de sandía y pepino y de un virus denominado EMDV (Eggplant mottle dwarf virus) no detectado hasta ahora en la comunidad autónoma andaluza. En las últimas dos campañas se ha visto aumentada el número de muestras afectadas por virus poco comunes transmitidos por plagas que hasta ahora estaban muy controladas y con baja incidencia, siendo por tanto poco común la detección de estos virus. "El hecho que determinados insectos vectores hayan proliferado como consecuencia de la menor presión química, nos obliga a estar alerta en cuanto a la detección de numerosos virus".

Otra de las unidades más destacables es la de entomología. Actualmente desarrolla un estudio sobre entomofauna de los cultivos hortícolas en invernadero para conocer la evolución de las plagas más importantes de la provincia y recientemente ha sido responsable de la coordinación del programa para el control de Tuta absoluta en cultivo de tomate al aire libre desarrollado por la Consejería de Agricultura y Pesca junto con empresas como Agrobío y Dupont Ibérica.