Cultura

Juan Manuel Gil. "Mi literatura nace del extravío y de la exploración”

  • El escritor presenta mañana a las 19 horas su última novela ‘Un hombre bajo el agua’ en la Librería Picasso

Juan Manuel Gil presenta nueva novela en la librería Picasso.

Juan Manuel Gil presenta nueva novela en la librería Picasso. / D.A.

Mañana jueves 13 se presenta la novela Un hombre bajo el agua de Juan Manuel Gil en la Librería Picasso a las 19 horas. Junto al escritor asistirán el editor, Iban Petit y el periodista y cómico Pepe Céspedes.

-Presenta Un hombre bajo el agua, considerada una novela inclasificable. ¿El adjetivo lo considera el más oportuno para esta obra?

-Desde muy pronto dejaron de interesarme las clasificaciones. Aun así reconozco que este libro, por la diversidad de material, más que una novela es una pequeña ferretería desde la que se reflexiona sobre la verdad, la memoria y la ficción.

-¿Cuándo se plantea escribir esta novela? ¿Cuánto tiempo le ha llevado?

-Comencé a escribirla poco después de concluir la anterior, Las islas vertebradas. La verdad es que ha sido un año y medio torrencial y salvaje en lo literario. He trabajado durísimo en este libro, pero reconozco que he disfrutado y me he divertido con el proceso como nunca antes. Espero haber sido capaz de transmitir de algún modo al lector ese gozo.

-La obra es un viaje a la infancia y las fases por las que pasa una persona hasta hacerse mayor. ¿Es de los que suele mirar al ayer para construir el mañana?

-Nunca he encontrado consuelo en el hecho de rebuscar en mi pasado. Me obligo a tener los pies en el presente y en un futuro que no va más allá de los próximos cinco días. Sin embargo, no siempre lo consigo. De hecho, esta novela es un buen ejemplo de ello. ¿Y qué ocurre cuando miramos nuestra infancia con los ojos del adulto? Que construimos un relato que poco o nada tiene que ver con el que habría contado ese niño.

-Creo que hay un suceso que desencadena lo que traza en las páginas de su novela. Aunque sea mucho pedir, lo mismo puede hablar de ese suceso.

-El suceso que desencadena el comienzo de esta historia es la colisión de dos mundos que en principio parecen alejados: el protagonista (que, por cierto, se llama como yo), cuando apenas tenía trece o catorce años, encuentra un hombre ahogado en el fondo de una balsa de riego. Eso le cambió la vida. O eso, al menos, piensa él.

-¿Quién le sugiere el título de la novela?

-El título es de cosecha propia. Pero reconozco que no habría sido posible sin la visión afiladísima del editor de Expediciones Polares, Iban Petit. No me cansaré de reconocer la inmensa labor que hacen los editores. Y más aún en los extraños tiempos que vive el mundo de las publicaciones.

-Imagino que esta novela no tiene nada que ver con las anteriores. ¿Le cuesta mucho cambiar de registro en su proceso creativo cuando se decide a escribir un libro?

-Efectivamente. En esto de la literatura, me siento más cómodo cuanto más desorientado estoy.

-En su caso no se si antes tiene un esquema del desarrollo de lo que va a escribir o se pone a escribir y todo va surgiendo sobre la marcha.

-No acostumbro a hacer esquemas previos. Generalmente tengo un punto de partida que no soy capaz de sacarme de la cabeza y que, tarde o temprano, me lleva a sentarme delante del portátil. Mi literatura nace del extravío y de la exploración. Creo que si hubiera conocido previamente el destino de cada una de mis historias no las habría escrito.

-Sus publicaciones siempre han tenido mucha aceptación y una buena crítica. ¿Qué espera de esta nueva novela?

-Lo que más deseo es que el lector pase un buen rato. En ocasiones la palabra entretenimiento se utiliza con muy mala intención. A mí me encanta que los libros me hagan pensar, me incomoden, me sacudan, me emocionen, me pongan de mala hostia y, por supuesto, me entretengan.

-Es profesor de Lengua y Literatura. ¿Su labor como docente le deja mucho tiempo para escribir, Juan Manuel?

-No me quejo, la verdad. Pero para compatibilizar todo lo que gravita a mi alrededor, no tengo más remedio que madrugar por encima de mis posibilidades.

-Creo que aparte de escribir una de sus pasiones es viajar. Inspira a la hora de escribir, viajar mucho

-Por supuesto. Inspira muchísimo. De hecho, hay un viaje en el corazón de este libro. Hace un par de años estuve en la Patagonia argentina, un lugar al que pienso volver muy pronto.

-¿En qué está ahora trabajando de cara al futuro?

-Estoy en esa fase en la que una idea recurrente no me deja estar tranquilo. Me temo que no tardaré en adelantar el despertador para sentarme frente al portátil.

-Cual es su visión de la situación de los escritores en Almería.

-Hay buenos escritores al sur del sur. Es una buena tierra para escribir, aunque desde que desapareció El Gaviero, ya no tanto para publicar. Soy un lector apasionado de Miguel Ángel Muñoz, Juan Pardo, Raúl Quinto, Begoña Callejón, Carmen Pacheco, Laura Pacheco… Hacen una literatura excelente.

-Y también quiero su opinión sobre la autoedición en este momento, un fenómeno que crece por días.

R. No soy enemigo de la autoedición. Allá cada uno con lo que quiera hacer de su textos y dinero. Lo que me subleva es ese relato perverso en el que reducen la labor editorial a un proceso de maquetación e impresión, obviando una parte imprescindible: el editor. Cuando hablamos de editores tenemos que hablar de catálogo de autores. Ahí está el brillante trabajo de Claudio López Lamadrid, Belén Bermejo, Silvia Sesé, Elena Ramírez y otros muchos. En cambio, ¿de qué hablamos cuando hablamos de autoedición?

-Muchos se quejan de que ahora se lee menos que antes, lo que está claro es que hay más libros que nunca.

-Yo soy optimista en esta cuestión. Se publica mucho y se lee mucho. Afortunadamente. Basta con darse una vuelta por ese hermoso templo que es la Feria del Libro de Madrid para que se nos iluminen los ojos. Es una fiesta de fiestas. La lectura nos hace menos vulnerables a las garras de quienes no cejan en su intento de recortar libertades.

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