Jazz

Espacio, color y control

  • Dos directos inéditos de los 60 subrayan la primordial figura del pianista norteamericano Ahmad Jamal, un intérprete que vive ahora una incesante reivindicación

Ahmad Jamal, nacido Frederick Russell Jones (Pittsburgh, 1930).

Ahmad Jamal, nacido Frederick Russell Jones (Pittsburgh, 1930). / Don Bronstein

"Jamal me dejó pasmado con su concepto del espacio… la luminosidad de su toque, su subestimación y la forma de frasear notas, acordes y pasajes". La cita de Miles Davis luce orgullosa en la web (https://ahmadjamal.com) del pianista y compositor Ahmad Jamal (1930). La pandemia aceleró su retirada y hoy el músico de 92 años contempla desde su casa en Massachusetts la incesante reivindicación de un perfil que influyó en el propio Davis, quien llegó a grabar sus composiciones Ahmad’s Blues y New Rhumba, y en el concepto del piano trío que expandieron colegas de la dimensión de Bill Evans.

Dos discos dobles (publicados en cedé y vinilo) de inéditas grabaciones en directo, bautizados como Emerald City Nights. Live at The Penthouse 1963-1964 / 1965-1966 (Jazz Detective – Deep Digs – Elemental Music; 2022) y registrados en el club Penthouse, de Seattle, entre 1963 y 1966, refuerzan ahora aún más, si cabe, el estatus de un gigante (de nombre real Frederick Russell Jones, convertido al Islam a comienzos de los cincuenta) al que cierto sector de la crítica minimizó en sus inicios. Más tarde, las exitosas cifras de ventas que deparó su álbum en directo At The Pershing. But Not For Me (1958) disiparon insensatas dudas a la vez que divulgaban las fortalezas de una propuesta sustentada en una cohesionada noción grupal, una admirable gestión de sonido, espacio y ritmo así como en un austero lirismo que potenciaría su brillo con el discurrir del tiempo.

Aunque no figuren aquí a tiempo completo los músicos que dieron relevancia a su célebre trío –el contrabajista Israel Crosby y un Vernel Fournier cuya batería figura solo en un par de temas–, los dos volúmenes dobles refrescan con holgada solvencia el talante y cualidades de su pianismo. Los contrabajistas Jamil Nasser y Richard Evans y las baterías de Chuck Lampkin y Frank Gant conforman ese formato de trío que Jamal convirtió en su ecosistema natural y que en estos discos se despliega sobre un repertorio de estándares que desfila por los hermanos Gershwin – con el citado But Not For Me–, Cole PorterAll of You–, el tándem Rodgers & HartI Didn’t Know What Time It Was– o colegas del peso de Johnny HodgesSquatty Roo– o Benny Golson con su sempiterno Whisper Not. A todos los hace suyos, agregando un par de composiciones de cosecha propia (Concern y Minor Moods) más el inevitable Poinciana que tanta popularidad le aportó, aplicándoles ese privativo método que el también pianista Aaron Diehl sintetiza atinadamente en tres palabras en el texto incluido en el libreto correspondiente: espacio, color y control.

A Miles Davis lo dejó “pasmado con su concepto del espacio y la luminosidad de su toque

Otras acreditadas firmas de distintas épocas como el productor Marshall Chess o los pianistas Kenny Barron, el desaparecido Ramsey Lewis, la japonesa Hiromi Uehara o el ahora en boga Jon Batiste exponen en sendos cuadernillos opiniones que remarcan la magnitud creativa de un Ahmad Jamal cuya discografía ha seguido deparando excelentes noticias hasta prácticamente su retirada.

Los cuatro discos que conforman este lanzamiento proceden del rico archivo que Charlie Puzzo, propietario de The Penthouse, fue alimentando con las grabaciones de los músicos que desfilaban por su escenario. Sus herederos confiaron a Zev Feldman la gestión de una colección que ya vio la luz en ediciones para el sello Resonance –el brillante Smokin’ in Seattle (2017) de Wynton Kelly & Wes Montgomery sirve de ejemplo– y que ahora el productor norteamericano ha canalizado, con el beneplácito de Jamal, hacia su flamante sello, Jazz Detective. Una plausible decisión que enriquece el extraordinario bagaje de un grande a quien el reputado crítico, músico y productor Ted Gioia definió en su Historia del jazz (Turner – Fondo de Cultura Económica; 2002) como "un heraldo del jazz del futuro". Una definición que seguro hizo torcer el gesto al músico de Pittsburgh (Pensilvania): el pianista siempre rechazó la denominación "jazz", optando por la de "música clásica estadounidense". Cuestión de etiquetas.

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