El Museo 'Miguel Guirao' muestra la vieja industria vidriera de María

Se ha recopilado documentación, sobre esta industria, activa entre los siglos XVI al XIX

Algunos de los objetos que se podrán disfrutar en la exposición del Museo Miguel Guirao de Vélez Rubio.
Algunos de los objetos que se podrán disfrutar en la exposición del Museo Miguel Guirao de Vélez Rubio. / Diario De Almería
D. Martínez

18 de mayo 2018 - 08:11

Con motivo del Día Internacional de los Museos, hoy viernes 18 de mayo, a las 19 horas, el Museo Comarcal Velezano Miguel Guirao inaugura una exposición sobre la antigua industria vidriera de María-Castril, que se mantuvo activa entre los siglos XVI al XIX, y que se denomina La esmeralda frágil. Durante muchos meses se ha recopilado una amplia información sobre el tema, consultando bibliografía, visitando museos, archivos y colecciones, tomando testimonios orales, seleccionando piezas y contando con la colaboración de más de 30 colecciones privadas de Granada y Almería.

Algunos autores opinan que existiera producción de vidrio en María desde la Edad Media, aunque la documentación remite a Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos, quien fundara en 1504 el horno de vidrio de Castril, inspirado en experiencias de Barcelona, funcionaría hasta 1878.

Las familias de vidrieros alcanzaron bastante notoriedad y poder económico

Desde 1517 hay constancia de un maestro vidriero (Alonso Gómez) en María, un lugar idóneo para la instalación de las fábricas debido a sus abundantes bosques de pinos y encinas, y a sus yacimientos de arena.

El funcionamiento de los establecimientos exigía una ingente cantidad de madera y, precisamente, por el posible peligro de incendios y motivos de salubridad, los hornos se encontraban fuera del casco urbano, en el barrio de los Hornos. Incluso el Concejo dictó ordenanzas (1735) prohibiendo a los vidrieros que apagaran los hierros de sus fábricas en los pilares de la villa. Aunque tenemos documentos que sitian algunos fuera de este barrio.

Las familias de vidrieros alcanzaron bastante notoriedad y poder económico. La endogamia les hacía concertar matrimonios entre ellos y, por los testamentos y arrendamientos, sabemos de su pujanza de bienes. Por otra parte, la cercanía de los vidrieros a la casa marquesal se demuestra en las generosas mercedes de tierras que recibieron. Su influencia era tal que incluso el visitador episcopal se ve obligado a dar licencia a los maestros vidrieros para que puedan trabajar en días festivos, después de haber oído misa (1585).

Desde 1517 el vidriero "maestre Juan", natural de la tierra de Cuenca y vecino de Librilla, está avecindado en María. Se dispone de referencias de varias familias, destacando los Gallego, Gómez, Bautista, Alcaina, Botía y, muy especialmente, los Trigueros, que son quienes se establecen en otros lugares de cercanos (Huéscar, Bélmez y Cabra de Santo Cristo). De uno de ellos, Juan Trigueros, de unos 35 años, se dice en el siglo XVIII que era un maestro "de tanta inteligencia que no se ha podido encontrar otro con correspondiente pericia".

La importancia de los hornos de vidrio

A mediados del XVIII uno de los hornos contaba con nueve operarios emparentados entre sí: tres maestros, dos oficiales y un aprendiz. En 1784 consta la existencia de un horno de vidrio con 7 empleados, produciendo 360 piezas al día. Otro cálculo nos aporta unas cifras espectaculares: entre mil y dos mil docenas de piezas mensuales y un consumo de quinientos quintales de barrilla anuales. Por lo general, la producción estaba relacionada con las necesidades de los vecinos: almacenaje, tareas domésticas, ajuar de mesa, transporte, trabajo rural, etc. De ahí que la mayoría de las piezas sean garrafas, frascos, redomas, lenguas de vaca, vasos, porrones, etc, pero también objetos de farmacia y escritorio. Arrieros de María recorrían todo el sur peninsular, distribuyendo piezas en ciudades como Jaén, Málaga y llegando hasta la raya de Portugal.

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