Cultura

Abraham Lacalle expone 'Tiempo de guerra' en la galería Marlborough

  • El pintor almeriense muestra tres lienzos de gran tamaño La obra 'Un iconoclasta anda suelto' tiene tres metros de alto por ocho de ancho

El pintor almeriense Abraham Lacalle inaugura hoy a las 19 horas la exposición Tiempo de guerra en la galería Marlborough de Madrid. En la exposición se podrán ver tres lienzos de grandes dimensiones, el mayor de ellos Un iconoclasta anda suelto de 300 x 800 centímetros, que formaron parte de la exposición recientemente clausurada del CAC de Málaga, y varios lienzos en diverso formato.

Abraham Lacalle (Almería, 1962) se formó en Sevilla y actualmente reside en Madrid. Heredero de la tradición pictórica de los años 80, su pintura dio un giro hacia la abstracción y con los movimientos sociales de la época ha desarrollado la crítica ácida y social a través de su pintura.

A lo largo de su trayectoria, Lacalle ha abordado de manera recurrente la dificultad de transformar la experiencia en relato pictórico. Las heridas sin cerrar, la realidad de la devastación, el acoso de la excesiva información, la dificultad genérica del ser humano de luchar honestamente por sus ideales, la soledad del proceso creativo, todas estas huellas están patentes en su pintura. Un proceso que comienza con acuarelas, tintas, dibujos y tras un proceso reflexivo va tomado forma en los lienzos; en los formatos de grandes dimensiones hay un proceso narrativo no exento de esta metodología. Un largo proceso de horas de reflexión acompaña la ejecución de los mismos: correcciones, adiciones y sustracciones van midiendo el ritmo de trabajo.

Una sociedad inactiva y hedonista, vendida al placer inmediato, donde el esfuerzo no tiene recompensa acompaña el dialogo de las piezas. Episodios hilados y desconcertantes muestran a un pintor acompañado de la reflexión intensa. Literatura clásica y contemporánea, a la vez que filosofía, acompañan el soporte dialectico-pictórico de Lacalle con gran discurso retórico al margen de su lenguaje visual. Autores como Jack Kerouac, Cormac McCarthy o Thomas Bernhard se plasman en sus cuadros.

En la pintura de Abraham Lacalle se encuentran divergencias de conceptos. Frente a un colorido plano y primario, aparentemente amable, encontramos escenarios al borde del abismo. Una crítica cáustica y comprometida encuentra su lectura diagonal.

Como desarrollaba Fernando Francés, director del CAC, "emplear el lenguaje bélico no es casualidad. Lacalle ha diseñado un campo de batalla donde librar contiendas desde el interior de uno mismo hasta pasar por las fronteras de la razón y acabar siendo un asunto más grave: un problema de índole social. Heridas que a su juicio están sin cerrar, sin cicatrizar y que en los últimos tiempos, y a propósito de determinados valores sociales y personales, han resurgido con mayor vehemencia y dolor. Empleando el color, una de sus obsesiones recurrentes, como una herramienta transmisora de un lenguaje complejo".

"La pintura soporta diferentes tramas y una de ellas es la situación que vives; la permeabilidad hacia lo social. En estos momentos, el desastre lo representa mejor una copa vacía y rota que una de una bomba que ha explotado en cualquier lugar del mundo", explica Lacalle.

Es así que igual que cuando se termina un libro o se escucha una melodía, que recurrentemente acuden a la memoria, los cuadros de Lacalle interceptan al espectador y de manera recurrente aparecen en la memoria, como un buen libro o una buena película en la que el mensaje transciende más allá de lo percibido.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios