Cultura

Antonio B. Castillo: "Mi primera gran pasión fue el cine aunque luego descubrí la literatura"

  • Este doctor estuvo arropado por Julio Alfredo Egea, Antonio Egea y Pedro Vázquez Cabrera

El doctor almeriense Antonio B. Castillo presentó el pasado jueves en el Museo de Almería su último libro El albergue y otros relatos. En este acto estuvo acompañado por el poeta Julio Alfredo Egea, el grabador Antonio Egea y Pedro Vázquez Cabrera.

Precisamente, Vázquez Cabrera "el impulso de escribir, como es el caso de Antonio Castillo, se convierte en un refugio donde todo puede ocurrir, donde es bueno sentir melancolía o temor, o incluso fracasar, o equivocarse, o amar a alguien o desear algo profundamente, en fin, un lugar para reinventar el mundo".

"En la actualidad, relato y cuento se emplean indistintamente para designar lo mismo. Lo de Antonio Castillo, sin embargo, tiene poco que ver con lo que entendemos por cuento popular. Posiblemente sus relatos tengan más semejanza con las narraciones a las que Gustavo Adolfo Bécquer llamó leyendas", dijo Vázquez.

"Deduzco que para Castillo contar relatos es una íntima necesidad del subconsciente. Y es que, efectivamente, se disfruta mientras se escribe, más incluso que cuando se lee; cuando empezamos a escribir un relato - al igual que un poema- no sabemos cómo acabará, ni falta que nos hace. El relato, en fin, deja espacio para el asombro, pero no para la meditación", apunta.

Por su parte, Antonio B. Castillo dijo que "hay familiares, amigos y conocidos que me preguntan, a veces, por qué mi pintura, mis poemas y ahora mis relatos tienen las características tan personales que las unen". De su pasión por el cine y la idea algún día de dedicarse a hacer películas llegó la literatura. "A los catorce años comencé a escribir poesía porque el profesor de literatura, Pascual González, hizo que me picara ese gusanillo. Era la época de mi pubertad, la de los secretos, los pensamientos íntimos guardados con el máximo celo, donde uno cree que nadie más ha experimentado los tormentos y vergüenzas de esa edad".

"Pinto desde los 21 años , cuando estudiando medicina en Granada, me atrajo la buena idea de aprender algo de esta disciplina y decidimos, mi buen amigo y compañero de carrera Alí y yo, matricularnos en la Escuela de Artes. Comencé con la pintura figurativa pero pronto vi que el abstracto me descargaba emocionalmente mucho más al ser la impronta de un determinado momento", comentó.

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