María José Pérez volvió a cautivar a una Peña El Morato llena hasta la bandera. La cantaora almeriense tiene un don especial y es que nada más abrir la boca, ya pone los vellos de punta. A eso hay que añadir su formación vocal, con su estudios de Logopedia. Toda esa técnica que ha adquirido aplicada a ese don natural, la hacen una cantaora extraordinaria, y el pasado fin de semana lo volvió a demostrar en la Peña El Morato, "su peña", ya que es además socia.

Comenzó templándose por Malagueñas del Mellizo y La Peñaranda con Rondeñas y Fandangos de Almería, para continuar con unas dulcísimas Guajiras, llenas de melismas cristalinos, Tientos y Tangos y poco a poco fue desgranado cantes, por Cantiñas, Soleares de diversos estilos, Granaína y Media Granaína recordando a Vallejo, una gama de Fandangos de Huelva en los que estaban Cabezas Rubia, Valverde, Tarantos con sabor almeriense, unas Seguiriyas de Quejío extraordinarias, y Bulerías con soniquetes jerezano, gaditano.

El bis llegó con unos Fandangos del Carbonerillo que hizo saltar las lágrimas a más de uno. Tuvo un recuerdo para buenos aficionados que ya no están como Constantino Díaz, Andrés Ramón y Paco Molina, padre de El Niño de las Cuevas.

Con María José una guitarra joven pero son sabiduría y peso para acompañar el cante, una asignatura que la mayoría de los jóvenes guitarristas no dominan con asiduidad, Antonio De Quero estuvo con una profesionalidad exquisita, falsetas muy bonitas y las justas para que el diálogo con el cante fluyera de forma magistral, muy bien de compás y muy pendiente del cante para contestar de forma adecuada a cada tercio.

Otra magnífica noche en El Morato, que cerró con María José Pérez el Ciclo de Recitales dedicados a la Mujer en el Flamenco, durante éste mes de marzo. Fue una noche muy especial, donde hubo duende y compás, donde María José Pérez dejó constancia de su valía artística y donde demostró que es una de las grandes del flamenco.