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UUn estudio realizado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del CSIC y el Karlsruhe Institute of Technology (KIT) ha demostrado que las soluciones basadas en la naturaleza, como los humedales construidos, son tecnologías eficaces para mejorar la calidad del agua y reducir contaminantes emergentes, incluyendo antibióticos y genes de resistencia antimicrobiana.
El estudio, publicado en la revista Water Research, evaluó la eficacia de estos humedales como tratamiento terciario de aguas residuales en el río Besós y Can Cabanyes, Barcelona. Los resultados mostraron que estas soluciones superan a los tratamientos convencionales, como la cloración y la radiación UV, en la eliminación de contaminantes. Los humedales lograron reducir entre un 69% y un 88% de los antibióticos y disminuyeron significativamente la presencia de genes de resistencia, mientras que los métodos tradicionales solo lograron reducciones del 36% al 39%.
El uso de humedales también redujo el riesgo ecotoxicológico en más del 70%, destacando su potencial para minimizar el impacto ambiental de los vertidos de aguas residuales tratadas. Este estudio subraya la necesidad de considerar estas tecnologías en futuras políticas de gestión del agua, dado su mayor rendimiento y beneficios ecológicos.
“Los humedales construidos son sistemas de depuración que degradan los materiales que se encuentran en las aguas residuales a través de procesos físicos, químicos y biológicos que se dan en la naturaleza. Así, las plantas de los humedales liberan oxígeno y otras sustancias químicas a través de la raíz, generando una rizosfera que favorece la presencia de microorganismos específicos que aceleran la biodegradación de los contaminantes”, señalan los investigadores e investigadoras. Asimismo, el estudio ha puesto de manifiesto que estas soluciones naturales también disminuyen el riesgo de impacto toxicológico en los ecosistemas hasta un promedio del 70%, frente al escaso 6% alcanzado por las tecnologías convencionales.
“Estos hallazgos revelan un avance prometedor en la protección del medio ambiente y la salud pública”, señala Víctor Matamoros, investigador del IDAEA y autor principal del estudio. “Los resultados subrayan la importancia de implementar tecnologías de tratamiento más sostenibles en el sector de aguas residuales, ya que contribuyen a minimizar el vertido de antibióticos y genes de resistencia antibiótica en las masas de agua superficiales, protegiendo a los ecosistemas acuáticos y combatiendo la creciente amenaza de la resistencia a los antimicrobianos, que está vinculada con el aumento de las tasas de mortalidad a nivel global”.
“De los 22 antibióticos analizados, 13 fueron detectados en todas las muestras de agua, con concentraciones que oscilaban entre 2 y 1.200 ng/L. La azitromicina, utilizada para tratar infecciones de las vías respiratorias superiores o de los órganos reproductivos, y el sulfametoxazol, empleado en combinación con el trimetoprim, para tratar infecciones del tracto urinario, fueron los más abundantes. Estos datos coinciden con el uso extensivo de estos antibióticos y su baja eliminación en las estaciones depuradoras de aguas residuales”, apunta Edward Jair Pastor, investigador en formación del IDAEA.
El estudio también evidencia que el uso de estos humedales cambia positivamente el perfil del agua, aumentando su calidad, ya que genera una microbiota más alineada con los ecosistemas naturales y, por consiguiente, reduciendo el impacto en ríos y rieras.
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