Radiografía de un modelo en crisis: ¿Qué pasa con las desaladoras de Almería?
Agua
Las de la capital son las únicas que funcionan sin mayor problema
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En tiempos de sequía, el agua es caviar. Bien lo sabe Almería, la provincia con menos agua embalsada del territorio nacional, inclusive cuando las lluvias de marzo convirtieron en paraguas en un órgano más de los ciudadanos. Regantes y vecinos se han acostumbrado a mirar al cielo a ver si caen algunas gotas. Lo que se encuentran suele ser mucho sol y poco líquido.
Almacenar lo poco que uno tiene puede ser una buena idea si se espera que la escasez se prolongue. Así lo hizo Almería construyendo desaladoras, instalaciones que recogen el agua del mar y la convierten en potable, eliminando la sal. Luego, la reparten entre los humanos para beber, lavarse o regar los cultivos.
Sobre el papel suena bien, pero no es oro todo lo que reluce. Estas instalaciones, que deben garantizar el agua para riego y consumo en tiempos de escasez, sufren repetidamente problemas que hacen preguntarse una y otra vez si Almería está preparada frente a la sequía.

Situación en las desaladoras de Almería
Este es un mapeo por las cinco que hay en la provincia en la actualidad.
1) BAJO ALMANZORA
La joya de la corona, pero para mal. El Ministerio de Agricultura invirtió más de 77 millones de euros en hacerla realidad, pero su vida fue breve. La idea era buena, que los veinte hectómetros cúbicos que podía llegar a producir al año se destinaran al consumo humano y a ayudar tanto a los productores de la zona como a los del Campo de Níjar.
Se inauguró, tras varios retrasos, en 2011. En 2012, una riada la dejó inutilizada. Nunca ha vuelto a funcionar. El equipo de Mariano Rajoy, que entonces mandaba, prometió que la repararía, pero las crónicas sobre obras no llegaron y, en su lugar, lo hicieron las de tribunales. Esta planta se situaba en el epicentro del escándalo que llegó a sentar a la cúpula de Acuamed en el banquillo.
Rajoy se marchó y, moción de censura mediante, Pedro Sánchez alcanzaba al poder. Era junio de 2018. La ‘patata caliente’ estaba ahora en manos del PSOE y la reparación volvía a colarse en la agenda. Siete años después, siguen sin acabarse los trabajos. A finales de enero de este año pasado, Juan Antonio Lorenzo, diputado nacional de los socialistas, prometía que la labor estaría acabada en 2026. Las obras de protección ya están listas y ahora es el turno de las de ampliación.
2) CARBONERAS
Esta desaladora ha sido noticia durante esta semana tras ser una ‘víctima’ más del apagón del pasado 28 de abril. Administración y regantes se reunían hace unos días en un momento crítico para el Campo de Níjar, con la campaña de las ‘frutas de verano’, melón y sandía, en marcha. La desaladora se paró con el ‘cero energético’ y no volvió a producir hasta casi cuarenta y ocho horas más tarde. Varios pueblos se quedaron sin agua.
Pero la crisis en esta desaladora, que está gestionada por el Gobierno de España, no viene de la crisis eléctrica. El verano pasado era la rotura de un bastidor la que hacía temer a los productores. La pervivencia de dos sectores fundamentales para la vida económica de la provincia, turismo y agricultura, no es posible sin el líquido elemento.
Y aunque en 2023 se afirmaba que “la mejora energética de la desaladora de Carboneras elevará su producción”, el agua que salió de esta instalación disminuyó el año pasado. Salieron para regantes y vecinos 37,8 millones de metros cúbicos de agua, cuatro millones menos que doce meses antes.
3) MAR DE ALBORÁN
Ya en el término municipal de Almería, en la barriada del Cabo de Gata, la situación es mejor. Allí están prácticamente de estreno, pues la desaladora ‘Mar de Alborán’, de titularidad privada, comenzaba a dar agua a los regantes de Níjar y la capital a fines del pasado verano.
El primer bastidor, con capacidad de suministrar a 432 hectáreas de 200 regantes aproximadamente y a las seis balsas de acumulación con las que cuenta Mar de Alborán, empezaba a trabajar entonces, siendo la primera piedra de un proyecto aún más ambicioso y que se espera que acabe con una producción de 20 hm3/año.
4) EL BOBAR
La otra desaladora con la que cuenta la capital es la del Bobar, la única en la que un ayuntamiento es el único dueño. Aquí la noticia es la estabilidad, pues no ha sufrido los problemas que sí han vivido en el Levante. Tiene capacidad para producir quince hectómetros cúbicos al año, aunque trabaja a un tercio de esa cifra, y sigue en proyecto su expansión para que cubra también a los municipios del Bajo Andarax.
5) CAMPO DE DALÍAS
La única desaladora en marcha en el Poniente está junto a Aguamarga y da agua a toda la zona. Es la del Campo de Dalías y, aún con fallos, suele funcionar sin problema, aunque su producción se contrajo el año pasado, al igual que pasó en la de Carboneras.
Que la planta del Campo de Dalías se pare es un problema para los vecinos de municipios como Roquetas de Mar, que ya en las horas posteriores al apagón sufrieron los problemas devenidos del fallo en el suministro.

El campo se impacienta: "No podemos ser optimistas"
Al líder provincial de la organización agrícola Coag, Andrés Góngora, le cuesta ser optimista con la situación del agua. “El regadío está en una situación límite, a punto de quebrar”, cuenta a Diario de Almería al otro lado del teléfono. Góngora cuenta que falta suministro en depuración y desalación, dos de los métodos que deberían ser punteros en la provincia para capear la sequía. Mirando a la desaladora de Carboneras, que está siendo noticia últimamente por sus fallos, afirma que tomará acciones legales si es necesario para que los productores no se queden sin agua. “No se puede tener una concesión y cortar, es una situación sobrevenida, pero los problemas van más allá del apagón”, recalca. El llamamiento es a los políticos, porque asegura que “no es un problema técnico, hay que priorizar inversiones” y que “no se puede dejar a la agricultura sin agua a favor del turismo”.
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