Novedades discográficas | Claudio Abbado

Abbado, el director superfluo

  • Universal publica la integral de las grabaciones que atesora de Claudio Abbado, una impresionante colección que reúne 257 CD y 8 DVD

Claudio Abbado (1933-2014)

Claudio Abbado (1933-2014) / Universal

En junio, Claudio Abbado (Milán, 1933 – Bolonia, 2014) habría cumplido 90 años, y Universal ha publicado con tal motivo toda la producción grabada del director que conserva en los archivos de sus dos sellos clásicos por excelencia (Deutsche Grammophon y Decca). Se trata de una caja que incluye nada menos que 257 CD y 8 DVD, y se complementa con un libro que incluye ensayos de diversos críticos, productores, ingenieros de sonido e intérpretes que trabajaron con el músico, entre ellos, los pianistas Alfred Brendel, Evgenny Kissin y Yuja Wang. Los textos de este volumen se publican en inglés y alemán. El producto ha salido a la venta el 17 de febrero y si usted quiere hacerse con él deberá darse prisa pues la edición está numerada y limitada a 2650 copias. Su precio: 764,99 euros (web de Deutsche Grammophon); 730,08 euros (Amazon España).

La carrera de Abbado está marcada por sus premios juveniles (el Koussevitzky en 1958, el Mitropoulos en 1963), que le abrieron las puertas de las más importantes orquestas del mundo, su rápido acceso a los principales teatros de ópera italianos, que culmina con su larga titularidad al frente de la Scala milanesa (1969-1986) y una, también relevante, pero más corta como Director Musical de la Ópera Estatal de Viena (1986-1991) y, muy especialmente, su acceso al más prestigioso puesto del orbe musical clásico, la titularidad de la Filarmónica de Berlín como sucesor de Herbert von Karajan. Abbado es elegido en 1989, el año de la muerte de su antecesor, pero no ocupa efectivamente su puesto hasta 1992 (a la Expo sevillana de aquel año vino al frente de la Filarmónica de Viena, aún se recuerda su Titán de Mahler) y lo mantiene una década, hasta 2002. Desde entonces, su trabajo se concentra en los proyectos personales en torno a conjuntos que creó o impulsó decisivamente, la Orquesta de Cámara de Europa, la Orquesta de Cámara Mahler, la Joven Orquesta Gustav Mahler, la Orquesta del Festival de Lucerna, la Orquesta Mozart.

La última etapa del director quedó fuertemente condicionada por el cáncer de estómago que le detectaron a principios del año 2000, que exigió una cirugía muy agresiva y le obligó a cancelar su agenda, aunque fueron pocos meses, ya que en octubre volvió a dirigir a la Filarmónica de Berlín e incluso realizó una gira por Japón. Las maneras directoriales del maestro cambiaron radicalmente desde entonces. Sus registros con la integral de Beethoven de 2001 lo muestran ya a la perfección: un despojamiento casi camerístico y un acercamiento a los postulados historicistas, en los que ahondaría en su trabajo con la boloñesa Orquesta Mozart, que toca con instrumentos de época, acercándose mucho más a Haydn, Mozart y a la música barroca, que no había frecuentado hasta ese momento (grabó los Conciertos de Brandeburgo de Bach en 2007).

Abbado Abbado

Abbado

El legado discográfico recogido en esta integral recorre casi medio siglo y pasa por muchos podios. Los más representados son obviamente los de las Filarmónicas de Berlín y Viena y el de la Sinfónica de Londres, orquesta con la que Abbado tuvo estrecha relación entre 1970 y 1985, pero también hay registros con las Sinfónicas de Chicago, Boston y Radio de Baviera, la New Philharmonia, la Staatskapelle de Dresde, la Orquesta de la Scala, la Joven Simón Bolívar y todos esos conjuntos citados antes de reciente creación.

Sin dejar de ser amplio, el repertorio hace especial hincapié en algunos nombres fundamentales. Destacaré cinco. De Beethoven se ofrecen las integrales sinfónicas con Berlín ya citada (la de 2001) y la de Viena de 1988, pero también hay grabaciones de sinfonías de los años 60 y por supuesto están los conciertos y oberturas en diferentes registros. También hay integrales brahmsianas con Berlín y Viena, mucho Mozart (la revisión del compositor se aprecia especialmente en las sinfonías grabadas ya en el siglo XXI con la Orquesta Mozart), casi dos ciclos completos de Mahler (Berlín, Viena, Chicago, Lucerna) y bastante Verdi. Esto nos lleva al terreno de la ópera, pues aparte de los registros con la Orquesta de la Scala (Macbeth, Simon Boccanegra, Un ballo in maschera, Don Carlos, Aida, además del Requiem) y del Falstaff con Berlín hay que añadir los registros mozartianos (Bodas de Fígaro con Viena; Don Giovanni con la Orquesta de Cámara de Europa-OCE; Flauta mágica con la Mahler Chamber) y rossinianos (Italiana con Viena, Barbero dos veces, con Londres y la OCE, con la que también registró Il viaggio a Reims, y Cenerentola con Londres), Fidelio (Mahler Chamber), Lohengrin (Viena), Carmen (Londres), Fierrabrás de Schubert (OCE), Khovanschina de Mússorgski (Viena), rescate este esencial que se une a tres títulos fundamentales del siglo XX, tres grabaciones que están en la cima de las referencias: Pelléas et Mélisande de Debussy, Wozzeck de Alban Berg y De la casa de los muertos de Janáček, las tres con la Filarmónica de Viena. La obra de Janáček se incluye además en uno de los 8 DVD, siendo el único auténtico inédito de la colección. Además de algunos conciertos sinfónicos, esos registros audiovisuales traen también una Cenerentola y un Barbero de Sevilla.

Una imagen del director en sus últimos años Una imagen del director en sus últimos años

Una imagen del director en sus últimos años

Para terminar con el repertorio, cabe citarse la preocupación de Abbado por la música contemporánea, que se cifra en registros (comparativamente, poco abundantes) de Nono, Kurtág, Stockhausen (Grüppen), Sciarrino, Ligeti, Xenakis, Rihm o Furrer. En cuanto a los colaboradores, se repiten los nombres de Pollini, Serkin (casi todo el Mozart), Argerich, Pires, Gulda, Brendel, Kissin, Shlomo Mintz y hay recitales con Ghiaurov, Netrebko, Alagna o Kaufmann. Algunas obras se repiten hasta tres veces. Es el caso del Concierto para piano de Schumann: Pollini (Berlín), Brendel (Chicago), Pires (OCE).

Aunque siempre se destacó su militancia comunista, Abbado fue una figura esencial del star system de la clásica desde los años 70. Fue también un hombre discreto, que hablaba poco, incluso en los ensayos, pero se transfiguraba en los conciertos (“había algo explosivo en su actitud: cada movimiento de sus manos y brazos, cada mirada en sus ojos transmitía un sentido de conjunto”, dijo de él el barítono Thomas Quasthoff). Sus gestos delicados, casi ingrávidos fueron luego imitados por muchos. Daniel Harding, asistente suyo en Berlín, y uno de sus principales discípulos de hoy, recuerda que el foco estaba puesto siempre en el compositor, que “su idea era hacerse superfluo como director de orquesta”. Acaso por eso, a medida que cumplía años, Abbado dejaba que tras la música creciera el silencio. Hay una grabación de 2009 con la Orquesta del Festival de Lucerna en la que arrancó del público casi dos minutos y medio de silencio tras el final de la de Mahler. Impresiona ver la transfiguración de su rostro y de su gesto durante ese tiempo.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios