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Javier Arcos, el tallista que mantiene vivo el negocio de la restauración en Almería

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El restaurador cuenta con numerosas creaciones e intervenciones repartidas por las parroquias de la capital

Javier Arcos, tallista y restaurador almeriense / Rafa González
Karolina Lewandowska

09 de diciembre 2022 - 06:00

Cerca de la Catedral de Almería se ubica el pequeño taller de restauración de Javier Arcos, tallista y restaurador. Javier se ha dedicado a tallar y restaurar prácticamente toda su vida. Dio sus primeros pasos hacia esta profesión en 1956, cuando conoció a un profesor de dibujo- que fue vecino suyo- que le guio siendo niño. Más tarde se formó como tallista en la Escuela de Artes de Almería de la mano de don José Hervás Benet y don Santiago Granados.

Cada vez es más difícil encontrar a profesionales que se dedique a la restauración, pero existen. Ahora es el momento de sacar el Portal de Belén y seguro que aparecerán figuras con desperfectos, pero antes de ir a comprar uno nuevo, siempre existe la opción de restaurar el viejo.

Sin embargo, a pesar de la arraigada tradición del belenismo en España el restaurador confiesa que, paradójicamente, nunca ha hecho un Portal de Belén para nadie, solo para su casa. No obstante, ha restaurado miles de figuritas procedentes de toda España, sobre todo de Madrid. Pero sus trabajos más importantes han permanecido en Almería: realizó la restauración del coro de la Catedral y la del retablo principal de la Capilla Mayor que logró sobrevivir a la Guerra Civil. También ha restaurado algunas imágenes de la Catedral, la Cruz del Cristo de la Escucha; algunos detalles del altar de San Juan y, toda su frontada, el San Sebastián de San Sebastián y; ahora ha restaurado más de cuatro imágenes de San Pedro, para la parroquia de San Pedro; unas peanas, y un pedestal que ha hecho desde cero para el altar de San Pedro. Normalmente todos los encargos vienen de iglesias, hermandades y familias. Además, muchos de los tronos que se ven en la Semana Santa almeriense son tallados a mano por Javier. Este proceso es bastante mañoso: primero, hay que diseñar todo el conjunto y enviar los dibujos al carpintero con las mediadas reales; luego, hay que realizar un dibujo a tamaño real de cada uno de los detalles que se van a tallar en la madera; por último, se liman las impurezas y se pinta la madera con barniz.

Javier Arcos, tallista y restaurador

"Ha venido gente hasta de Madrid para que les restaure sus figuras. La gente me ve aquí y se sorprende por el taller"

Las restauraciones, según Javier Arcos, son sencillas pero laboriosas. Por ejemplo, en la restauración de unas manos: primero hay que determinar la posición de las manos, y tallarla, después cada dedo lleva un pequeño emperno donde se une con la madera y eso jamás se desprenderá. Después, se hace el policromado que se hace a base de temples, que van cocidos al baño maría (un cazo con agua dentro, los temples y la cocción), esos baños se van dando poco a poco, hasta se cubre toda la materia prima por completo. Cuando toda la talla queda cubierta, deben pasar entre tres y cuatro días para que se seque para luego pasarlo al lijado. Una vez terminada la lija, se le da otra capa de goma laca para poder pintar.

Contrario a lo que se piensa, la profesión no está desapareciendo, pero sí que falta un buen aprendizaje para que las futuras generaciones tomen el relevo, asegura el restaurador. Por el taller de Javier Arcos han pasado tanto chicos como chicas para aprender la profesión, pero todos desistieron muy pronto, recuerda. “Les gustaban más otras cosas y yo los animaba a que hicieran lo que les apasionara”, dice Javier. La falta de tallistas y personas dispuestas a aprender, ha hecho finalmente que se revalorice el oficio que ha alimentado a Javier durante casi toda su vida.

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