Lorenzo Espinosa Sierra, alma mater de Macresur y Plastimer

El directivo era una de las mentas más privilegiadas del tejido empresarial

Lorenzo Espinosa Sierra, alma mater de Macresur y Plastimer
Lorenzo Espinosa Sierra, alma mater de Macresur y Plastimer
Antonio López Romero
- Periodista

01 de octubre 2017 - 02:31

El domingo 24 de septiembre fallecía a los 55 años de edad el abderitano Lorenzo Espinosa Sierra. Una de las mentes más privilegiadas del panorama empresarial y profesional almeriense.

Lorenzo Espinosa destacó desde niño en las diferentes etapas de su formación académica que completó con una brillante licenciatura en Química por la Universidad de Granada en 1985 y se convirtió con el paso de los años en un profesional con una capacidad de aprendizaje envidiable. En su juventud universitaria trabajó cada verano para pagarse sus estudios y contribuir a la economía de una familia de trabajadores muy conocida en Adra.

Completó su formación con una brillante licenciatura en Química en el año 1985

Tras concluir sus estudios prestó sus servicios profesionales en algunas de las más importantes empresas químicas de España, hasta que en abril de 1991 fue contratado por Macresur, empresa líder a nivel nacional en plásticos para la agricultura, pasando por distintas posiciones hasta llegar al puesto de director. Ya en septiembre de 2001 pasa a ser director técnico de Inversiones Plásticas TPM, ampliando su actividad a las empresas Macresur y Plastimer ubicadas en La Mojonera y El Ejido y Torres Film, en Valencia, dedicadas a la fabricación de plásticos para la agricultura intensiva y para la industria, entre otras actividades.

A todas se dedicó en cuerpo y alma y pronto tuvo un gran reconocimiento entre los profesionales del sector químico, hasta convertirse en el gestor clave en el desarrollo productivo y comercial de este grupo empresarial, pasando a comienzos de 2005 a ocupar el cargo de director general, con una responsabilidad sobre unos 250 empleados.

No había meta que Lorenzo no alcanzase con esfuerzo y tesón, perfeccionando su formación como directivo, ampliando su impresionante curriculum, cursando el prestigioso Máster en Economía y Dirección de Empresas del Instituto Internacional San Telmo de Sevilla, acompañado por un dominio fluido del idioma inglés. Este esfuerzo por la formación permanente al nivel de autoexigencia que tenía le hizo ampliar su campo profesional y de paso su gestión empresarial hacia el área internacional, para hacer cada vez más grande la empresa en la que trabajaba.

En su vida tuvo innumerables pruebas de fuego que resolvió con inteligencia y persistencia, trabajando de manera incansable de lunes a domingo y poniendo a prueba su gran capacidad.

Hacia el año 2012, una serie de luchas empresariales dieron al traste con el grupo TPM, propietario de las empresas que dirigía Lorenzo, provocando además el cierre de las mismas y la pérdida de un buen número de puestos de trabajo.

Un profesional con su carrera hubiese movido sus contactos para conseguir un trabajo acorde a su categoría y empezar de cero. Pero eso era demasiado fácil para Lorenzo. En lugar de lo lógico eligió el camino de los gigantes. Durante un año buscó un inversor que pudiese adquirir las empresas cerradas con la promesa del abderitano de volver a hacerlas grandes de nuevo. Su constancia obtuvo el premio que se merecía y encontró un nuevo grupo empresarial con el que reflotar estas fábricas, volver a competir tras un año de ausencia en los mercados y comprometerse a conseguir buenos resultados económicos, con la recuperación de muchos de los puestos de trabajo perdidos.

Desde el 2013, esfuerzo sobre esfuerzo para no defraudar a quien puso su confianza en él protagonizó diversas iniciativas hasta casi tener tanta responsabilidad y compromiso como el propio dueño. El renacer de Macresur, Plastimer y Torres Film se debió a su perseverancia como nuevo director general. Él era el auténtico valor de las industrias reflotadas. Una persona con una calidad humana y profesional y un magnetismo tal, que consiguió lo imposible solo con sus conocimientos y su seguridad.

En los últimos meses tuve la oportunidad de compartir con él varias reuniones familiares. Quedé impresionado por su fuerza mental y su determinación para emplear segundo a segundo sus energías de reserva para favorecer en todo lo posible a su familia y planificar el futuro de sus hijos. Porque Lorenzo no dejaba nada a la improvisación.

Nuestra Almería, que no está sobrada de personajes de talla, ha perdido a un gran profesional. Sus amigos han perdido a un ser especial que a pesar de sus sacrificios profesionales, sacó tiempo para cultivar amistades, que mantuvo desde la niñez.

Y su familia (mi abrazo y mi cariño sin reservas a su mujer, Tere, y a sus hijos Loren y Maite) a un marido y un padre que trabajó y luchó por ellos y para ellos hasta el final. Nunca retrocedió ante la adversidad. Siempre adelante y sin dar un paso atrás. En estos párrafos he preferido contar cómo vivió.

Descanse en paz este ser excepcional, cuya gran energía, que no se destruye, a buen seguro será aprovechada por sus descendientes. Porque Lorenzo sigue vivo en ellos.

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