José A. Miranda: “No tengo mucho que desear porque lo tengo casi todo”

El autor presenta el día 2 su nuevo poemario ‘Retales’ a las 21 horas en la Asociación La Guajira

José A. Miranda presenta el lunes su poemario .
José A. Miranda presenta el lunes su poemario . / D.A.
Elena Pedrosa

29 de agosto 2019 - 20:48

José A. Miranda es escritor y editor. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Almería, es autor de 8 poemarios inéditos. Conocido durante un tiempo bajo el seudónimo Fandango Revolución, se dedica en cuerpo y alma a la poesía por otros medios, intentando aportar reflexiones con razón y corazón en movimientos sociales. Ha publicado el ensayo Sobre la distancia y las implicaciones sociales, materiales e ideológicas de la compresión acelerada del mundo con la editorial madrileña La neurosis o las barricadas. Ahora retoma su actividad poética de la mano del homólogo Fantasma de Aguascalientes, México, mezclándola con ilustraciones de Paulo Díaz al más puro estilo fanzine que les une y da alma al proyecto Ediciones Fantasma.

-¿Por qué Retales?

-El título Retales es una metáfora de desechos, o mejor dicho de sobrantes, que sin embargo no dejan de tener una utilidad, una posibilidad de reciclaje, de crear algo nuevo con esos desperdicios. Pero, por otra parte, esta metáfora no proviene de la nada. Se trata, de una manera implícita, de una dedicatoria a mi madre, ya que ella era costurera, y durante mi infancia y adolescencia, cuando comienzan a escribirse algunos de estos “retales”, los suelos de la casa muchas veces aparecían repletos de retales de tela y de papel, sobrantes de los patrones que servían para confeccionar los vestidos. Finalmente aparecieron los grafismos que acompañan a cada poema, que están tomados directamente, como un ready-made, de los libritos que usó mi madre para sacarse el título de modista. Los poemas de retales, si bien son poemas íntegros, no trozos de otros poemas, podrían haber pertenecido a otros varios poemas que fui escribiendo, simultáneamente, durante esa época, entre 1997 y 2004.

-¿Qué relación tiene Retales con Ediciones Fantasma?

-Ediciones Fantasma nace de la necesidad de difundir algunas ideas sociales y medioambientales en la sociedad almeriense y alrededores, pero también como plataforma para la edición de obras de autores no conocidos. Sin embargo esta segunda faceta estaba todavía inexplorada para nosotros. A partir de conocer que en Aguascalientes (México) había un proyecto con el mismo nombre, impulsado por el ilustrador Paulo Díaz, surge la idea de realizar un proyecto común, aunando sus ilustraciones con mis poemas, a los que rápidamente encontramos un parentesco. Así pues, finalmente decidimos que Paulo editaría el libro en México y nosotros aquí en Almería. Todo mi agradecimiento para Paulo, que confió en esos poemas y me dio el ánimo suficiente para lanzarnos con este proyecto que, esperamos, sea el primero de unos cuantos.

-¿De dónde viene y a dónde va José A. Miranda?

-Muchas veces es difícil saber si uno va o viene, parece más bien un camino constante de ida y vuelta. Justo como los cantes de ida y vuelta del flamenco que en este caso nos devuelve esa relación inevitable entre México y España. En estos momentos vuelvo a leer y escribir poesía después de una sequía en la que me he dedicado, o al menos lo he intentado, a las luchas sociales (de ahí nace el proyecto de Ediciones Fantasma). Pero a lo social, digamos, llegué a través de la poesía y el arte, tras una crisis identitaria en la que tuvieron mucha culpa las ideas situacionistas sobre arte precisamente. Y antes de eso, ya tenía una historia familiar de lucha activa en mi familia, tanto la materna como la paterna, que tuvieron que soportar a represión del régimen franquista. Por eso digo que al final uno nunca sabe si va o si viene, o hace las dos cosas al mismo tiempo. Por otro lado, en lo geográfico, no puedo olvidar que mis raíces, si aún son posibles en estos tiempos, están en la Alpujarra almeriense, en el valle del Andarax, donde nací y de donde proviene mi familia. Creo que es muy importante no renegar de ese arraigo, y en mi caso puede ser esencial para entender la conexión con la música tradicional y el flamenco, aunque en estos tiempos en una pugna incesante frente a la universalidad y el totalitarismo de la sociedad tecnológica.

