Vadym Makarenko | Violinista

"No creo que haya una forma correcta de tocar a Vivaldi"

  • Al frente de su conjunto Infermi d’Amore, el violinista ucraniano Vadym Makarenko publica en Eudora un álbum centrado en la figura de Vivaldi

El violinista ucraniano residente en Madrid Vadym Makarenko

El violinista ucraniano residente en Madrid Vadym Makarenko / Pablo Roces Albalá

Vadym Makarenko nació en Korsun-Shevchenkivskyi, una pequeña ciudad de menos de veinte mil habitantes del centro de Ucrania. Estudió violín en Kiev, pero acabó en las clases de Amandine Beyer en la Schola Cantorum de Basilea.

–Sigue tocando con Beyer  en su grupo. ¿Se considera su discípulo?

–Claro. He estado seis años, de los 20 a los 26 estudiando con ella y fueron muy importantes para mí, porque he dejado atrás el concepto de violín moderno, aunque he seguido tocando música de todos los períodos, pero me he encontrado a los 20 con un problema de estar perdido en el mundo de la música. Fue Amandine la que me transmitió valores nuevos. Aparte de enseñarme la técnica del violín barroco, que es completamente distinta, a nivel musical supuso para mí el descubrimiento de la intuición, el liberarme de prejuicios de la escuela moderna de violín y disfrutar más de la música. En este sentido es una persona importantísima para mí. Como sigo trabajando con ella pues sigo aprendiendo. Soy su discípulo pero también estoy haciendo mi propio camino. Estoy muy orgulloso de haber estudiado con ella y mantener el contacto después de terminar mis estudios.

–¿En qué momento sintió la necesidad de formar su propio grupo?

–Amandine es una música excepcional que necesita un grupo propio para expresarse. Su grupo es básicamente ella, es la que encuentra ahí su propio espacio de hacer lo que desea. He conocido a muchos grandes músicos que me enseñaron, pero cada uno trabajaba para tener su propio refugio musical en el que poder experimentar y sentirse completamente libre, y eso me empujó, porque hay muchos proyectos que me gustaría afrontar. Muchas veces tocas en bolos, por dinero, y lo haces sin ningún enriquecimiento personal. No quiero sentir esto en mi vida. Quiero disfrutar de la música y crear a través de la música lo que siento.

Lost in Venice - Infermi d'Amore Lost in Venice - Infermi d'Amore

Lost in Venice - Infermi d'Amore

–¿Cuándo fue su primer concierto con Infermi d'Amore?

–En 2019. Luego llegó el Covid. Mal momento para crear el grupo.

–Muchos músicos dicen que el tiempo del reposo del Covid les ayudó a reciclar ideas y montar proyectos…

–Sí, sí, es verdad… A veces incluso echo de menos la cuarentena, porque tuve tiempo para dedicarle a muchas cosas.

–2019 es también el año que se instala en Madrid. ¿Por qué Madrid?

–Sí. Aquel primer concierto lo hicimos a principios de febrero de 2019. En verano me mudo a Madrid, un año de muchos cambios. Barajaba varias posibilidades, porque hay muchas ciudades que me gustan. Pensaba en Italia. Dedicaba mucho tiempo también a las Bellas Artes, al dibujo, y en Italia hay ciudades maravillosas donde se puede estudiar. Pero era también importante que fueran ciudades bien conectadas, y el idioma es crucial; para sentirte a gusto en un sitio, tienes que poder comunicarte bien. Ya conocía Madrid, me sentía en la ciudad como en casa. Es un sitio donde me siento genial. Viajo mucho, pero siempre que vuelvo lo hago con muchas ganas. Fue una suerte en realidad haberme decidido al final por Madrid. Estoy muy contento.

–Como primer disco, esta es una apuesta fuerte, porque se trata de un Vivaldi casi inédito.

–El disco incluye cinco primeras grabaciones de Vivaldi. El segundo movimiento del Concierto para cello ya estaba grabado. Olivier Fourés reconstruyó este concierto, pero lo primero que hizo fue el segundo movimiento, lo grabó una chica [Ophélie Gaillard] y luego los movimientos extremos quedaron sin grabar hasta que lo hicimos nosotros. El Concierto de violín en do mayor es primera grabación. Es la primera obra del disco y la primera que grabamos. Fue interesante. Para un violinista grabar un concierto de Vivaldi que no se ha grabado nunca es una responsabilidad. Es preferible no grabar a hacerlo de cualquier forma. Empezar la grabación con una obra que tiene mucho significado era importante, y fue genial porque creo que tiene toda la energía del principio de la grabación y encajó muy bien en el inicio del disco. Es un disco muy variado. Tiene conciertos para violín, para cello, un concierto doble, una sinfonía, una obertura, que es prácticamente un concerto de camera, y casi un concerto grosso, porque la obra de Marcello tiene un cello concertante, y como la parte de violín estaba perdida existen grabaciones muy antiguas, con un sonido un poco malo, pero la parte de violín es nueva, por lo que se puede considerar también una primera grabación.

