No sólo el vino llora por el adiós de Paco Calvache
A punto de cumplir 60 años, el gerente de la Bodega de Alboloduy fallecía el sábado
Inteligente, analista, apasionado y, sobre todo, muy querido. La noche del sábado, Francisco Calvache, gerente de la Bodega de Alboloduy, fallecía dejando un gran legado, que, seguro, cuidará desde donde quiera que esté. Cuando faltaban apenas cuatro meses para que cumpliera 60 años, Paco se ha despedido. En la tarde de ayer sus seres queridos les dieron su último adiós en el Tanatorio del Sur en la capital, pero su alma seguirá presente.
También fueron otros amigos los que apostaron por dejar sus muestras de cariño en las redes sociales, así Arturo Pino del Museo de Almería decía: "Nos ha dicho hasta luego Paco Calvache, un hombre sencillo, amable y comprometido con la Cultura con mayúscula, un dioniso de la vendimia y el vino. Siempre apoyó al Museo de Almería, siempre estuvo ahí, junto a su familia, en las grandes noches de exposiciones del Museo. Gracias a él, a sus grandes vinos de las Bodegas de Albodoluy y Cristina Calvache Vinos de Altura, el museo, las personas que nos acompañaban, pudimos brindar por la Cultura, siempre acosada, siempre presta a ser derribada, y a su vez, a levantarse, gracias a la generosidad y el esfuerzo de personas como Francisco Calvache". Moreno, dibujante en este periódico, o Antonio Torres, director de Canal Sur Almería, fueron otros en plasmar su pésame a la familia.
Paco nació en Canjáyar en octubre de 1955, pero residía en Alboloduy, donde, codo con codo con su hija Cristina, enóloga, cada cosecha elaboraban uno de los mejores vinos de esta tierra. Con Paco se podía hablar de todo, al margen de sus estudios en la Universidad de Granada y de hablar varios idiomas, era un hombre de mundo. Las experiencias generan sabiduría y eso lo sabía Calvache.
No era temerario, arriesgaba, siempre veía oportunidades. Respecto a su vino, ese que parte de su amado Montenegro, elogiado fuera y dentro de las fronteras de este país y por el que él, inconformista, luchaba, no entendía la mentalidad de muchos que se empeñaban en dar protagonismo a la parcela de su viñedo en lugar de a la unión, porque todos los bodegueros almerienses se juntaran para poner Almería en el mapa vitivinícola. Lejos de conseguir esta meta, Paco nunca bajó los brazos, junto a su familia, cargaba las botellas en la maleta y él mismo ejercía de embajador en cualquier país desde Praga a Zimbawe de los vinos de Alboloduy.
Generoso sin lugar a dudas, le encantaba invitar a sus amigos a su cortijo para degustar sus migas junto a uno de sus vinos, ni que decir tiene que buena mano tenía, pues estaban riquísimas. La sobremesa, otro de sus momentos favoritos. Lo mismo te analizaba la actual situación política con argumentos casi incontestables, que charlaba de música, infraestructuras o comercio. Para difundir su pasión por el vino, Paco no se ceñía a la elaboración en la bodega, si no que organizaba visitas y catas, allí y en restaurantes y bares de la provincia.
Hace en torno a dos meses nos anunciaba que daba el relevo a su querida hija Cristina, a la que siempre, y por algo será, elevaba a lo más alto.
Elijo un vino tinto Cristina Calvache para brindar por ti, amigo.
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