Parece que tenemos gordo para rato
Emulando al Swarzenegger de Poli de guardería en versión recortada y con sobrepeso, Kevin James, a quien ya vimos hacer de sus carnes un espectáculo en Hitch o en Os declaro marido y marido, viaja al pasado de la comedia familiar de los años ochenta y noventa para autoproclamarse héroe y salvador de la familia y el consumo como improbable y eficiente guardia de seguridad de un centro comercial acechado por unos cacos de pacotilla que roban en monopatín.
Prototipo de comedia blanda y sosa para la familia (norteamericana) unida en las fiestas de Acción de Gracias, Superpoli… apuesta todas sus cartas (marcadas) al gag físico y a los chistes sobre un gordo patoso e hipoglucémico, prolongando tristemente una ya larga tradición de la comedia americana, más cercana al vodevil que a otra cosa, que va de Roscoe Fatty Arbuckle a John Candy, descansen en paz. Los buenos resultados en la taquilla USA sólo pueden significar que tenemos segurata gordo para rato.
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