Carmelo Anaya: "Ahora los delincuentes no son yonquis, son señores respetables'

El escritor de Serón presentó en Madrid la novela de los indignados titulada 'Ordo dei'

Carmelo Anaya.
Carmelo Anaya.
Redacción

26 de enero 2013 - 05:00

El escritor almeriense Carmelo Anaya acaba de presentar en Madrid su última novela titulada Ordo dei (perdedores anónimos). Se trata de la novela de los Indignados, de aquellos que han sido expulsados del Sistema, una novela negra y policial en la que luchar contra las leyes y las instituciones es la única posibilidad decente.

Para el escritor almeriense Carmelo Anaya, ahora los delincuentes ya no son yonquis desesperados, sino señores respetables "en el momento actual, sorprendentemente, nos estamos dando cuenta de que los verdaderos delincuentes gozan de casi total impunidad. Los peores, las mafias en cuyas manos nos encontramos, no son la siciliana o la rusa. Las peores mafias son los partidos políticos. Su corrupción, su impunidad que vemos a diario, impregnando cada rincón de nuestra sociedad, nos ha conducido al momento actual. Sus cómplices, un poder judicial sometido al poder político".

En Ordo dei Carmelo Anaya muestra que no sólo hay pobreza y desempleo, hay muchas otras miserias: luchar para vivir y no tener fuerzas, no ser querido ni por los propios hijos, ser feo, o viejo, vivir para comer, dormir y trabajar, no creer en nada, querer perderse, querer morir, querer pegarle fuego al mundo, no ser nada.

En Ordo dei el inspector Marcano debe descubrir al responsable de unos hechos delictivos contra el orden establecido que parecen encadenados, pero ¿sería ético hacerlo?.

Carmelo Anaya (Serón, 1967). Abogado y criminalista. Ha publicado las novelas Baria city blues, Frío invierno en Baria, Memento mori, Una parte de mí y Tiempo Cero. Fue accésit del Premio J&B con la novela El corazón oscuro. Se ha revelado un verdadero maestro del género negro, con influencias bien asimiladas de sus admirados Dashiell Hammett y Jim Thompson. Su novela Ordo dei, (perdedores anónimos), ganó el II Premio Wilkie Collins de Novela Negra.

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