La venta de máquinas registradoras y TPV ha bajado un 40% desde 2007

Empresas como la almeriense SEI han notado un cambio en la comercialización de sus productos, como consecuencia del parón en la apertura de nuevos negocios y el cierre de otros ya existentes

Los TPV han ido sustituyendo paulatinamente a las cajas registradoras en los grandes negocios, gracias a sus múltiples funciones.
Los TPV han ido sustituyendo paulatinamente a las cajas registradoras en los grandes negocios, gracias a sus múltiples funciones.
Virginia Hernández / Almería

02 de enero 2009 - 01:00

Están presentes desde los inicios de cada negocio y albergan la prueba fehaciente de la buena o mala andadura económica. Son las máquinas registradoras, guardianas del dinero de empresas de cualquier índole que, en los tiempos que corren, sirven más para guardar las facturas que para la función que les compete, y es que, en menos de un año, las ventas han calado "hasta un 40%", explica Miguel, dueño de Soluciones y Equipamiento Informático (SEI). Este descenso en la comercialización ya empezó a notarse en 2007, pero de manera "más progresiva", añade, ya que se trata de un sector que depende mucho del resto, como la construcción.

El motivo de esta caída en las ventas es bastante obvio. Las registradoras son una de las primeras herramientas de trabajo que compran los comercios pero, actualmente, son muchos los que cuelgan el cartel de 'se vende' y son cada vez menos los que abren nuevos negocios, por lo que los propietarios optan por hacer inversiones menores. Abren "con lo mínimo" y "compran máquinas baratas, hasta ver cómo evolucionan las ventas, porque no se quieren arriesgar", explica Miguel. Además, son muchos los que prefieren tirar del servicio post-venta y las mandan a reparar en lugar de comprarse otras más actualizadas.

Las cajas registradoras comenzaron a comercializarse de manera generalizada a finales de los años '60 en Almería a través de la empresa catalana Gispert, que introdujo este producto junto con las sumadoras mecánicas a nivel nacional y se convirtió en la "madre" de todas las firmas almerienses que actualmente ofrecen servicios de venta, mantenimiento y reparación de registradoras, balanzas, impresoras y todo un sinfín de productos destinados al trabajo cotidiano en firmas de restauración o alimentación, entre otras.

"Casi todos" los propietarios de estas empresas "trabajaron en su momento en Gispert", recuerda Miguel. "Yo mismo empecé ahí, en la época en que la empresa empezó a independizarse de la central en delegaciones". A través de ella pudo asistir al nacimiento y la evolución de la actual Cosentino o de las grandes alhóndigas de la época en El Ejido y Almerimar, como Ejidomar, Hortamax o Tierras de Almería. Y, a día de hoy, sigue observando los altibajos de la economía gracias a su trabajo en SEI, una de las tres grandes empresas almerienses que se dedican a la venta, mantenimiento y reparación de balanzas y máquinas registradoras, entre otras. La función de estas últimas continúa prácticamente inalterada con el paso del tiempo, a pesar de que le han ido surgiendo serios competidores, como es el caso de los TPV (Terminal Punto de Venta), que son, en práctica, ordenadores aplicados a cajas registradoras. Éstos se alejan de la electromecánica de las primeras, y basan su funcionamiento en la conjunción de la informática y la electrónica. Su presencia es más frecuente en negocios de restauración, pubs y discotecas, donde ya es habitual ver a los camareros digitar las comandas directamente sobre la pantalla táctil o en la 'telecomanda', un aparato informático e inalámbrico que, a través de sistemas como el Rfid (radiofrecuencia) o el bluetooth, transmiten la información al ordenador, donde se almacena para la posterior emisión del ticket. El boom de estos sofisticados aparatos se inició hace algo más de una década a nivel nacional, cuando aún no existían TPV táctiles, y llegó a Almería hace unos 7 años. Hoy "prácticamente todo el que abre un negocio medio-grande quiere tener uno".

Sea una registradora o el cajón de una TPV, su estado, lleno o vacío, seguirá ejerciendo su papel de indicador económico.

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