Cultura

Gádor, Cuevas, Santa Fe de Mondújar y la Chanca en el ciclo ‘Desde mi ventana'

  • Amigos de la Alcazaba comparte de lunes a jueves, un artículo sobre el patrimonio almeriense donde participarán hasta 50 autores

El proyecto Desde mi ventana: nuestro patrimonio almeriense que la asociación Amigos de la Alcazaba ha puesto en marcha en esta situación de emergencia sanitaria ha recorrido esta semana nuevos trozos de la historia y del patrimonio cultural, histórico y natural de Almería y provincia.

Los artículos se difunden de lunes a jueves y las firmas de esta quinta semana han sido el historiador Antonio Campos Reyes, la maestra de la Asociación La Chanca Pescadería a Mucha Honra Encarna González, el maestro Manuel Pérez Sola y el historiador Enrique Fernández Bolea, que han dado su visión y ‘han abierto la ventana’ para mirar al Santuario de Nuestra Señora de Gádor Coronada, los lavaderos de La Chanca, el paisaje industrial de Santa Fe de Mondújar y el castillo de Cuevas del Almanzora, respectivamente.

Una iniciativa que va a contar con la participación de más de 50 autores, unidos en una causa de difusión de la riqueza patrimonial almeriense, en unos tiempos de confinamiento. “Se trata de acercar a los ciudadanos almerienses a su historia, a su patrimonio, a la belleza y la importancia de nuestra herencia cultural”, explicaba su presidenta, María Teresa Pérez. Pintores, historiadores, profesores, escritores, fotógrafos, arqueólogos, empresarios, archiveros, gestores culturales, guías turísticos y un largo etcétera se están sumado a la causa, que también está siendo ampliamente difundida por los medios de comunicación en una unión casi sin precedentes.

Campos Reyes acercó su mirada al santuario de Gádor. “Realizar el camino de la ermita ha sido y es siempre un deleite para los sentidos, pero, sobre todo, para la mente y el alma. Desde que en 1588 dos ermitaños fundaran el santuario del paraje de Pixnela, como si de un poderoso imán se tratase, ha atraído hacia sí a generaciones y generaciones de virgitanos y devotos de otros muchos lugares, que se han postrado a los pies de la Señora morenita de la sierra”.

En su texto sobre los lavaderos de La Chanca, Encarna González, reclamaba un reconocimiento a aquellas mujeres que se dedicaban profesionalmente a la tarea. “Al haber desaparecido casi en su totalidad la arquitectura de estas instalaciones de agua higiénico-sanitarias, de norias, fuentes y lavaderos (que también constituye un patrimonio material de la cultura del agua), bien podría este ayuntamiento o cualquier otra administración que competa, realizar un homenaje a este trabajo femenino que está presente aún en la memoria colectiva de madres y abuelas. En forma de placas recordatorias de los distintos lavaderos o de monumento a la mujer lavandera, que existe en otras ciudades, y pertenecen al acervo etnográfico, sociológico e histórico y por tanto, es patrimonio inmaterial”.

Manuel Pérez Sola, por su parte, acercó más el paisaje industrial de Santa Fe de Mondújar y su relación con Eiffel. “El primero de esos puentes se construyó en 1893 usando la ingeniería tradicional de grandes bloques de cantería para construir las pilastras de su estructura, y los últimos avances tecnológicos mediante vigas y remaches de hierro para fabricar el armazón sobre los que discurriría el trazado de las vías; siguiendo el modelo del prestigioso estudio del ingeniero Gustavo Eiffel, que ya demostró con su famosa torre en la Exposición Universal de París, la gran versatilidad de las estructuras férreas para acometer la construcción de cualquier tipo de infraestructura”.

En el último de los artículos de la semana, Fernández Bolea pone su mirada en los muros del castillo de Cuevas del Almanzora. “Entre los encarcelados que redimieron sus culpas en algún momento del XVIII se halló uno dotado de especial habilidad y sensibilidad artística, un presunto bandido que quiso amortiguar el tedio del encierro vertiendo quizá sus propias experiencias vitales sobre aquel pétreo lienzo. Porque en esa pared, a izquierda y derecha de la entrada al antiguo calabozo, plasmó de manera pródiga aquellas escenas de una vida que su memoria, ahora pausada, le brindaba con nitidez. Y demostró su dominio de la plasticidad en el momento de dibujar y pintar, su capacidad para recordar y retener detalles que luego trasladó a las figuras allí representadas”.

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