"Las ayudas de la UE deberían darse según el respeto al medio ambiente"

El que fuera ministro de Agricultura entre 1978-82 da las claves de futuro del campo

Jaime Lamo, durante su intervención en el Salón de Cajamar.
Jaime Lamo, durante su intervención en el Salón de Cajamar.
Elio Sancho / Almería

25 de mayo 2009 - 01:00

Fue ministro de Agricultura durante la primera legislatura de la democracia española, entre 1978 y 1982. Jaime Lamo Espinosa ha dejado su huella y ha exprimido sus conocimientos y experiencia para coordinar el último volumen de la Colección Mediterráneo Económico de la Fundación Cajamar. Prueba de ello es el contenido de las respuestas a las preguntas de El Almería, en esta entrevista.

-El libro analiza las causas del aumento de los precios de los alimentos, un hecho que contrasta con el exceso de producción y los excedentes. ¿Por qué han subido los precios si sobran alimentos?

-La subida de precios fue específica de 2008 y en algunos casos se ha llamado 'llamarada de precios', un estallido. Ocurrió por varias causas: porque las cosechas se redujeron algo por el cambio climático en algunas zonas, como Australia o Nueva Zelanda; porque el stock mundial se ha venido reduciendo desde hace años, básicamente cereales y oleaginosas; porque en la crisis financiera hubo muchos inversores internacionales que apostaron por los futuros de los cereales y las oleaginosas, el mercado de Chicago se disparó al alza; y porque los países emergentes, China e India, estaban en una fase alcista como eran 2007 y 2008, por lo que hubo más demanda, pues ambos países asiáticos se están convirtiendo en muy urbanas, menos rurales, así que se reduce el autoconsumo, puesto que compran en hipermercados, al modo occidental, lo que ha disparado los precios de carne, leche o cereales. Esto también subió los precios del pienso, de las materias primas como harinas de soja, etc, que motivó un alza internacional. Pero ahora, con la crisis, ese auge de precios ha comenzado a corregirse, estamos en un año 2009 con un hundimiento de precios. La distribución trasladó muy rápidamente las alzas de precios al consumo, las bajadas de precios no se trasladan con igual velocidad, y eso está impidiendo que el consumo, aún con precios mucho más bajos, haga que se recupere la demanda, pues ha habido pérdida de poder adquisitivo.

-La obra también desmitifica que sean los cultivos energéticos los que hayan empujado al alza los precios de los alimentos.

-Sí. Hay una polémica enorme en el mundo, yo creo que se está exagerando y hay declaraciones de algunas personas muy significadas poniendo el acento en ese punto. Sin embargo esto no es así; lo que pasa es que, a medida que el precio del petróleo es muy alto, que llegó a estar a 150 dólares el barril, la apetencia por producir etanol procedente básicamente de maíz y de soja ha sido muy fuerte. El maíz, básicamente, en Estados Unidos, y la soja y la caña de azúcar, en Brasil. La impresión que hay hoy es que la importancia relativa de los biocombustibles en la demanda de esos productos pudo incidir algo, pero no tanto como para haber producido esa 'llamarada de precios' a la que aludía.

-También se analiza el cambio climático. En Almería, los invernaderos se consideran auténticos sumideros de CO2, lo que viene a paliar ese efecto.

-El tema de los sumideros de CO2 tiene más importancia de la que se dice. Yo llevo desde hace cuatro o cinco años defendiendo que la PAC tiene que cambiar en el año 2013, no puede seguir siendo como la actual porque la actual es un desastre, no sirve para nada y lo está demostrando, no se está acomodando a lo que está ocurriendo en el mundo. Y las subvenciones deberían establecerse en función de todo aquello que contribuye a mejorar la situación climática. De tal modo, que todas aquellas plantaciones arbustivas o forestales, incluso, deberían ser remuneradas por ser un sumidero natural de dióxido de carbono. Acabamos de tener en Madrid una reunión de la Asociación España FAO (AEFAO), que yo presido, sobre los sumideros de CO2 y la conveniencia de organizar las ayudas en esa dirección.

-También se habla de lucha biológica, capítulo donde Almería ha dado un gran paso, pero que no termina de consolidar la imagen de hortalizas totalmente limpias.

-Si se ha dado ese paso, y está siendo efectivo, tiene muchas ventajas para Almería. Entre otras cosas porque la Unión Europea acaba de aprobar un nuevo Reglamento sobre fitosanitarios, que va a hacer muy complicada la vida de los fitosanitarios. Si eso no se ha conseguido transmitir es porque, quizá, aun haciendo muy bien las cosas en Almería, esa imagen no ha llegado al consumo todavía, pero se debe insistir en ese camino.

-Esto enlaza con el asunto de las marcas: ¿qué es primero, lanzar un buen producto y luego ponerle marca, o apostar por una marca y luego vender un gran producto en torno a ella?

-No se puede construir una buena marca sobre un mal producto. Ese es el primer axioma.

-Si lleva muchísimo marketing detrás, quizá…

-Haciendo un buen producto, se puede construir una marca sobre ese producto. Pero eso requiere, efectivamente, mucho marketing, mucha publicidad, mucha explicación… Y las explicaciones, hoy, no son simplemente un anuncio donde se ve la marca y se ve un producto. Eso al consumidor no le dice nada porque eso lo hace todo el mundo. Hay que explicarlo, hay que razonar el por qué esa marca garantiza un determinado nivel de calidad. Si se unen ambas cosas, se puede avanzar mucho.

-Han analizado las industrias agroalimentarias. En Almería también se habla de los retos pendientes, uno de ellos, la concentración de la oferta. ¿Qué opina?

-Eso le está pasando a la agricultura y a la industria agroalimentaria. La agricultura o le vende a la industria o a la gran distribución, esta última, que se ha convertido en el mayor comprador. Y si vemos las dimensiones relativas, vemos que las grandes explotaciones agrarias son la cuarta o la quinta parte de la mayor industria agroalimentaria de España, y a su vez, la mayor industria agroalimentaria de España es la octava parte de la mayor empresa de gran distribución de España. Por tanto, hay una desproporción enorme. Como la negociación va de la agricultura a la industria y de esta a la distribución, esa es la dirección que lleva el fruto, el producto. Pero la presión para formar el precio viene en sentido inverso, desde la gran distribución hacia atrás. Es imprescindible que las cooperativas asuman la concentración de la oferta para tener dimensiones que se correspondan con otras europeas. Si uno examina las cooperativas de Holanda, Bélgica, Francia o Inglaterra, son cuatro o cinco veces lo que es la mayor cooperativa española del sector cárnico o de cualquier otro sector. Es necesario que exista un sentimiento de que para poder negociar con los grandes de la distribución, también hay que ser muy grande. Y también hay que salirse de ese canal y entrar en el de la distribución directa. Internet todavía no se usa a tope por parte de las cooperativas y de las empresas agrícolas.

-A pesar de la crisis actual, hay ayudas previstas hasta 2013. ¿Están paliando la situación?

-Y tanto que lo están paliando. Si quitáramos las ayudas, la renta agraria per cápita bruta del año pasado, la de 2008, ha sido semejante a la del año 1994 ó 1995. Pero si quitamos las subvenciones a toda la serie, la del año pasado, en euros constantes, sería igual a la de 1990. La agricultura estaría estancada casi veinte años. Por eso hay que buscar alternativas, claro que hay que buscarlas.

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