Cultura

Elio Berhanyer: La arquitectura de la elegancia

Es, en estos momentos, el diseñador en activo más veterano del mundo. Elio Berhanyer, a sus setenta y ocho años, lo ha conseguido prácticamente todo en la vida y, a pesar de ello, sigue preocupándose por un trabajo al que considera su logro más importante. "Jamás me retiraré", declaraba ayer a este periódico. "Aunque esté casado y tenga hijos y nietos, la moda es mi amor". Profesional curtido en mil batallas, Berhanyer presentó ayer en el certamen Moda de Sevilla una pequeña muestra de sus próximas colecciones de invierno y de verano. "Siempre estoy ideando cosas nuevas. Entre joyas, novias, hombre, mujer, zapatos o paraguas, tengo veintidós líneas".

Nacido en Córdoba, y criado en la ciudad de la Giralda, la Andalucía que inspira a Berhanyer es diferente a la que percibimos la mayoría de nosotros. "Detesto los colores y las ferias. La tierra que yo imagino es en blanco y negro, con paredes de cal y mujeres vestidas de negro". Todo un personaje que atesora sesenta años de experiencia y desfiles sobre las mejores pasarelas del mundo. Estados Unidos o Japón son sólo algunos de los escenarios que han alabado una labor que, museos como el MOMA, ya reconocen como "el octavo arte". "No toda la moda lo es, desde luego", explicaba. "Igual que no todos los pintores pueden estar en el Prado". ¿Cuándo se alcanza esta consideración? "Si un traje con medio siglo de vida se sigue viendo hermoso es cuando se convierte en digno de ser considerado arte. Es como el Panteón de Grecia, que se trata de algo intemporal. De hecho, la arquitectura me inspira mucho".

Inmerso en los preparativos de una muestra retrospectiva de su trayectoria que se celebrará en Madrid, el próximo mes de octubre, Elio, nombre griego que significa sol, reconoce no disponer al día mucho más de una hora libre, tiempo que dedica al cuidado de sus plantas y de sus animales, eso sí, felinos. "He tenido hasta guepardos". Un detalle de una faceta personal de la que, en general, han trascendido pocos datos. Discreto en este sentido, Berhanyer confiesa que su esposa no suele vestir de su firma, "ella es muy hippie", y que, de momento, ninguno de sus descendientes tiene intención de continuar sus pasos.

Atrás quedan quince años dedicados a vestir a la Reina de España o clientas como Ava Gadner o Dolores del Río. Sin embargo, el diseñador nunca ha abandonado del todo la alta costura, llevando el pret-á-porter a este terreno. En cuanto a las nuevas generaciones, intenta, a través de la fundación que gestiona en la capital cordobesa que le vio nacer, formar a alumnos interesados en una materia de la que él posee, nada más y nada menos, que un Master de la Universidad de Harvard. Y eso que tuvo una "infancia mala" en la, en la calle y sin poder ir al colegio, pasó mucha hambre. Uno de esos raros ejemplos de "hombre hecho a sí mismo".

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