Carlos Pradal, el hombre que vivió para el arte y el flamenco
Hoy, 30 de noviembre se cumplen 20 años de la muerte de este genial artista que aunque nació en Madrid y vivió en Francia tenia sus raíces en Almería
Se cumplen 20 años de la muerte del artista Carlos Pradal Rodríguez. Precisamente, hoy día 30 de noviembre hace dos décadas que este artista, de raíces almerienses, aunque había nacido en Madrid, falleció en París, muy lejos de la tierra que tanto amaba.
Aunque pasó muchos veranos en Almería, tierra donde contaba con grandes amigos y donde descubrió otra luz que se deja entrever en algunas de sus obras, Pradal vivió muchos años en Francia, donde es un artista reconocido y un pintor excepcional.
A los 20 años de su muerte, hay una institución como es el Instituto de Estudios Almerienses que ha programado una mesa redonda que se llevará a cabo en unos días, aparte de una serie de conferencias y una gran exposición del artista, aunque esto se pretende que se haga ya en el año 2009.
Carlos Pradal era el quinto hijo de una familia de origen almeriense, afincada en la capital de España. Su padre Gabriel Pradal, almeriense, estudió arquitectura y llegó a ser arquitecto municipal de Madrid, manteniendo siempre los lazos con Almería por donde sería elegido diputado socialista en 1931 y 1936. Su madre Mercedes Rodríguez, inteligente y cultivada, comparte las ideas políticas de su marido, transmitiéndolas a sus hijos.
La infancia de Carlos y sus hermanos se desarrolló entre Madrid y Almería. Al estallar la guerra en el verano de 1936, la familia Pradal se encontraba en Rioja (Almería). Su padre tomó las armas en el bando republicano, sus hijos mayores fueron enviados a estudiar a París, y Mercedes y sus tres hijos menores permanecieron en Rioja hasta la derrota republicana, es entonces cuando embarcan en Alicante en un barco inglés rumbo a Argelia, desembarcando en el puerto de Orán, donde serán agrupados junto a otros refugiados en el campo de Carnot.
Tras meses de internamiento en este campo, consiguieron llegar a Francia y reunirse con el resto de la familia en Port-Vendres. La llegada de los Pradal a Toulouse se produjo en julio de 1939, en su condición de intelectuales refugiados recibieron un pequeño alojamiento.
Entre la escuela, el juego y su afición por la pintura transcurre el tiempo, y en 1946 obtiene su certificado de estudios, lo que le permite entrar en el Liceo de Toulouse, de donde saldrá en 1952 con el título de bachiller. Durante estos años en los que Carlos adquiere las bases de la cultura francesa, no olvida su cultura originaria. Siguiendo los consejos de su padre seguirá estudios superiores de Lengua Española en la Facultad de Letras de Toulouse, lo que dado su total bilingüismo y su disposición hacia la cultura hispánica, literatura, poesía y filosofía le coloca en una situación ventajosa frente a sus compañeros.
Durante estos años de universidad compagina sus estudios con su pasión por la pintura, asistiendo como oyente libre en la Escuela de Bellas Artes, y se inscribe en el taller de Raoul Bergougnan. Carlos Pradal reconocería que el pintor le aportó algo fundamental en su pintura: la capacidad de visionar el objeto que se va a pintar, y olvidar el espacio que hay a su alrededor.
Terminada la carrera comenzó a trabajar como profesor adjunto de español en diversos liceos de la región. Su nacionalidad española no le permitió obtener un puesto fijo, y tras tres años de esta inestable dedicación a la enseñanza, sin poder pintar, toma una importante y arriesgada decisión: cesar en su actividad de profesor y afrontar su vocación pictórica como medio de vida, a pesar de la incertidumbre material que este paso suponía.
Dedicado de lleno a su actividad artística, en sus comienzos profesionales trabajará en el campo de la decoración. Además de la obra mural, en estos primeros años de carrera artística, hay que resaltar la abundante obra gráfica que Carlos Pradal realizó para portadas de revistas, decorados de obras teatrales, estampas, dibujos y diseños en general.
A Carlos siempre le interesó mucho el flamenco y lo incluye en los años 80 en su pintura. Como señala su esposa, Sophie Cathala, "lo que quiere pintar no es folclore, es la luz del flamenco. Le parece importante pintar desde el punto de vista de la luz. Si el billar expresaba soledad, el flamenco también, pero el billar es intelectual y el flamenco más vital".
Pradal fue un gran enamorado de la poesía. En sus últimos años de vida, y viendo que ya no podía ejercer la pintura, decidió dar a conocer a los francés la poesía española. Traduce obras como 'La Zapatería prodigiosa' de García Lorca, 'El rayo que no cesa que Miguel Hernández y 'Diez sonetos metafísicos' de Quevedo.
En 1985 expuso en la galería de arte Argar, una serie de obras hechas a base de recuerdos de su juventud y algunos trabajos sobre temas taurinos. Al año siguiente expone en Toulouse una muestra antológica con 180 obras. En julio de 1987, tras quince años de convivencia se casa con Sophie Cathala, en París. Fue un día inolvidable, a pesar de que Carlos ya se encontraba muy enfermo.
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