‘Amigos de la Alcazaba’ conoce las actuaciones en la Torre del Homenaje

La Asociación Amigos de la Alcazaba y el Conjunto Monumental de la Alcazaba siguen con su trabajo continuado para proporcionar un mejor conocimiento, valoración y difusión de la Alcazaba y de las últimas actuaciones realizadas en su interior y en su entorno, a través del ciclo La Alcazaba que queremos. Así, tras abordar en anteriores convocatorias aspectos como el posible origen bimilenario de la fortaleza, la restauración de las murallas, el proyecto Jardines Mediterráneos, el barrio andalusí del Mesón Gitano, las murallas del Cerro de San Cristóbal o las recientes intervenciones arqueológicas, en la última ocasión se puso el foco en La recuperación de la Torre del Homenaje, junto al Patio de Armas del Castillo de los Reyes Católicos del Conjunto Monumental, a cargo de Pedro Gurriarán Daza, arquitecto restaurador, y con una visita comandada por la presidenta de la Asociación, Maite Pérez.

En el extremo occidental de la Alcazaba, en su parte más elevada, los Reyes Católicos construyeron a partir de 1490 un castillo gótico, labrado en piedra de sillería procedente de las canteras de San Roque. De forma triangular, la parte oriental, la más vulnerable, está defendida por tres cubos con troneras para artillería, foso y puente levadizo. El patio de armas dispone de un aljibe y un silo/mazmorra. En el extremo oeste se levanta la Torre de la Pólvora, mientras en el flanco norte se encuentran la Torre del Viento (con pozo de época medieval) y la Torre del Homenaje, concebida como residencia del alcaide de la fortaleza, con una gran portada de estilo isabelino.

“Aunque la Torre del Homenaje fue concebida como residencia del alcaide de la fortaleza, apenas llegó a servir para esta finalidad y, básicamente, cumplía una función simbólica de poder: intimidar, amedrentar y defender”, explicó el propio Pedro Gurriarán, que añadió en la explanada del patio, antes de subir a la torre que “los Reyes Católicos querían manifestar así su poder. Abrieron un pozo seco que separaba a este tercer recinto y había un puente levadizo que hacía de primera barrera al exterior, para defenderse con artillería, de ahí las troneras”, amplió en su exposición.

Su planta es rectangular. Interiormente estaba compartimentada en dos alturas. La primera planta con una estancia (sala de armas) cubierta por una bóveda. Y una planta superior, a la que se llegaba por una escalera de caracol, para el aposento del alcaide. “Bajo la Torre existía un aljibe que recibía el agua de lluvia recogida en la cubierta y que permitía asegurar el abastecimiento del agua en caso de asedio”, detalló el arquitecto restaurador.

“La Torre del Homenaje articulaba de alguna manera las dos zonas del patio, era un elemento simbólico, como una especie casi de vestíbulo fortificado. Era una muestra militar de poder” subrayó Daza.