Así es vivir en el barrio de Almería que no tiene negocios: "Solo nos falta una mina de oro"
Capital
Lejos de dramatizarlo, en Castell del Rey ya se han acostumbrado a su realidad
La vida en el barrio sin negocios de Castell del Rey, en imágenes

Castell del Rey/El Restaurante La Barca era para Castell del Rey uno de esos negocios que definen la vida en un territorio. Cerró y ahora su espacio está a la venta. Tiene “una terraza con impresionantes vistas al mar”, dice la oferta publicada en el portal inmobiliario Idealista, aunque su aspecto está descuidado. Cerró hace años y nadie se ha querido hacer cargo de él.
Castell del Rey es una pedanía de Almería Capital. Tiene poco más de doscientos habitantes y un origen reciente, pues fue edificada en la última década del franquismo e inaugurada por el entonces ministro de la dictadura, Manuel Fraga. “Este entorno necesita de un nuevo lugar de encuentro, y este restaurante puede convertirse en él”, reza la oferta en este portal inmobiliario. Su número de habitantes no ha parado de crecer al ritmo que lo hacían los servicios. Hace seis años que se puede ir de manera peatonal. Es “un entorno emblemático y salvaje”, pero al que le faltan negocios. En el número 4 de la Calle Vieja de Málaga a Almería hay otro en venta.
Una mañana cualquiera de un día laborable cualquiera, Castell del Rey es un barrio vacío, solo con algunos vecinos que van a tirar la basura y unos albañiles que hacen obras en algunas de las casas. “Temprano ves aquí a todos los coches irse, es un desfile de gente”. Quien lo dice es Alain Thibault, una de las personas que más años lleva residiendo en esta zona, que linda con Enix, de la capital. Ya está jubilado, después de una vida bulliciosa. Tiene 81 años, no le falta agilidad y cuenta hasta con una pequeña cueva en su vivienda, cerca de las pistas deportivas, el único recreo que rompe la imagen de casas y más casas.
Con cuatro décadas de vida en el barrio, ha visto de todo. “Yo me vine sin saber que no había ni agua. Era de risa, pero lo hice por amor”, rememora. Era otra época. “Aquí te podían vender la Torre Eiffel si querían, tenías que buscarte un asesor”, apostilla. Ese fue el momento en el que cada vez más extranjeros comenzaron a comprar terrenos. Ya no quedan muchos, la mayoría son almerienses que se mudaron en busca de un rincón algo más tranquilo.
En su casa no falta de nada. Mejor que no se le olvide nada, pues, ante la falta de empresas en esta pedanía, los vecinos deben coger el coche para todos los quehaceres diarios. Las tiendas más cercanas están en el barrio de Pescadería. Sobre qué le falta a sus calles, es tajante. “Una mina de oro”, dice antes de reírse. No quiere que lleguen los negocios. “Aquí todo el mundo se va a trabajar y ya luego compra en la ciudad, no es necesario”, insiste. Lo tiene claro.
Alain no parece intimidado ante las preguntas de los reporteros, que recorrieron palmo a palmo el barrio, siendo el único coche en dar ruido a la desértica tranquilidad que imperaba. Puede que usted, lector, no lo recuerde, pero en la edición de Diario de Almería del 8 de diciembre de 2010, Alain ya fue protagonista. “Descubre una cueva en su jardín y el lecho de un río de 270.000 años”, titulaba en la página 2 del rotativo la periodista María Victoria Revilla, quien dio unas pinceladas sobre su currículum. “Este reputado cocinero francés, reconocido internacionalmente por su hacer culinario, fue uno de los fundadores del Espeleo Club Almería y del barrio de Castell del Rey, pero en su currículum ‘popular’ también figura como uno de los tres descubridores de la Cueva del Francés”, explicaba. “Las cuevas de karst de Sorbas, su segunda casa”, titulaba años después Txabi Ferrero en un segundo reportaje. Era espeleólogo pero, hace años, decidió mudarse a Almería y encontró en esta zona su refugio. Fue fundador de la Asociación de Vecinos de Castell del Rey, que se sigue reuniendo con cierta asiduidad en la casa de alguno de sus miembros, y logró algunos de los avances que fueron llegando a la urbanización.
La diferencia con otros barrios como Retamar
Cuestionado Thibault sobre si no cree que hacen falta tiendas y bares en esta pedanía, sale la comparación con otras barriadas de la capital que son eminentemente residenciales pero que sí cuentan con emprendedores que hayan decidido por asentar allí sus empresas. Uno de esos casos es el de El Toyo-Retamar, una zona que cada vez cuenta con más servicios.
“No es comparable, eso es más grande”, asegura en relación a esta zona con la que comparten similitudes, al haber ido ganando población con el paso de las décadas, pero que sí ha visto como sus servicios iban aumentando. Eso, creen, no les está haciendo que se despueble. “Las nuevas generaciones están quedándose aquí, se van para trabajar pero viven aquí. Ha cambiado totalmente”, asegura Thibault en el sofá de su casa.
No piensa en mudarse, no le complica el déficit de servicios. “Tenemos huevos que nos traen, viene el pan en un camión, viene la fruta...”, enumera. Para qué más, pregunta en voz alta.
Quien quiera comprar uno de los negocios que se venden deberá abrir la cartera y desembolsar no poco dinero. 360.000 euros cuesta el espacio de dos plantas pintado en amarillo que hay justo a la salida de la carretera. Un poco más, 395.000 euros, es lo que se debe abonar por la parcela de 2.420 metros cuadrados junto a la antigua Discoteca Baroque, en un rincón donde “su proximidad al mar hace de este lugar un enclave idóneo para desarrollar una actividad de ocio”. A este dinero, los inversores tendrían que sumarle después el coste de arreglar las edificaciones para que puedan estar operativas.
Comprar una casa no es barato: 100.000€ como poco
Aunque pueda haber complicaciones para quienes se muden por la falta de actividad económica, obligando a desplazarse hasta el barrio de Pescadería o el municipio de Enix, las zonas que más cerca quedan, comprarse una casa en Castell del Rey no es necesariamente más barato que en el resto de la capital.
La oferta más económica que se puede encontrar en el portal inmobiliario Idealista está en 108.000 euros por una vivienda de 67 metros cuadrados. “En Castell del Rey, una exclusiva urbanización, tu hogar ideal te espera con impresionantes vistas al mar que te acompañarán desde el inicio de cada día”, reza la oferta, gestionada por la inmobiliaria Tecnocasa.
“Disfruta de las impresionantes vistas al mar desde la comodidad de tu hogar, gracias a su orientación sur que garantiza luz natural durante todo el día. Además, el residencial te ofrece dos piscinas, gimnasio, salón social y un jardín comunitario donde podrás relajarte y disfrutar del buen clima”, dice otra, que vende una vivienda en la urbanización Espejo del Mar, con un coste de 229.000 euros.
La última esperanza de que una empresa entrara en el pueblo se destruyó, dice Alain, con la llegada de la crisis inmobiliaria de 2008, hace ya más de tres lustros. “Había una empresa que quería invertir y que parece que iba a comprar, nos llegaron a pedir hasta permiso para la toma de agua”, asegura este vecino, el más popular de quienes ocupan esta zona, con inmejorables vistas, de la capital. El mediodía avanza, pronto regresarán los trabajadores. El barrio seguirá siendo uno de los más tranquilos.
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