Regreso al futuro
Cajamar cuenta con un invernadero con 243 variedades de hortalizas, más allá de las 'típicas'. Muestra al sector en Las Palmerillas las alternativas que tiene para diversificar sus cultivos.
El futuro ya está aquí. Cajamar ha puesto a disposición del sector agroalimentario almeriense un proyecto de investigación que se ubica en la Estación Experimental Las Palmerillas con el objetivo de mostrar la infinidad de posibilidades que existen a la hora de cultivar bajo plástico, más allá de los cultivos tradicionales de tomate, pimiento, pepino, calabacín, berenjena, judía, melón y sandía, así como sus variedades más conocidas.
En el marco de su respaldo continuo a la industria hortofrutícola, Cajamar ha puesto en marcha un invernadero de alrededor de mil metros cuadrados en el que está cultivando nada menos que 243 variedades de hortalizas. Una especie de exposición de lo que puede ser la horticultura almeriense del futuro, mostrando a los productores y a las comercializadoras el margen que aún queda para mejorar la competitividad del modelo Almería a través de la diversificación, para ir introduciendo paulatinamente nuevas variedades comerciales, en función de la demanda y las nuevas tendencias de los consumidores, como complemento ideal a la renta, a través de la producción de las frutas y hortalizas convencionales.
Este invernadero de variedades recibió en septiembre los primeros transplantes y hoy se ha convertido en un crisol de productos de diferentes tamaños, colores, texturas, sabores y matices, lo que da idea de las enormes posibilidades que existen aún en las más de 29.000 hectáreas invernadas que posee el campo almeriense a la hora de llegar al consumidor, cada vez más global y menos estereotipado, ya sean familias con hijos o monoparentales, así como para los cada vez más aficionados a la cocina, que buscan ingredientes diferentes, que ofrezcan un valor añadido al plato o, simplemente, que hagan de las frutas y las hortalizas, el ingrediente principal de un menú gourmet.
Para ello, nada mejor que mostrar este invernadero de variedades al sector, para que sea el germen de una nueva tendencia hacia la diversificación, algo que Cajamar ya está haciendo con visitas de técnicos, agricultores, así como público en general, que a la postre es el que debe demandar esta diversidad de productos.
Un paseo por el invernadero, de la mano de Antonio Céspedes, ingeniero de la Estación Experimental Las Palmerillas, ejerciendo de guía y explicando las cualidades de cada una de las variedades, permite tomar conciencia del potencial aún por explotar: pimiento picante, chili, guindilla, pimiento dulce mini, chile de árbol, padrón dulce y picante, jalapeño, pimiento sweet bite, blanco, habanero rojo, amarillo y naranja, tomate rosa, cóctel ramo, corazón de buey, cherry pera, kumato, mini pera, cherry uva, raf, cóctel rayado, cherry pera zebra, berenjena blanca, alargada rosada, berenjena rayada, redonda, oval rosa, roja, pepino mini, pepino alficoz, calabaza blanca y naranja, calabacín huevo amarillo y verde, calabacín africano, calabacín verde blanco con rayas, melón serpiente, lechuga salanova, pak choi, trocadero verde y roja, cogollo, romana verde...
Antonio Céspedes señala que el invernadero cuenta con distintos sistemas de producción, con hidropónico para las distintas variedades de lechuga, sustrato
, aunque toda la finca se gestiona mediante producción integrada y con uso de abejorros para optimizar la polinización.
El origen de muchas variedades es foráneo, una característica que no afecta a la hora de desarrollar los cultivos en Almería, gracias a la bonanza de las condiciones del invernadero. La berenjena listada de África, la berenjena china alargada, el pimiento blanco húngaro, el chili mexicano o el pepino valenciano (alficoz) son sólo alguno de los ejemplos.
A la hora de dar el salto hacia la diversificación, desde Cajamar tienen claro que tiene que llevarse a cabo contando con todos los eslabones de la cadena agroalimentaria. Desde el productor, que normalmente está siempre dispuesto a asumir riesgos y emprender nuevas aventuras en su invernadero, pasando por las cooperativas y alhóndigas, que deben planificar los cultivos al inicio de cada campaña para controlar y gestionar las cantidades de producción, en función de los clientes, a los que deben acceder antes de dar unas cuantas vueltas de tuerca a la estrategia de la diversificación de las producciones, así como el consumidor final, al que hay que saber trasladar las posibilidades que ofrece el campo almeriense para sus fogones.
En cuanto a los costes, Antonio Céspedes destaca que, en la mayoría de los casos, son muy parecidos a otros cultivos, por lo que su cultivo sería viable para su producción bajo plástico.
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