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Lorenzo Silva: “La guerra sucia contra el terrorismo dejó de ser significativa en los años 90”

Letras

El autor dará a conocer su novela ‘Púa’ este miércoles en Mojácar y el jueves participa en Diario de los Libros organizado por Diario de Almería en el Museo Arqueológico de la capital

Lorenzo Silva es un enamorado de la provincia de Almería. / Aniol Resclosa
Diego Martínez

14 de noviembre 2023 - 22:12

El escritor Lorenzo Silva estará en Mojácar hoy miércoles, 15 de noviembre, para presentar su último libro Púa. Será a las 19:30 horas en el Centro de Usos Múltiples del municipio mojaquero. Mañana jueves, participa en Diario de los Libros organizado por Diario en Almería para presentar su última novela. El acto será en el Museo Arqueológico de Almería a las 19 horas.

-Esta novela Púa parece que ha cambiado el rumbo de lo que venía escribiendo hasta ahora.

-Frente a lo que la gente tiene más presente de mi obra, que es la serie de Bevilacqua y Chamorro o frente a otras novelas que he publicado en estos años de corte histórico, en esta novela hay una diferencia sustancial, y es que no hay ningún dato espacio temporal concreto. No se dice qué época es y no se dice qué lugar es. No es la primera vez que lo hago ya que lo hice en mi segunda novela La sustancia interior.

-¿Entonces en que línea está su último libro?

-La novela está bastante en la mirada que planteo sobre temas complejos como es el terrorismo o la guerra sucia contra el terrorismo. Esto se puede despachar de una manera rápida, pero yo he querido buscar un personaje en el que se dan cita muchas complejidades. Hay una apuesta por un tipo de novela más filosófica, donde se plantean más preguntas filosóficas sustanciales al lector. Cuando renuncias a los detalles concretos, la historia que planteas puede interpelar de una manera más general.

-¿Cómo surge la idea de escribir esta obra?

-La primera idea de esta novela la tengo hace unos diez años cuando tengo posibilidad de conocer a fondo la experiencia de personas que han estado en la lucha contra ETA y a través de ellos me acerco a los propios etarras. Esto es una historia sobre qué pasa con la gente que decide cruzar la raya, que la mayoría de nosotros, con buen criterio, decidimos no pasar, como es ejercer violencia abusiva sobre nuestros semejantes.

-Sin duda, el aporte de tantas personas ha hecho que escriba un libro que resulta muy interesante desde su primera página.

-Yo llegué a hablar con gente que había estado en ETA y ahondando en la lucha antiterrorista pues me encontré con gente que me reconoció haber hecho cosas ilícitas, no mucha, muy pocos, pero uno o dos ya impresiona. De ahí me surgió la necesidad de encontrar un personaje que me sirviera para hacer una especie de sublimación literaria de todo esto. Alguien que fuera un verdugo, que fuera un verdugo consciente de serlo y que creyera hacerlo por un ideal válido. Eso me planteó la posibilidad de contar esta historia desde un personaje que fuera un verdugo pero que también tuviera tejido moral. A mí la historia de un psicópata, la historia de un sádico o un torturador que disfruta no me interesa, porque es la historia de un discapacitado moral y con los discapacitados morales no se pueden hacer buenas historias.

-En sus novelas casi siempre aparece un investigador y en esta caso ha optado por un verdugo.

-Todos tenemos un lado oscuro que nos puede llevar ahí, si no lo controlamos. Todos tenemos malicia, todos tenemos malos sentimientos y reacciones de rencor y resentimiento y se desea el mal de otro. Este es un personaje que experimenta ese deseo y le da rienda suelta. Al final es alguien que convierte esa capacidad de dañar que tenemos todos en la pauta de su vida.

-Es cierto que la novela no se sitúa en un espacio y tiempo concreto. ¿Esto no le da que pensar que el lector se puede despistar?

-Espero que no. A veces creo que tenemos una idea de que al lector hay que tutelarlo de alguna forma. Yo tengo un concepto alto de los lectores, no quiero introducir en mis novelas complejidades innecesarias. A fin de cuenta, leer esta novela no es más complejo que leer una novela de Kafka.

-La novela tiene como trasfondo la guerra sucia. Me gustaría saber su opinión sobre si esa guerra sucia está extinguida o quedan cosas escondidas en las alcantarillas.

-La novela es una obra sobre la guerra sucia como concepto y me temo que de la guerra sucia como expediente para gobernantes desesperados pues no nos vamos a librar de ella. ¿Consideramos guerra sucia el asesinato extrajudicial?. Yo creo que sí, eso lo hace Israel todos los días. De eso no nos vamos a librar.

-Y de la guerra sucia que hubo en España contra el terrorismo.

-Dejó de ser significativa en los años 90, entre otras cosas, porque era ineficaz y era perniciosa para la lucha antiterrorista. En los años 90 se abandonó y lo sé por testimonios que tengo.

-¿Qué le comentan los lectores que han leído su obra Púa?

Cada lector hace una lectura de la novela, es la verdad, pero hay gente que me comenta que se lían porque no hay referencias espacio temporales, pero a mí lo que más me ha llegado es que hay gente que se fija en un aspecto de la novela que está muy presente y que no es demasiado difícil calibrar la importancia, y es que los dos personajes principales, dos agentes que se meten hasta las trancas en la guerra sucia, en dos momentos de la historia son hombres enamorados, enamorados de verdad.

-¿A qué se debe el título de Púa en esta obra?

-Eso se lo debo a mi abuelo andaluz. En los montes de Málaga un púa es un tío al que hay que tenerle cuidado. Se trata de una persona astuta. Esta palabra aparece en la RAE. Es un homenaje a mi abuelo.

-¿En qué está trabajando de cara al futuro?

-Estoy revisando las galeradas de una recopilación de artículos, los dos últimos años que mantuve en el periódico El Mundo que saldrá a principios de año y estoy enfrascado en la tercera novela de Manuela Mauri que la publicaremos en mayo.

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