Es un hecho incuestionable la influencia del entorno más cercano en el estado de ánimo y en el comportamiento de la persona; de ahí la importancia de conseguir un hábitat acogedor que invite a ocuparlo, tanto en la vida privada del hogar, como en la actividad laboral, o en el disfrute del ocio de cara al público. Esta aspiración humana ha hecho que surjan estudiosos especialistas en el diseño, adecuación y decoración de espacios interiores, conocidos como interioristas.

Desde mi condición de diseñador especialista en interiorismo, con la formación adecuada y cualidad innata para crear, sin ánimo de ‘dar lecciones’, voy a exponer varias razones por las que considero útil y ventajoso recurrir a un interiorista a la hora de proyectar la reforma del interior de una vivienda, la instalación de espacios efímeros en ferias o la adecuación de un local para uso público en cualquier de sus actividades.

El interiorista ofrece un asesoramiento integral que satisfará las necesidades del cliente, proporcionando la mejor solución al proyecto; la adecuación a la normativa legal vigente; la dirección y coordinación desde el inicio al final de los trabajos; el riguroso control del presupuesto y la armonización de funcionalidad y estética del espacio a tratar.

Para conseguir un entorno vital agradable, el usuario ha de percibir con agrado las sensaciones visuales, auditivas, olfativas, táctiles e incluso gustativas (si de un recinto hostelero se trata) que le llegan.

De ahí la importancia de un diseño integral armónico.Además del trabajo creativo y organizativo del proyecto, el interiorista conoce las tendencias y el mercado de los materiales a utilizar teniendo en cuenta su cualidad y calidad (revestimientos, iluminación, equipamiento, mobiliario y elementos decorativos) al mantener contacto directo con las principales firmas, y por tanto puede conseguir una mayor reducción de los costes finales.