El CAF lleva a Sevilla las imágenes de Ruvén Afanador sobre flamenco

El lenguaje del flamenco ha tenido, salvo honrosas excepciones, una equívoca interpretación fotográfica. Es un propósito del Centro Andaluz de la Fotografía integrar el flamenco en el lenguaje contemporáneo, y Mil Besos, realizada por Ruvén Afanador, cumple esa adecuación y ofrece una visión distinta y atrevida, que parece influenciada por la fotografía de moda, por la cual es internacionalmente reconocido, y acumula también registros y guiños de lenguaje fotográfico como Penn o Man Ray.

Las sesenta y cuatro imágenes de gran formato en blanco y negro que componen la exposición Mil Besos, se podrán ver desde ayer y hasta el próximo 15 octubre en pleno centro de la ciudad, en la Avenida de la Constitución.

Esta exposición, producida por el Centro Andaluz de la Fotografía, dependiente de la Consejería de Cultura, fue inaugurada anoche por la Consejera de Cultura, Rosa Torres. Incluida en el programa de actividades paralelas de la XV Bienal de Flamenco que se celebra en Sevilla hasta el 11 de octubre, se itinerará posteriormente por Andalucía y posiblemente también en el exterior. Afanador escoge para hacer este trabajo a bailaoras y cantaoras de Andalucía como Esperanza Fernández, Eva Hierbabuena, Farruca, Manuela Montoya o Matilde Coral, entre otras.

Con el objetivo de rendir homenaje a la mujer y mostrar su sensibilidad, el autor consigue sacarlas de su propio entorno para llevarlas a otros totalmente desvinculados del flamenco como playas, fincas o minas; peinarlas con moños de 30 centímetros; maquillarlas incluso de cuerpo entero y vestirlas con diseños de grandes firmas.

Todo este trabajo ha dado como fruto un retrato único tanto de la mujer como del flamenco, que nada tienen que ver con estereotipos. Una de estas imágenes ha sido la elegida para el cartel de la XV edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla.

Ruvén Afanador nació en Bucaramanga, una ciudad al norte de Bogotá (Colombia). Desde pe-queño le fascinó la contemplación de las escenas cotidianas que se desarrollaban en Colombia y que fijaba en su mente. Su madre, como figura femenina, jugó un papel muy importante en su vida hasta tal punto que consideraba a la mujer colombiana fuente de inspiración constante y permanente en su obra.

Con 14 años se marchó a los Estados Unidos para asistir a la escuela en el Midwest. Como abanderado del arte descubrió la fotografía en la escuela y para finalizar sus estudios viajó a Washington, donde ayudó a fotógrafos locales antes de trasladarse a Milán (Italia). Fue a raíz de su estancia en Italia cuando el simbolismo religioso, las tradiciones románticas, la pasión por la belleza y su niñez se transformaron en un sello ineludible en toda su obra artística.

A principios de la década de los 90 se trasladó a Nueva York, ciudad en la que actualmente tiene fijada su residencia.