Pagos de Indalia produce 100.000 botellas este año

La empresa de Padules sacó su primera añada en 2010 con 27.000 botellas y ha crecido de forma exponencial hasta alcanzar las siete variedades de vino entre tintos y blancos

Pagos de Indalia produce 100.000 botellas este año
Pagos de Indalia produce 100.000 botellas este año
V. Hernández

12 de octubre 2013 - 01:00

En apenas cuatro años se ha colocado como una de las bodegas más prolíficas de la provincia. Con 100.000 botellas y siete variedades de caldos, Pagos de Indalia puede estar orgullosa del importante avance que ha experimentado. En 2009 el gerente, Diego María Ortega y su familia pusieron en marcha viñedos, instalaciones y productos y poco a poco han ido creciendo y mejorando hasta conseguir un resultado más que óptimo. Esta misma semana se ha publicado la Guía Peñín de los Vinos de España 2014, que le ha otorgado a la bodega de Padules 90 puntos de un total de 100 a sus caldos Indalia Selección, Pinot Noir y Syrah, explica el gerente.

Las ventas también confirman su buena andadura. Ya comercializan sus productos en toda la provincia a través del sector de la restauración y las tiendas especializadas, además de en la provincia de Sevilla, en algunas zonas de Alemania y en Dinamarca. En algunos casos, como es el blanco Flor de Indalia, se quedan sin existencias en poco tiempo. "El 100% de las botellas se vende solo en Almería, nos faltan debido a la gran demanda que hay". En este caso, se trata de una de sus líneas más pequeñas, ya que producen entorno a 9.000 botellas anuales.

En una superficie de 21 hectáreas en las zonas de Padules y Ohanes cultivan 47.200 viñas con seis variedades de uva a las que cuidan con mimo: Syrah, Petit Verdot, Cabernet Franc, Tempranillo, Pinot Noir y Cabernet Sauvignon. Cada una de ellas aporta pecualiaridades diferentes a sus vinos. En su gama cuentan con dos blancos, Flor de Indalia y El Terrao; y cinco tintos, El Terrao, La Cabra&La Bota, Indalia Selección, Indalia Syrah (monovarietal 100%) e Indalia Pinot Noir (monovarietal).

La pasión de Ortega por la viticultura viene de lejos. "Llevamos treinta años con una empresa de distribución de vinos y siempre tuve la ilusión de tener mi propia bodega".

Una inversión de 870.000 euros y buenas dosis de esfuerzo y trabajo constante han hecho que de la primera cosecha de 2010, en la que obtuvieron 27.000 kilos de materia prima, hayan pasado a los 100.000 de la presente campaña, en la que además han experimentado una calidad muy notable.

Esta semana ultiman la vendimia, un proceso artesanal que se hace "como antiguamente", con mulas. Y es que una de las fincas de cultivo se encuentra en una zona alta de montaña en la cual la pendiente no deja opción a otro medio de transporte.

En el proceso de vendimia y elaboración se esconden las claves que dan a sus vinos esa calidad y sabor diferenciados. Realizan la vendimia en horario nocturno, con el objetivo de preservar la máxima calidad de la uva y lograr que, por un lado, no empiece a fermentar en campo y, por otro, entre bien fría a la bodega conservando así las características de cada variedad y terruño. En la mesa de selección, tanto Ortega como su hijo se ocupan de supervisar "todos y cada uno de los racimos de uva", y sin advierten cualquier imperfección estos son retirados.

Además, realizan la elaboración de los caldos por gravedad, aprovechando la pendiente del terreno donde se ubica la bodega y los diferentes pisos con que cuenta, un total de cinco plantas. "Es de las pocas bodegas que lo hacen así en España. Aquí es el motor de la gravedad el que mueve el vino entre los distintos niveles", explica Diego Ortega hijo.

Le siguen los procesos de recepción y selección, molturación, fermentación y crianza en barricas, en su inmensa mayoría de roble francés (tienen 202 de este tipo frente a solo 7 u 8 de roble americano). "De este modo se preserva la mayor calidad de la uva al no utilizar procedimientos mecánicos y permite elaborar vinos con gran personalidad".

Entre los sellos que avalan su calidad está la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Ribera del Andarax. Sus cultivos se ubican a orillas del Andarax en una zona situada entre Sierra Nevada y la Sierra de Gador, lleno de grandes barrancos, tajos y desniveles, con suelos calizos en el entorno y pizarras de Sierra Nevada en los viñedos más altos, los que se encuentran a altitudes que superan los 1.000 metros.

Otra de las características de sus vinos es la imagen que otorga la empresa a la imagen. Y es que tanto los logos de cada variedad como sus nombres son atractivos y originales, repondiendo fielmente a la filosofía de la empresa.

El gerente explica que algunos nombres son pensados apota, como el Flor de Indalia. "Queríamos que evocara a Almería, y pensamos que al Indalo le faltaba una pareja, de ahí Indalia". Otros nombres surgen de forma casual, como La Cabra&La Bota. "Estaba cuidando unas viñas y dejé unas botas en el campo. Por la zona hay cabras y una se quedó suelta y comenzó a jugar con los cordones de la bota". Esta curiosa imagen se plasma en las botellas de la variedad de tinto que lleva su nombre.

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