Cultura

Curro Savoy, un silbido de película

Nunca ha llegado a coincidir en persona con ninguno de los protagonistas -ni el director, Sergio Leone-, de El bueno, el feo y el malo, Por un puñado de dólares o La muerte tenía un precio. Incluso, para conocer a Ennio Morricone, el famoso compositor de las melodías de algunos de los westerns más populares de la historia del cine -donde él colaboró-, tuvo que esperar hasta hace poco más de dos años. Sin embargo, Curro Savoy -Kurt, para nuestros paisanos franceses-, pasará a la historia por haber "silbado", hasta el momento, las bandas sonoras de ciento cuarenta películas. Un don que descubrió de pequeño cuando, tras abandonar su localidad natal, Andújar, y pasar por Córdoba, llegó con sus padres a Madrid. "Mi papá enfermó y me vi obligado a ayudar a mi madre", recuerda el artista. "Pensé ser como Joselito y me presenté a un concurso en la radio. Como no sabía tocar la guitarra, hice el solo silbando y, a partir de ahí, empezó todo. Gané veinte "duretes" y un bote de Cola Cao y estaba más feliz que unas Pascuas...".

Conocido al principio como "el rey del rock" -por unos primeros pasos vinculados a este género-, el interés que despertó entre los profesionales del séptimo arte le fue orientando hacia la vertiente musical por la que se le conoce. "Me sale natural", reflexiona. "Escucho una melodía y me dejo llevar. Es como un sentimiento con el que puedo silbar hasta flamenco, una taranta… Lo que sea". Vestido siempre de negro, Curro ha compartido escenario con figuras como Antonio Molina o Julio Iglesias y ha grabado discos como Silbaria, próximo proyecto que lanzará en breve y que supone, además, su aportación como cantante.

¿Satisfecho con el reconocimiento en España? No vacila. "Estoy muy contento. El otro día, por ejemplo, me pararon unos chavales y me pidieron que les grabara mi silbido en el móvil para que así no le costara nada descargar el tono", bromea. "Lo de residir en Francia se debe a que mis hijos tuvieron de pequeños una grave enfermedad de corazón que les obligó a operarse allí". No obstante, Curro siente fuertes vínculos con su tierra y sabe que, al final de su vida, regresará. "Me encanta Andalucía y, Sevilla, es la descomposición del átomo".

Cercano y afable, a Savoy le encanta charlar con los jóvenes y compartir con ellos las experiencias de su trayectoria. Incluso, como acaba de hacer, no tiene inconveniente en implicarse en proyectos más pequeños si eso hace crecer los vínculos con sus raíces. "Un chico sevillano, Antonio Rodríguez, me ha pedido que participe en un corto que está rodando y, sólo compartir la ilusión que le dice que esté con él, ya me motiva y me emociona".

Hasta seis tonos alcanza silbando, récord que hace prácticamente imposible la aventura de compartir un dueto con él. "Lo mejor es practicar", recomienda. Un consejo que precisa de una facultad natural que, sólo algunos como Curro Savoy, poseen. Si aún les queda alguna duda, hagan la prueba.

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