El campo se rinde a la producción de pimiento blanco para la exportación

Es una variedad muy popular en países del Este como Hungría o Croacia · La imposibilidad de cultivarlo en climas fríos hace que se comercialice con precios cerrados y muy convenientes

La diferencia de longitud marca un precio u otro.
Virginia Hernández / La Mojonera

29 de mayo 2010 - 01:00

Después de muchas horas de trabajo, el agricultor Juan José Díaz puso ayer punto y final a la recogida de su última cosecha de pimientos. Podría parecer una situación de lo más típica en el campo almeriense. Sin embargo, basta echar un vistazo al contenido de las cajas para darse cuenta de la particularidad de su labor. Sus pimientos son diferentes a los que pueblan los estantes de los comercios especializados o las grandes superficies. Son blancos.

El porqué de su atípica pigmentación es simple. Se trata de variedades foráneas (Frida, Etna), procedentes de Hungría. Híbridos que se consumen masivamente por comensales húngaros, eslovacos, eslovenos o croatas, principalmente, y que ni siquiera son conocidos en España. Su paso por aquí es fugaz. Se limita a la producción durante la campaña de invierno y, una vez listos, se exportan. El resto del año se cultivan en los países consumidores, una vez el clima torna a ser más cálido.

Juan José Díaz cultiva esta variedad cónica desde hace tres años, y se ha decantado por ella por las posibilidades comerciales que ofrece. Produce cantidades a "precio cerrado" para Femago, que a su vez distribuye el producto entre los compradores extranjeros. Además, se trata de un producto muy "kilero" y con una gran velocidad de crecimiento. Cada metro de terreno alberga hasta cinco matas de pimiento, mientras que el tradicional pimiento italiano contabiliza sólo dos. En cuanto a su rendimiento, produce cuatro kilos por metro en la primera recolecta, llegando a alcanzar los ocho kilos por metro.

"En 80 días estás cortando. Se adelanta diez días al italiano", asegura Díaz, que añade "cada diez días hay que entrar a cortar otra vez".

Por su trabajo, este agricultor llega a cobrar entre 0,90 euros por kilo durante casi toda la campaña y entorno a 0,50 euros en el último mes. De esta manera, se evita los quebraderos de cabeza originados por las "oscilaciones" de precios en alhóndigas y cooperativas y sólo tiene que preocuparse por "sacar cantidad y calidad". Toda una proeza en el ámbito agrario.

Desde hace varios años, y gracias a la apertura europea a países del Este, hay algunas empresas almerienses que han visto el filón del pimiento y el melón blanco y se dedican a producirlo para la exportación. Otras naciones, como es el caso de Marruecos y Turquía, lo vienen haciendo con anterioridad. No obstante, muchos empresarios han fracasado en el intento, ya que se trata de un producto que requiere "muchos cuidados". Cultivarlo produce más beneficios que el pimiento italiano, por ejemplo, pero también cuesta más.

"La humedad los mancha, y entonces no valen, hay que tirarlos", explica el técnico y asesor de la finca, Eduardo Maldonado. Para evitarlo, hay que acondicionar debidamente el invernadero con doble techo, bastante más caro que el simple. Tampoco pueden faltar mecanismos de fauna auxiliar como Orius laevigatus para el control de Trips, Swirski para la mosca blanca o Aphidius colemani y mariquitas contra el pulgón, o abejorros para impulsar el "cuaje" y evitar que las flores "aborten" y no rindan.

Tampoco puede faltar el hierro para impulsar el crecimiento o las "garguerías", término con el que los agricultores denominan las sustancias 'extra' o 'de lujo' como los aminoácidos y hormonas vegetales que aumentan el tamaño, cantidad y cualidades organolépticas del fruto.

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