–El contacto con Olivier Fourés fue crucial.

–Sí, él vive en Madrid y yo lo conocía ya, porque es muy amigo de Amandine. Justamente en el último disco del grupo de Amandine, vi trabajar a Olivier por primera vez en una grabación, porque lo conocía pero no lo había visto trabajar. Fue duro, porque grabamos de las 9 de la mañana a las 11 de la noche, y era muy exigente. Vi que tenía muy claro lo que busca, y vi lo que sabe de esta música. Para una primera grabación, tenía dudas de si no me iba a influir demasiado el modo en el que él ve la música. Pero bueno, eso casi es imposible, porque si llevas 25 años tocando el violín es difícil que te cambie mucho, más bien puede aportarte cosas, pero tú vas a seguir siendo tú. Ha sido un contacto maravilloso, he aprendido mucho de él. Le estoy muy agradecido. Al principio no me daba inéditos, y lo entiendo, acostumbrado a trabajar con gente como Carmignola o Amandine y de repente llega un chaval joven, y es normal, pero nos vimos un par de veces, estuvimos leyendo música juntos y acabé ganándome su confianza.

El conjunto Infermi d'Amore El conjunto Infermi d'Amore

El conjunto Infermi d'Amore / Daniela Hernández Aler

–Vivaldi es de los compositores más grabados de la historia. La forma de interpretar su música ha ido variando mucho con el tiempo. ¿Dónde se mueve usted y qué le aporta a su música?

–Esa es una pregunta muy compleja. No creo que haya una forma correcta de tocar a Vivaldi. Cualquier interpretación es ya una aportación. Cualquier interpretación hace que esta música siga viva y pueda seguir siendo tocada. Hay grabaciones antiguas que me gustan. No hay que descartarlas por ser antiguas, porque han hecho parte de la historia. Algunas son muy potentes. Hay por ejemplo grabaciones de Vivaldi de Pinchas Zuckerman que me encantan. Veo en ellas algo muy honesto. Lo escuchas a él y a Vivaldi al mismo tiempo, y eso es lo máximo que se puede pedir a un intérprete. Carmignola es un violinista moderno, pero hace algo tan especial con Vivaldi que para mí es como ningún otro. No se trata ni del tiempo ni de la forma, sino que es algo más profundo y eso es el misterio de la interpretación. ¿Dónde me colocaría yo? Cada contacto y cada vivencia me han aportado algo. Llevo dentro el bagaje de la enseñanza de Amandine, pero también mi propia sensibilidad, la que estaba construyendo cuando estudiaba en Kiev o cuando conocí a Christophe Coin o Kristian Bezuidenhout, que me aportaron mucho, y sigo buscando. Luego, ser ucraniano o español o italiano ya te está alimentando por una cultura específica, que además está en continua transformación, no es algo fijo. ¿Dónde me colocaría? No lo sé, donde estoy ahora mismo, con todas las vivencias que me han traído hasta aquí.

–¿Vivaldi es el camino o piensa seguir moviéndose por repertorios diferentes?

–Hay tanta música que me gusta y que me gustaría tocar más. Vivaldi es nuestro primer disco, pero es sólo una parte de mi vida musical. Para mí, como violinista era una forma de darme a conocer. Vivaldi nos gusta y es una música de mucho poder, pero además es popular y eso te permite dar un impulso para hacer más cosas. Tenemos programas de música francesa, de stylus phantasticus, de música clásica, en formato de cuarteto y de trío. De hecho vamos a tocar en París un programa titulado Pinturas negras y que es repertorio del XVIII tardío y principios del XIX. Hay unas pautas en el mercado, la gente necesita algo claro, si eres un grupo que toca principios del siglo XVIII no te relacionan con otros periodos, pero yo quiero tocar tantas cosas… Había que empezar por algo, pero tenemos muchos proyectos diferentes.

