Casi 200 niños ejercen de pequeños granjeros en el Cortijo Los Baños

Alumnos del colegio San José de Calasanz de Huércal-Overa se han convertido en agricultores y ganaderos por un día · La finca organiza cursos temáticos y campamentos de verano en una línea sostenible

Casi 200 niños ejercen de pequeños granjeros en el Cortijo Los Baños
Casi 200 niños ejercen de pequeños granjeros en el Cortijo Los Baños
Virginia Hernández / Lucainena

19 de junio 2010 - 01:00

Más de uno y más de dos niños llegaron a su casa el pasado jueves eufóricos por haberse convertido, al menos por un día, en pequeños granjeros durante su visita al Cortijo Los Baños en Lucainena de Las Torres. De forma atropellada contaron las andanzas de una jornada que, a buen seguro, no olvidarán. "¡Mami, he visto una vaca, ponis, cabras... y un pavo real!".

Estos chavales forman parte de un nutrido grupo de más de 160 alumnos del colegio San José de Calasanz, en Huércal-Overa y, como ellos, pasan por las instalaciones de la granja-escuela hasta 130 grupos de escolares al año.

El recorrido por las instalaciones no da tregua ni al más mínimo respiro. Como en la vida real, estos granjeros junior tienen que arar la tierra, velar por los cultivos o alimentar a los animales.

Divididos en grupos y dirigidos por los monitores, rotan a través de cuatro talleres temáticos: uno de ecología, otro de huerto, un tercero de alimentos y el último de animales.

En el primero, los chicos realizan un itinerario a través de la finca, paseando por la rambla y los cultivos ecológicos. La finalidad, cuenta el propietario de la empresa, Juan Segura, es enseñarles a los niños el delicado equilibrio de los ecosistemas, integrados por la flora y fauna de la zona.

En el taller de huerto la tarea se vuelve bastante más dura. Azada en mano, aran la tierra para construir caballones, mientras otros recogen estiércol con la carretilla y lo esparcen, para después regar la parcela. Hay quien se queja, "¡esto es duro!", y tienen toda la razón, porque no es lo mismo contarlo que vivirlo. Algunos de los frutos que se cosechan en esa misma tierra sirven de base para el taller de alimentos. Allí, los niños se ponen 'manos a la masa', y nunca mejor dicho, para elaborar mermeladas, conservas, pan o dulces.

El último paso es el que más les cautiva, pero no sólo a ellos, "también a los más mayores". A día de hoy la versión empaquetada y lista para el consumo de los animales dista mucho de la realidad. Ver vacas, cabras o gallinas en vivo y en directo es casi imposible, y por ello este taller es la 'estrella' de las actividades. La vaca Flora, los patos, gansos, ocas, conejos o el burro son sólo una parte del animalario que habita la granja. Por primera vez, los escolares pueden estar a su lado y darles de comer, aprendiendo lecciones valiosas como el respeto y otras prácticas (no es demasiado aconsejable acercarse a los cisnes, son muy territoriales y pueden darnos un picotazo que tampoco olvidaremos). También conocen especies casi desaparecidas, como la gallina andaluza, una variedad autóctona que se está recuperando en la finca.

Para Juan, realizar estas jornadas era un sueño que tenía desde niño. Las 20 hectáreas que constituyen la finca familiar eran su patio de juegos años atrás, y su mayor ilusión siempre fue transmitirle las mismas vivencias que él tuvo a otras personas. Ya hace ocho años que esta utopía se ha convertido en realidad, y paulatinamente va incorporando nuevas actividades y cursos a la oferta formativa. La premisa es siempre la misma, inculcar valores como el respecto al medio ambiente y enseñar a cuidar a la madre naturaleza a través del descubrimiento de sus secretos.

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