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La comarca del Bajo Andarax se convirtió ayer en punto de encuentro para centenares de vecinos que celebraron, como marca la tradición, el Jueves Lardero. Una fiesta que se celebra la semana anterior del miércoles de ceniza justo antes de las Fiestas de Carnaval y en la que todos los vecinos de Gádor por ejemplo se juntan en el paraje de Las Chimeneícas de la Rambla de las Balsas para pasar un día acompañados de abundante comida y bebida con un marcado carácter almeriense. Y los de Benahadux, por su parte, en los parajes La Partala y La Mesa de los Cazadores.
Y la jornada de ayer, gracias al buen tiempo, animó a muchos vecinos del Bajo Andarax a disfrutar de un día de campo y devorar, sin dilación, los tradicionales hornazos, un bollo de pan de aceite con un huevo duro colocado en el centro del mismo. Y tal y como marca la tradición, el día exige que las familias porten tantos bollos como familiares y amigos vayan juntos a la fiesta. De ahí que ayer se saboreasen muchas unidades. "Desde el Ayuntamiento tenemos muy claro que el Jueves Lardero es una tradición que los gadorenses siempre debemos de conservar", explica la regidora de Gádor, Lourdes Ramos, que participó ayer activamente en el Jueves Lardero acompañada de su familia y amigos.
Con la celebración del Jueves Lardero, tanto benaducenses como gadorenses demuestran también su marcada hospitalidad. Las caras nuevas se entremezclan con las conocidas, puesto que los vecinos de estos municipios se encargan de que los visitantes se sientan con en su propia casa.
Ayer era habitual ver a los gadorenses ofrecer a probar a quienes se acercaron hasta Las Chimeneicas desde una pipirrana o fritá hasta un trozo de tortilla, pasando por un chorizo o una buena carne de matanza asada en las hogueras o barbacoas instaladas en la zona. Delicias gastronómicas a las que se sumaron los postres que elaboran con esmero las mujeres. Los roscos, papaviejos, leche frita o las tortas de manteca fueron los productos que pusieron ayer la nota dulce a una jornada en la que predominó un ambiente festivo que se prolonga hasta bien entrada la tarde cuando ya empieza a oscurecer y toca levantar el "campamento" tras muchas horas de asueto y diversión.
Comer, beber, charlar y reír, sin olvidar los juegos tradicionales de los más pequeños son las premisas de esta festividad que se transmite de generación en generación, por lo que la participación no decae ningún año siempre que el tiempo lo permita.
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