Muchos alemanes cambian de hábitos y consumen hortalizas congeladas

Aunque tienen una alta estima por los productos 'bío', continúan con un alto grado de inseguridad

La ensalada alemana se oferta a un 50% menos del precio normal en un supermercado de la cadena Lidl.
La ensalada alemana se oferta a un 50% menos del precio normal en un supermercado de la cadena Lidl.
Florián Kammerer / Villingen

07 de junio 2011 - 01:00

Con una población de 83 millones de habitantes, Alemania es un país con grandes diferencias culturales entre los diferentes länder, 16, aunque la grave crisis alimentaria que padece desde hace ya más de un mes, (públicamente se ha hecho oficial el pasado 26 de mayo) tiene repercusiones en toda su vasta extensión, de norte a sur y de este a oeste.

Así, en la parte opuesta al 'epicentro' de la contaminación, considerado Hamburgo, supermercados y consumidores no son ajenos a lo que ocurre en sus vecinas tierras del norte del país a la hora de hacer la compra. Más aún, cuando en esta región, en Baden-Württemberg, el respeto al medio ambiente y el amor hacia las frutas y verduras son máximos, quizás, de los mayores que hay en Alemania y en toda Europa, con especial hincapié por los productos 'bío' y ecológicos.

Tras la alarma sanitaria, son pocos los consumidores que se confiesan al margen de lo ocurrido y que mantienen su lista de la compra como hasta entonces. La mayoría dicen que les ha afectado en sus hábitos de consumo.

Son muchos los que evitan, en general, consumir hortalizas, sea cual sea su procedencia, por precaución. Aseguran que el grado de inseguridad e incertidumbre es alto y que están intentando sustituir estos productos frescos por verdura congelada o, en el peor de los casos, lo eliminan de su cesta de la compra.

También los hay que en vez de comer pepinos y tomates, ante la falta de seguridad, optan por comprar rabanillos, rúcula y otras hortalizas.

Hay otros alemanes que viven en este länder que no han cambiado sus hábitos de consumo porque dicen que ya habían comprado solamente hortalizas de la propia región y que confían en sus seguridad alimentaria, aunque, a tenor de las últimas informaciones en las que continúa sin conocerse el origen de la contaminación, seguramente se lo pensarán dos veces a la hora de volver a llenar la nevera.

Desde el punto de vista de las cadenas de distribución, la repercusión es muy grande, a pesar de la distancia con Hamburgo. Responsables de supermercados Lidl aseguran que apenas se venden pepinos, sea cual sea su origen, se acumulan en las estanterías hasta que tienen que tirarlos.

La alhóndiga ejidense La Unión está llevando calabacines a estos Lidl, que se venden con cuentagotas y con descuentos en los precios, al igual que el resto de hortalizas.

En tiendas de Netto, la caída de las ventas de hortalizas es total, sin importar el origen. La lechuga también es una gran víctima.

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