-¿Cuáles son tus referentes?

-El Lorca de Poeta en Nueva York, el Alberti de Sobre los ángeles, Leopoldo María Panero, Roger Wolfe, el Surrealismo. Baudelaire y Rimbaud. Lautréament, Artaud. Duchamp y sus infraleves. La Vanguardia en general, Nicanor Parra, Pedro Garfias Joan Brossa. Mientras escribía iba buceando en ellos. Hay una parte en la que se ve el flamenco muy claramente. También he estado interesado en el arte contemporáneo en general y más en particular la poesía visual.

-¿Has seguido algún tipo de estructura en este poemario?

-Es algo no buscado, pero sí. Cuando recopilé y leí esos retales compuestos de trozos descartados de otros poemarios que iba escribiendo de manera paralela, vi que existía un poemario con unidad, pero no lo había buscado. El hecho de ser desperdicios le da ese punto de unidad. Se trata de una época, sensibilidad y personalidad común, que en la actualidad han cambiado. En esos años era así.

-¿Verso libre o métrica y rima?

-Verso libre tienen todos, yo no he hecho nada nunca que no sea verso libre, quitando algún soneto quevediano de adolescencia y algún verso blanco que hay por ahí escondido. Lo justo para tener la sensación de que el metro es un poco una trampa, es mucho más “fácil” adaptarse a un patrón que crear uno propio con tu ritmo interior. Lo cual no quiere decir que todo poema escrito en verso libre sea bueno ni lo contrario, obviamente. De hecho no descarto usar el verso medido alguna vez, a quién no le gusta hacer trampas, aunque sólo sea de vez en cuando. Como el que expropia alguna cosilla en el supermercado sólo por ver qué se siente.

-¿Algún tipo de unidad temática?

-No existe una concreta. Se trata de temas que me movían a escribir, espontáneamente, en esa época. Hay mucho de metaliteratura, poemas que significan en poema en sí, también algo de humor, que era muy importante en el poemario “Derivados del opio” por ejemplo. Por ejemplo el tema de la muerte, que está bastante presente. En “El gesto inacabado” es un tema esencial.

-¿Es, de alguna forma, un cierre al resto de tus poemarios escritos?

-Era simultáneo a los poemarios, no posterior. Derivados del opio son poemas cortos también. Aforismos, sentencias, relacionado con los otros, más surrealistas tal vez.

-¿Qué relación hay entre ese José de entonces y el José de ahora?

-Hay menos de lo que parece desde 2004 hasta ahora. Apartado de aquel José de antes, ahora al apartarse de la política y volver a la poesía, hay como más del José de antes. No sé cómo era ese José ni sé cómo es el de ahora.

-¿Describirse o describir el mundo?

-Quizá un 35% a describir y un 65% a mí, aunque aquí, como en casi todo, lo cualitativo es más importante que lo cuantitativo. En mi poesía siempre ha sido más importante lo personal que lo otro.

-¿Racionalizas o sólo fluyes?

-Ahora el proceso mental creativo es mayor. En esa época la creación poética estaba más presente en mí. El momento de escribirlo era ese chispazo, era algo que ocurría y se agarraba, no deja de estar continuamente en ese proceso, no deja de haber una reflexión que no necesitaba forzar porque ya estaba ahí, porque me dormía leyendo a Nietzsche y me levantaba leyendo a Breton.

-¿Un deseo?

-En el fondo creo que me gustaría que ocurriera algo, un movimiento de conciencias, incluso algo tan espectacular e ilusorio como el 15M, para volver a aparcar la poesía escrita y retomar la poesía de la acción, la poesía por otros medios, como la llamaban los compañeros del Grupo Surrealista de Madrid. En otro orden de cosas no tengo mucho que desear porque lo tengo casi todo.

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