La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

El alcalde de Granada será Paco (más Fuentes que Cuenca)

Una moción censura liderada por Cuenca (PSOE) abriría un proceso de votación absolutamente incontrolable; el único acuerdo PP-Cs posible para desactivar el órdago de Sebastián Pérez pasa por dar la Alcaldía a Paco Fuentes La historia del 2+2, la particular guerra del Peloponeso por la Alcaldía de Granada

Sebastián Pérez (a la derecha) junto a Francisco Fuentes y César Díaz, durante las negociaciones por la Alcaldía de 2019.

Sebastián Pérez (a la derecha) junto a Francisco Fuentes y César Díaz, durante las negociaciones por la Alcaldía de 2019.

De los 16 años que Sebastián Pérez ha estado al frente del PP de Granada, incluida su etapa como presidente de la Diputación, en trece (los que llevo de directora de Granada Hoy) nos hemos entendido. Nunca he sabido si ha pesado más la buena relación con la persona, la periodista o la responsable del medio. Pero la reflexión es la misma: jamás me ha mentido. Ha podido callar, ha podido dar titulares a la competencia que nos hubiera gustado publicar a nosotros y ha tenido siempre muy claro dónde estábamos todos a la hora de repartir. Incluida una llamada (sincera) en Navidad para preguntar por la familia y desear lo mejor. Jamás lo escuché impostado.

Decir esto de un político no es baladí. Menos aún para alguien herido, que se ha visto traicionado desde dentro y que siempre ha tenido su honor y su palabra como su mayor patrimonio. Si hay razones objetivas para ello es lo de menos. Como me enseñó en su día Ramón Ramos, "quien se ofende siempre lleva razón". El peso de la razón (de supuestas realidades y argumentos) se diluye cuando entran en juego los sentimientos. En cualquier caso, Sebastián Pérez ha hecho esta semana lo que anunció.

De esto iba el 2+2. No nos equivoquemos. Hace un año que Sebastián Pérez no se ha movido de su palabra. Ni en público ni en privado. El verano de 2021 llegaría, a las puertas lo tenemos ya, y Luis Salvador "dejará de ser alcalde". Con su salida definitiva del PP, el segundo portazo que da a un partido en el que no se reconoce, lo que se está dirimiendo ahora es algo tan aparentemente peregrino como el tiempo verbal: si es un futuro taxativo o un condicional. Porque lo que ahora está por ver es cómo evoluciona su amenaza (cumplida). Si es un órdago desactivable (parece difícil) o habrá un alcalde llamado "Paco" este verano. Incluida esa ironía con retranca que tanto practica el expresidente del PP: Paco Cuenca (PSOE) o Paco Fuentes (su opción innegociable frente a la que el propio partido está defendiendo en torno a Luis González).

La incógnita de fondo es la que el propio Sebastián ha tenido todo este tiempo: si el PP es capaz de negociar con Ciudadanos para mantener la Alcaldía apartando a Luis Salvador o lo apuestan todo a la convocatoria de un nuevo proceso de votación en el Ayuntamiento con las 27 papeletas de los concejales en el aire. Todas valiendo lo mismo. Con la realidad de que una simple abstención pudiera dar la alcaldía a un candidato no pactado. Absolutamente incontrolables y con la disciplina de partido hecha trizas.

En ese escenario no podemos olvidarnos de Vox. Ahora está en perfil bajo pero si vuelven los 27 a votar no será sin consecuencias. En Andalucía ya está calentando la banda pensando en que habrá elecciones autonómicas a final de año y la generosidad de "apoyar y no gobernar" está ya más que superada. Ni en San Telmo ni en la Plaza del Carmen sería ya una opción.

A nivel interno, tampoco la moción de censura liderada por los socialistas tiene un fácil recorrido. Las 14 firmas necesarias no solo obligarían al PSOE de Cuenca a recuperar la alcaldía con el apoyo de quien durante más de dos décadas ha liderado el PP en Granada, sino que también pondría contra las cuerdas a la izquierda de Antonio Cambril y Paco Puentedura. Los socialistas pueden refugiarse en que son la lista más votada pero para Unidas Podemos sería un salto al vacío. Una traición a sus principios.

La bola de cristal echa humo. Con Sebastián Pérez como concejal no adscrito, el pacto de transfuguismo se tambalea como dique de contención y la realidad es que pocos se atreven a hacer quinielas sobre quién será alcalde de Granada este verano. Las negociaciones de mesa camilla de unos y otros se han vuelto endiabladas, casi como hace dos años, con vetos cruzados y maniobras a contrarreloj. Los presupuestos de partida y de llegada se desdibujan, además, porque todos saben que nos quedan dos años de cortar cintas, el tramo final del mandato que será clave para las elecciones de 2023.

Si Cs no quiere seguir cavando su tumba como partido en acelerada desintegración, Juan Marín tendrá que sacrificar su propia palabra (no olvidemos la vehemencia con que vino a Granada a asegurar que el partido naranja mantendría la Alcaldía de Granada durante todo el mandato) y al propio Luis Salvador. No perdamos tampoco de perspectiva que cualquier 'arreglo' que se pacte para evitar el órdago de Sebastián pasa por buscarle un sitio. Y, paradójicamente, quien puede hacerlo es el PP de Elías Bendodo. ¿El PTS o el Puerto?

Al PP, al de Madrid (con el tándem Hervías-Egea), no le queda otra que entenderse con el de Sevilla-Granada si quiere tener alguna opción de mantener la plaza de la capital. Y el nombre de la persona de consenso no es baladí porque serán una especie de primarias anticipadas que reforzarán a quien ahora coja las riendas y complicarán las estrategias ya diseñadas a medio plazo.

Desde esta perspectiva, me voy a mojar: Paco Fuentes, nuevo alcalde de Granada este verano. Como el escenario de la moción de censura es una bomba de relojería, casi la única jugada mínimamente controlable es un acuerdo PP-Cs. Y Fuentes es el único que incluye en la ecuación a Sebastián Pérez. El propio concejal está en retirada de la política, por lo que sería una forma de cerrar su trayectoria profesional (salvando la Alcaldía para el PP) y no sería ninguna hipoteca para que la campaña de 2023 la pudieran liderar Marifrán Carazo (si el PP pierde la Junta) o Rocío Díaz. Esta salida, por supuesto, tiene un precio (y alto) porque ocurrirá justo lo que Sebastián Pérez quiere que ocurra. ¿Es asumible? Depende, siempre depende… Lo que es evidente es que el precio de la alternativa, entregar la Alcaldía a los socialistas, tendrá más consecuencias que el orgullo herido de un titular.

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