–Ha empezado por grabar en un sello español bastante reciente (lo creó Gonzalo Noqué en 2014), muy independiente y con estándares de calidad muy altos, Eudora, ¿cómo llegó hasta él?

–Ha sido todo muy intuitivo. Para mí la fama de una casa discográfica no es suficiente. Sacar un disco con Harmonia Mundi o Naïve, qué te aporta. Puedes pensar que distribución y visibilidad, pero realmente nadie te asegura eso. Hablé mucho con Olivier de esto, y es un misterio. Realmente no es posible saber qué disco ni cuándo ni cómo ni por qué de repente tiene éxito. He decidido no fijarme en criterios de fama. No tenía ningún compromiso con Gonzalo, nos conocimos un poco de casualidad, porque unos amigos que han grabado con él me hablaron muy bien, escuché sus discos, me gustaron y ya está, no sabía cómo grababa ni en qué formato ni nada, simplemente escuché y me gustó. Hablé con él, me cayó muy bien y fuimos adelante. Él puso mucho amor en la grabación y me gustaría ser fiel a esta sensación de crear algo juntos con lo que disfrutamos. Estoy muy contento con este viaje musical a Venecia, sentir el amor del grupo en torno a un proyecto común, que esto sirva de punto de referencia, que quede ahí como lo que hacíamos en un momento concreto y que la gente pueda escucharlo y nos ayude también a dar más conciertos, porque esta música tiene que vivir sobre la escena. Para eso sirven las grabaciones.

–¿Tiene ya en mente el segundo disco?

–Grabar un disco supone un año y medio o dos, así que sí, empezamos ya a pensar, y tenemos varias opciones: el repertorio clásico o prerromántico del que le hablé, en el que hay unas obras maravillosas, como un Cuarteto de Viotti que nunca se ha registrado, o concentrarnos más en el stylus phantasticus… Vivaldi fue casi un experimento, porque ensayamos mucho, pero antes de grabarlo no lo habíamos tocado en un escenario. Ahora me gustaría hacer programas que ya hemos hecho en concierto. Para mí es lo mejor, tocar, tocar y grabar algo que ya has vivido, aunque no todos los programas de concierto se prestan tal cual al disco y algunos habría que modificarlos. Hay programas que funcionan bien para el concierto, pero no tanto para el disco. Creo que deberíamos cambiar un poco la estética de grabaciones de música antigua. Sabemos que antiguamente no se tocaban las obras completas, sino que dependiendo del contexto y la situación se tocaban unos movimientos u otros. Tenemos un programa que hemos titulado El juego de los abalorios en el que tratamos de contar historias conectando distintas obras entre sí y con la literatura. Tengo que pensar cómo enfocarlo en el disco. Pero me interesa grabar cosas que de verdad me gusten, cosas que cuenten una historia, aunque sean partes de piezas. Quiero experimentar con eso. No sé cómo quedará. No me gustan los proyectos de integrales.

–¿Prefiere discos conceptuales?

–No, tampoco. No me gusta mucho ese término. En la época de Bach o Vivaldi quién tocaba una integral. Incluso los cuartetos, ibas una tarde a tocar un concierto a casa de un aristócrata y leías tal movimiento que te gustaba. Yo quiero que los discos tengan este tipo de continuidad. Si encaja el opus entero perfecto. Tú pones un disco de música pop, las canciones son cortas, pero cuentan algo, y busco eso: pones el disco y lo escuchas entero. Me parece un aprendizaje importante poder experimentar para hacer algo distinto a lo habitual.

–¿Su familia sigue en Ucrania?

Pude traerme a Madrid a mi madre, mi hermana y mi sobrina, pero mi padre sigue allí. Ellas fueron a visitarlo por Navidades, y están bien. Mi padre no puede salir. Y yo no puedo entrar, porque si entro, no salgo. Para mí es muy triste, además por una situación absurda, esta guerra sin ningún sentido, me parece como de otro universo. He pasado por muchas fases en este año: hubo momentos de depresión absoluta en que no podía ni tocar el violín, ni mandar un correo, era imposible concentrarme en nada, pero con el tiempo te acostumbras, vas saliendo, y ahora estoy algo mejor. Lo que puedo hacer es ayudar con lo que sé hacer. Cada cual tiene que empezar a hacer cosas por su vida, por lo que sabe. Mandé dinero, hice algunos conciertos benéficos, y esta es la forma en la que puedo ayudar. Pero es todo muy triste.

LOST IN VENICE EN SPOTIFY

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios