Fotografía

El fotógrafo Carlos de Paz presenta su libro ‘Océano Plástico’ en la Biblioteca Villaespesa

  • La obra que se dará a conocer a las 19 horas cuenta con una serie de poemas de Fernando Beltrán

Carlos de Paz reflejado en una botella en el mar.

Carlos de Paz reflejado en una botella en el mar. / Carlos de Paz

La Biblioteca Villaespesa acoge hoy viernes a las 19 horas la presentación del libro Océano Plástico con fotografías de Carlos de Paz y con poemas de Fernando Beltrán. En el acto también participará José Luis López Bretones, autor del emotivo y magnífico prólogo y Javier Bozalongo, en representación de la editorial.

Océano plástico expresa mediante la imagen y la palabra, la denuncia de la contaminación de los mares, sirviéndose para ello de un magnífico intento de convertir la suciedad y el residuo en objeto de recreación artística.

En las imágenes de Carlos de Paz hay una evidente intencionalidad crítica frente a la contaminación del litoral y hay también un interés por explorar de manera artística las consecuencias de esa contaminación.

Carlos de Paz es un asiduo practicante de la natación en aguas abiertas, que suele combinar con la actividad fotográfica. En esta ocasión su mirada anfibia aparca por un momento la opción figurativa y parece adentrarse por el sendero de la abstracción y el informalismo. No es la primera vez que lo hace, y ahí están series como Foto-Grafías o ciertas piezas de Cuerpos de Luz para atestiguarlo.

En Océano plástico acerca su cámara a los restos que flotan entre las olas o que se mueven sumergidos en el lecho marino como pecios inconstantes, vestigios inmundos que nunca debieron acabar allí. Pero ante los ojos del fotógrafo, e incluso ante los nuestros, se convierten en materia de composición -y de reflexión- fotográfica. Carlos de Paz fotografía lo que se encuentra cuando está nadando, pero a veces interviene sobre esos detritus cuando sale del agua; los muestra entonces sobre un fondo rojo y arma así una especie de bodegones que añaden al componente de denuncia otro de implicación personal con la ecología marina.

Fotografiar los restos que se vierten en las costas, acercar el objetivo a la basura y buscar el ángulo adecuado para tratar de mostrar sus posibilidades estéticas tiene además una serie de complicaciones técnicas. Los objetos y el mar se mueven, no permanecen estáticos, y al fotógrafo le ocurre lo mismo. Ese vaivén de las aguas y los cuerpos acaba creando una especie de simbiosis con el medio que coadyuva a que sus imágenes adquieran una cierta expresividad informalista que no excluye el trampantojo: de repente vemos una botella sumergida que parece una nave espacial en las cercanías de la atmósfera terrestre, una mascarilla que semeja la proa de un buque, o un residuo plástico que finge el aspecto de una medusa o de un coral. El contraste entre el efecto estético y la realidad degradada se hace así más patente.

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