Agricultura
  • Es la producción de ‘Hortícolas Los Machipolos’, una empresa familiar que hunde sus raíces en la pequeña pedanía nijareña de Huebro

  • Por su genética, es una variedad que aguanta mucho tiempo colgado, por lo que antiguamente lo cosían y lo dejaban en las alacenas

Tomates cosidos de Almería para el pan tumaca de Cataluña

Una muestra de los tomates cosidos de la empresa nijareña. Una muestra de los tomates cosidos de la empresa nijareña.

Una muestra de los tomates cosidos de la empresa nijareña. / Carlos Barba/Efe

Escrito por

· Miguel Martín

En Níjar se producen tomates de todos los tamaños y colores, pero sólo una variedad se cose a mano con aguja e hilo de forma artesana en ramos para convertirse en la base del famoso ‘pa amb tomàquet’ catalán, una comunidad que recibe cada año una tonelada de estos racimos con denominación de origen.

Esa es la producción de ‘Hortícolas Los Machipolos’, una empresa familiar que hunde sus raíces en la pequeña pedanía nijareña de Huebro, en la que en la actualidad residen durante todo el año unas seis personas, según explica a EFE el gerente y responsable comercial de la empresa, Jesús Martínez Gil, cuya familia regentaba dos de los 28 molinos hidráulicos de esta zona.

“En los años 70 éramos ganaderos y comenzamos con la agricultura, pero no bajo plástico. Eso fue a principios de los 80 (…) Yo abandoné un poco el sector de la agricultura en los 90 porque no me gustaba el modelo de comercialización que había, de corridas y subastas, sin cooperativas”, relata el empresario.

Así, tras un periodo en el que este electricista de formación se dedicó a trabajar con maquinaria, tras la crisis de 2008 entró de comercial en “una empresa grande de Almería” y comenzó a viajar por toda España, descubriendo el tomate de coser, o ‘tomàquet de penjat’ en catalán.

Fue esto lo que le llevó a proponer a su hermano el cultivo de esta variedad y así dar “autoempleo” a la familia, ya que “coser el tomate es bastante laborioso”. Martínez señala que este tomate “viene de la zona norte de Castellón y sur de Tarragona”. “Se utiliza mucho para untar pan, es autóctono de esa zona y, por su genética, aguanta mucho tiempo colgado, por lo que antiguamente lo cosían y lo dejaban en las alacenas”, añade.

Así, su mujer, su hermano, su cuñada y él mismo comenzaron esta actividad que fue creciendo poco a poco hasta que en 2013, debido a unos problemas sanitarios padecidos por el impulsor de la idea, se constituyó formalmente la empresa ‘Hortícolas Los Machipolos’, que debe su nombre al mote familiar de la rama familiar de Martínez.

Crecimiento de la empresa

En la actualidad, unas 35 personas trabajan para dicha sociedad, que ha puesto en marcha la construcción de una nueva nave de 1.200 mletros cuadrados en la localidad nijareña de San Isidro, en la que ya cuentan con otras instalaciones de este tipo, así como con unas 10 hectáreas de producción que se rotan en dos ciclos.

“Ahora mismo estamos produciendo un millón de kilos y este año hemos ampliado, al cerrar un acuerdo con una cadena de supermercados para producir 400.000 kilos más, principalmente de cara a la temporada que viene”, revela.

Aunque a final de la campaña, lo que provoca que el grueso de los tomates ya se hayan recogido, el empresario muestra orgulloso uno de sus invernaderos; algo que hace poco después en la nave en la que se cosen los tomates, dónde le toma el relevo su sobrina, Encarni Martínez, administradora de ‘Hortícolas Los Machipolos’.

Momento en el que se cose el tomate. Momento en el que se cose el tomate.

Momento en el que se cose el tomate. / Carlos Barba/Efe

La joven empresaria enseña las cajas de ‘Arte-Sano’, una de las marcas de la sociedad, a la que se destina el 80 % de la producción. Muchas de ellas llevan ya una pegatina con su destino: Mercabarna. A continuación, se dirige a la zona en la que un grupo de mujeres elaboran “un ramo muy artesanal, cosido uno a uno con aguja e hilo”, en los que los tomates “van ligados a la cuerda, todos parejos y en línea”.

“Tenemos trabajando -en esta labor- a unas quince personas, y cada una hace entre quince o veinte ramos a la hora. En la campaña podemos hacer entre 700.000 y 800.000 ramos. Van principalmente a Cataluña, dónde lo utilizan para el ‘pa amb tomàquet’”, señala por último la administradora.

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