Agricultura de Almería

Cuando una plaga sí es importante

  • Esther Molina es una agricultora de Coprohníjar que cultiva y cuida al mismo nivel su plantación de pimiento california, como los reservorios de cebada y girasoles para tener insectos beneficiosos

Esther Molina abre las puertas de su finca y muestra la ‘selva’ paralela con la que cuenta además de su cultivo de pimiento.

Esther Molina abre las puertas de su finca y muestra la ‘selva’ paralela con la que cuenta además de su cultivo de pimiento.

Mucho se viene hablando en los últimos meses en el campo almeriense de virar hacia un sistema productivo cada vez más sostenible y que de lugar a la producción más natural hasta la fecha. Algo que claro está, tal y cómo se ha comprobado, no está reñido con la agricultura intensiva, en la que se puede alcanzar el residuo cero practicando ese deseable control biológico de plagas y mantener unos rendimientos muy altos.

Ese es el caso de Esther Molina, agricultora de Coprohníjar, una cooperativa referente en lo que a innovación y conciliación con el medio ambiente se refiere. Esta productora abre las puertas de su finca de pimiento california para contar de primera mano su satisfactoria experiencia. Y es que, en su caso, ha creado ‘una selva’ paralela a base de plantas que hacen de reservorios de plagas que se comen a otras plagas. Las malas para su cultivo.

Cuando se habla de control biológico hay que tener muy claro que establecer una biodiversidad dentro del invernadero es necesario. “Consiste en poner floración, es decir, plantas reservorios. De esta forma todos los insectos beneficiosos que necesitemos tendrán comida. Tanto néctar como pulgones, porque tenemos problemas de plagas y son los depredadores los que se comen precisamente a esas plagas”, explica Molina, quien cuenta con plantas de cebada y trigo, entre otras, para este fin, instaladas en los pasillos de la finca, pero también fuera de ella. “Los reservorios de cebada y trigo llevan, por ejemplo, llevan implantados un pulgón beneficioso para nuestras plantas, pero que se asocia solamente a dicha cebada. Por eso no solo es que no nos perjudica, sino que nos ayuda a tener nuestros propios insectos que hace que puedan vivir y estén ahí cuando nosotros tengamos un problema de plaga”, explica. Todos estos insectos ‘parásitos’ viven dentro de su estructura y están ahí para prevenir que se pueda causar cualquier problema de este tipo.

La agricultora, en su finca. La agricultora, en su finca.

La agricultora, en su finca.

“¿Y cómo vive? Pues a mí no me están haciendo ningún daño, porque viven en esas plantas reservorio. Algunos de estos insectos necesitan arbustos, polen y néctar. Por eso tengo floración como girasoles, que incluso me sirve como un testigo porque es como una placa. Todo lo que hay en la finca se le pega. Como, por ejemplo, caso de las arañas, que se le pegan y es fácil de observar al tener una flor tan llamativa”, comenta Molina mientras muestra cada planta.

Gracias al girasol puede saber todo lo que tiene en su instalación, ya sea bueno o malo. Además, Molina también cuenta con lobularias, unas plantas que son capaces de hacer de planta ‘trampa’ y “si hay un trips se va a ir ahí, que prefiere de esta planta antes que de tu propio cultivo”.

Eso sí, hay que cuidar de manera muy pulcra esa biodiversidad, tanto como la plantación, porque es la que va a ayudar a que no exista un problema en la campaña”. Además, lo que se consigue con este sistema es tener un producto 100% sano, libre de residuos, donde no existe insecticida alguno. “Además de sano, guapo, porque tiene un fenomenal aspecto. Libre de todo”.

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